
Naturaleza e historia
La isla española que desapareció bajo el mar y dio origen a dos joyas del Atlántico
Aunque separadas por el Atlántico, la idea de conectar ambas islas ha estado sobre la mesa en más de una ocasión

No son pocos los que acuden a Fuerteventura y Lanzarote atraídos por sus paisajes. Sin embargo, bajo la superficie de arena blanca y rocas, se esconde una historia geológica, y es que ambas islas, hoy separadas por 13 kilómetros de mar, fueron una sola. ¿Su nombre? Mahan.
Según investigaciones respaldadas por el Gobierno de Canarias y diversas fuentes científicas, Mahan surgió hace aproximadamente 40 millones de años, durante el Mioceno, una etapa del Neógeno en la que el planeta era muy distinto al que conocemos. Por entonces, el nivel del mar era mucho más bajo y las condiciones favorecieron la aparición de un gigantesco edificio volcánico submarino que emergió para dar vida a esta superisla.
A lo largo de millones de años, las fuerzas internas del planeta -erupciones, movimientos tectónicos, flujos de lava- siguieron modelando esta tierra única. No fue hasta el final de la última Edad de Hielo, hace unos 18.000 años, cuando el derretimiento de los glaciares elevó el nivel del mar, comenzando la fragmentación de Mahan. El agua se coló entre sus grietas y, con ayuda de la erosión, acabó separando lo que hoy conocemos como Fuerteventura y Lanzarote, a través del actual estrecho de La Bocayna.
Tierra partida, corazón compartido
A pesar de su separación, ambas islas siguen mostrando señales evidentes de su parentesco geológico. Comparten una orografía volcánica y árida, muy distinta de las islas occidentales del archipiélago como Tenerife o La Palma, donde la vegetación tropical predomina.
Fuerteventura, con sus largas playas y sus vientos constantes, se ha ganado el título de paraíso para surfistas y amantes del kitesurf. La playa de Cofete, de 12 kilómetros de extensión y casi virgen, es un ejemplo perfecto de su naturaleza salvaje.
Lanzarote, por su parte, ofrece un espectáculo por sus paisajes volcánicos en el Parque Nacional de Timanfaya, sus playas como Papagayo, o fenómenos únicos como el Charco de los Clicos, un lago verde rodeado de arena negra y acantilados rojizos.
¿Reunificación en el horizonte?
Aunque separadas por el Atlántico, la idea de volver a conectar ambas islas ha estado sobre la mesa en más de una ocasión. Diversas voces han planteado la posibilidad de construir un puente o túnel que una Fuerteventura y Lanzarote. Más allá de los beneficios turísticos y logísticos, la propuesta tiene un fuerte valor simbólico: volver a unir lo que la naturaleza separó.
Por ahora, sigue siendo un sueño, pero uno que alimenta la imaginación de muchos. Mientras tanto, turistas y científicos continúan viajando a estas islas no solo para disfrutar del sol y las olas, sino para pisar los vestigios de un continente perdido en miniatura.
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