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Un pueblo español guarda estas joyas volcánicas que parecen irreales

El contraste entre la roca volcánica negra y el azul profundo del océano crea un paisaje de postal

Caletón de Garachico
Un pueblo español guarda estas joyas volcánicas que parecen irrealesTurismo de Tenerife

Pocos lugares en el mundo logran aunar belleza natural, historia viva y oferta turística de calidad como lo hace El Caletón, en el norte de Tenerife. Este lugar costero, esculpido por la lava y acariciado por las aguas del Atlántico, se alza como uno de los rincones más encantadores de las Islas Canarias. Situado junto al histórico Castillo de San Miguel, del siglo XVI, y bajo la atenta mirada del icónico roque que marca el lugar donde la erupción volcánica de 1706 cambió para siempre el destino de Garachico.

Antiguamente, Garachico ostentaba el título del puerto más importante de Tenerife, hasta que la furia volcánica sepultó parte de su gloria comercial. Sin embargo, de aquel episodio nació una joya: las piscinas naturales de El Caletón. Hoy, este conjunto de charcos moldeados por el flujo volcánico se presenta como un regalo de la naturaleza, donde los visitantes pueden sumergirse en aguas limpias y serenas, protegidas en parte del mar abierto pero aún tocadas por su fuerza vital.

El contraste entre la roca volcánica negra y el azul profundo del océano crea un paisaje de postal. Las formas caprichosas que dejó la lava son auténticas esculturas naturales que enmarcan espacios ideales tanto para el baño en familia como para la contemplación serena del horizonte. La zona está perfectamente acondicionada: dispone de socorristas durante el verano, acceso fácil desde la avenida principal, aparcamientos cercanos, una piscina pública anexa, la pequeña playa del muellito y un restaurante literalmente excavado en la lava, lo que permite a los comensales comer con el sonido del mar como banda sonora.

A lo largo de la avenida, tanto turistas como residentes pueden disfrutar de una rica variedad de opciones gastronómicas y comerciales. Garachico ha sabido conjugar su herencia patrimonial con una oferta moderna y de calidad. Después de un baño reparador, nada mejor que degustar un plato de pescado fresco, unas papas arrugadas con mojo o un postre casero canario en alguno de los muchos restaurantes especializados en cocina del mar que rodean El Caletón.

Pero el baño en El Caletón va más allá del ocio. Desde el agua se contemplan los majestuosos acantilados de La Culata y parte del impresionante casco histórico de Garachico, considerado uno de los más hermosos del Archipiélago. Pasear por sus calles empedradas, admirar las fachadas centenarias y detenerse en sus plazas sombreadas por laureles de indias es viajar en el tiempo.

Aunque las aguas suelen ser tranquilas dentro de los charcos, el oleaje puede ser traicionero en ciertas zonas. Por ello, se recomienda precaución, especialmente cuando el mar está bravo, y seguir siempre las indicaciones de seguridad.