Turismo
Cantabria blinda los accesos de turistas para no ser "la Ibiza del Norte"
Uno de cada diez visitantes del parque de Secuoyas arranca un trozo de la corteza de un árbol para llevarla de recuerdo
Aunque pudiera parecer que no tienen nada que ver, Ibiza y Cantabria comparten una característica que preocupa y mucho a ciertos sectores de la población cántabra. En estos dos lugares la población que vive en verano la conforman más turistas que residentes.
El dato, que pudiera no resultar preocupante de por sí, sí preocupa porque ya son varios los enclaves de la región que se están masificado y algunos sufren las consecuencias de la conducta incívica del algunos visitantes. Además, hay localidades donde más de la mitad de sus viviendas son de uso exclusivamente vacacional. Es lo que ocurre en Noja, que pasa de los 3.000 habitantes en invierno a los 100.000 en verano.
Por poner un ejemplo, una de cada de diez personas que visitan el Parque de Secuoyas arranca un trozo de la corteza de algún árbol, según los datos del ayuntamiento. Se trata de regular el turismo para garantizar accesos controlados y evitar los daños a los recursos.
No es Cantabria la primera comunidad ni la última que ante la avalancha de turistas se ve obligada a tomar medidas de control en los aforos a enclaves turísticos, sin ir más lejos, es lo que ha hecho Asturias con el plan de acceso a Los Lagos de Covadonga o el País Vasco con las visitas a la ermita de San Juan de Gaztelugatxe.
Desde el foro profesional de áreas protegidas de España, Europarc España, donde se redactan los planes de acceso como el de Los Lagos de Covadonga, que se llevan a cabo tras un análisis minucioso de la situación, control de los aforos y balance de la consecuencias que tienen sobre el propio recurso las visitas masivas de turistas, recomiendan "regular y ordenar" las entradas a los recursos naturales para preservarlos.
Lo que sí que han rechazado desde el Gobierno de Cantabria es implantar una tasa turística, algo que ya se hace en otras comunidades, como por ejemplo en Baleares.
Este verano ya se ha estado controlando el acceso al Faro del Caballo, en Santoña. Una medida diseñada por el ayuntamiento de Santoña y por el propio Gobierno regional. Resultaba necesario limitar el aforo y planificar las visitas, ya que hubo días con colas de cientos de personas, que esperaban para poder acceder al interior del mismo. Setecientos sesenta y tres escalones hay que bajar para poder entrar. Con semejantes colas, muchos se quedaron sin poder acceder o dieron la vuelta ante las largas espera.
Para evitar situaciones como ésta y para evitar también los ataques a las cortezas de la secuoyas, ahora se limitarán y controlarán los accesos de estos dos espacios naturales, pero no se descarta que haya que ampliarlo a otros. En este bosque, ubicado en Cabezón de la Sal, ya se han colocado carteles disuasorios para que los visitantes dejen de abrazar a los árboles y los respeten.
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