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¿Cómo se llamaba antes Guadalajara?: el origen del nombre que pocos conocen

Guadalajara está situada en el corazón de Castilla-La Mancha y su nombre es fiel reflejo de su historia, de las diferentes culturas y pueblos que han pasado por ella durante siglos. Con un pasado que entrelaza raíces árabes, medievales y modernas, esta localidad española no solo es un referente cultural en Europa, sino que también dejó una huella imborrable en América Latina.
Un claro ejemplo de ello es su propio nombre. Guadalajara tiene orígenes remotos que la ligan con la Celtiberia; aunque, las referencias históricas más antiguas informan de su importancia como plaza fuerte en la estrategia militar de los emires y califas de Córdoba.
Bajo el dominio musulmán, la ciudad comenzó a desarrollarse como un importante enclave estratégico. En este periodo que se construyeron las primeras fortificaciones y estructuras que formarían la base de su configuración urbana.
En 1085, el rey Alfonso VI reconquistó la ciudad, Guadalajara entró a formar parte de los reinos cristianos de la península y se convirtió en un punto estratégico clave en la ruta entre Madrid y Zaragoza.
Según explica la web del Ayuntamiento, la consolidación de la casa Infantado y la de otros linajes mendocinos la convirtieron en una corte señorial en la época del Renacimiento, "repleta de casonas blasonadas, hermosas capillas y espaciosos conventos".
Este periodo se prolongó durante todo el siglo XVII, en el que Guadalajara se convirtió en un lugar de acogimiento para comunidades de franciscanos, carmelitas, jesuitas y hospitalarios.
La caída los Austrias y la llegada de los Borbones provocó un antes y un después en la ciudad. Tras las duras consecuencias sufridas durante la Guerra de Sucesión se instaló en la ciudad la Real Fábrica de Paños, que dio un impulso económico demográfico a la ciudad. Guadalajara se convirtió en uno de los principales centros manufactureros, cosmopolita y emergente de la España de la Ilustración.
En 1822 cerraron los talleres que serían recuperados años más tarde como establecimientos militares. En 1833 se instalaba la Academia de Ingenieros del Ejército en los de San Fernando y varias unidades de ese Cuerpo en los de San Carlos y en el antiguo convento de San Francisco.
Guadalajara recuperaba la función de plaza militar para, luego, convertirse en adelantada de la aeronáutica y de la automoción al ser, desde 1896, la sede del Servicio de Aerostación Militar y, desde 1917, de La Hispano S.A., Fábrica de Automóviles y Material de Guerra.
Este periodo de bonanza acabó con la Guerra Civil, periodo en el que Guadalajara quedó en el bando de los derrotados y fue olvidada durante décadas.
El curioso origen del nombre de Guadalajara
El nombre de la ciudad es consecuencia de las distintas culturas que pasaron por ella. Durante la invasión musulmana de la Península Ibérica fue conocida con dos apelativos, Madinat al-Faray, en memoria de su conquistador, y Wad al-Hayara, traducción árabe de Arriaca. Este es el nombre de un asentamiento celtibero del que no se han encontrado restos pero que fue el origen de la actual Guadalajara. Significa camino o río de piedras y hace referencia al curso del río Henares, que atraviesa la región. Tras la Reconquista cristiana, el nombre evolucionó a su forma actual, aunque mantuvo la sonoridad y esencia del término original.
Qué ver en Guadalajara
La historia de Guadalajara se respira en cada una de sus calles y monumentos, donde cada rincón cuenta un capítulo del pasado. Entre los sitios más emblemáticos destaca el Palacio del Infantado, una joya arquitectónica del gótico isabelino construida en el siglo XV. Este palacio, residencia de la familia Mendoza, es un símbolo de la importancia política y cultural de la ciudad durante la Edad Media y el Renacimiento.
Otro lugar destacado es la Concatedral de Santa María, edificada entre los siglos XIII y XIV sobre una antigua mezquita, lo que refleja la transición cultural que vivió la región. Su estilo mudéjar en ladrillo es un testimonio de la fusión entre las tradiciones cristiana y musulmana.
Para los amantes de la historia militar, el Alcázar Real de Guadalajara es un punto imprescindible. Aunque en ruinas, este castillo fue un bastión defensivo durante siglos y ofrece vistas impresionantes de la ciudad. También merece mención la Iglesia de los Remedios, un bello ejemplo del renacimiento tardío, y el Panteón de la Duquesa de Sevillano, de estilo neogótico.
Gastronomía
Capítulo aparte requiere su excelente gastronomía, basada en platos castellanos, de gran aporte calórico, reflejos de las condiciones climatológicas de esta tierra. Entre sus especialidades gastronómicas son de destacar sus tradicionales asados de cordero y cabrito, regados con “breve”, un aliño de hierbas aromáticas maceradas en vinagre.
De postre, el producto estrella de la capital, los bizcochos borrachos, o la miel de la Alcarria, con Denominación de Origen desde el año 1992.
La influencia de Guadalajara en América Latina
El nombre y legado de Guadalajara no se quedaron en Europa. Con la llegada de los conquistadores a América, la ciudad española dejó su huella al dar nombre a una de las urbes más importantes de México: Guadalajara (Jalisco). Fundada en 1542, esta ciudad mexicana se convirtió en un epicentro cultural, económico y político del occidente del país, conocida hoy como la cuna del mariachi y el tequila.
El vínculo entre ambas Guadalajaras es más que nominal; simboliza la transferencia de cultura, tradiciones y modelos urbanos entre España y América Latina durante la época colonial. Este intercambio no solo marcó la fundación de nuevas ciudades, sino también el establecimiento de un patrimonio compartido que aún perdura.
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