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En el corazón del veroño

El paseo por uno de los cigarrales emblemáticos de Toledo descubre los efectos de esta nueva estación, a caballo entre verano y otoño, en la flora autóctona de la región
En el corazón del veroño
En el corazón del veroñoJavier RuizJavier Ruiz
La Razón

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Los cardenales de Toledo inventaron los cigarrales para recrear en las proximidades de nuestra ciudad sagrada algo parecido a la Toscana en Roma. Esa es la tesis que mantiene y defiende quien fuera alcalde de la capital regional, Juan Ignacio de Mesa. Lo cierto es que estas extensiones de terreno verde, al otro lado del río Tajo y la ciudad de piedra, forman un microclima distinto, donde la temperatura baja un par de grados al menos y puede sentirse el frescor que crea la flora propia del bosque mediterráneo.
El paseo por uno de ellos durante una plácida mañana de esta nueva estación creada hace algunos años debido al alargamiento del verano y el retraso del otoño, ofrece detalles curiosísimos de la historia que atesora esta ciudad milenaria, también guardada en los cientos de especies que han crecido en torno a ella.
De esta forma, el Cigarral de las Mercedes –uno de los más bellos y mejor cuidados que tiene la ciudad, obra de Fernando Lleida y Jayne Gunderson– desentraña en su recorrido la variedad de la flora mediterránea y los efectos que este cambio de ciclo climático provoca.
“Hay un error, desde mi punto de vista, en aquellos que hablan de cambio climático… Debería decirse que lo que ocurre es más bien una emergencia o urgencia climática… Si hablamos sólo de cambio, parece que se trata de algo propio de la Naturaleza sin más… Pero lo cierto es que ya estamos viendo, divisando los efectos que en muchas especies provoca la falta de agua y los ciclos largos de sequía”.
Quien así habla es Enrique García Gómez, ingeniero forestal de Toledo, que nos acompaña en este paseo, a medio camino entre lo bucólico, pastoril y lo amoroso. Los jardines y las muestras de bosque mediterráneo que tanto Fernando como Jayne han mantenido y cuidado a lo largo de los años en este bellísimo entorno toledano son prueba de ello.
“Con el tiempo –asegura García Gómez– determinada flora dejará de crecer por la falta de agua y se irá desplazando lentamente hacia otros lugares con más líquido elemento, porque sencillamente se irá secando”.
La maduración de los frutos se alarga y, en otras ocasiones, como ha ocurrido con la uva y la vendimia este año, se acorta. “Nunca se había comenzado a vendimiar a finales de mes de julio como este año y tampoco se habían alcanzado estas fechas de septiembre con las uvas en las bodegas”, comentan también agricultores de trayectoria y recorrido.
El verde de la primavera y el verano se alargan en este veroño a través de unas temperaturas que estos días superan en el centro de la Península Ibérica los treinta grados. Comenzamos octubre sin atisbo de otoño, previendo los rojos de los tilos, pero sin apenas alcanzar a entender qué está pasando para que la Naturaleza haya cambiado sus tiempos y la marcha. Hay quien recuerda lo del veranillo de San Miguel, pero ese veranillo se alarga cada vez más en el tiempo.
Sin salir de la comunidad autónoma, el Parque Nacional de las Tablas de Daimiel, por ejemplo, tiene tan sólo encharcadas seis de las mil setecientas hectáreas de las que consta, por lo que la fauna y biodiversidad características de este entorno también hace difícil que se mantenga.
“En el caso de los climas interiores secos y continentales, esta emergencia climática llevará a que haya poco a poco una traslación de especies, que sencillamente no pueden crecer si no es con agua”.
Pinos, encinas, madroños, olivos y cipreses componen el idílico paisaje de este cigarral de las Mercedes, desde el que puede divisarse al completo la ciudad de Toledo. “Si uno ve Toledo desde arriba, comprobará que la especie más característica es la del ciprés… Eso habla de la religiosidad y espiritualidad de la ciudad, pues es el árbol que mejor explica la ascendencia de las almas de los muertos, desde la tierra hacia el cielo”, señala García Gómez.
Los efectos de la Dana también son visibles en algunas de las plantas que sufrieron hace un mes la tremenda tromba de agua que asoló el centro de España. Las manifestaciones climáticas más extremas se han generalizado de un tiempo a esta parte y eso además obligará a tomar medidas para evitar daños mayores.
Entre tanto, comenzado octubre, la vegetación hoy en torno al Tajo sigue siendo plenamente veraniega, sin amenaza apenas de otoño, igual que si Salicio y Nemoroso continuaran cantando a sus ninfas por boca de Garcilaso, esperando que el verde de la ribera arrulle los cuerpos níveos y desnudos de sus amadas. El otoño y su paleta de colores habrá de esperar un tiempo.

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