Turismo

Este rincón de Castilla-La Mancha parece Suiza: un paraíso escondido con auténtico aire alpino

Enclavado en plena sierra, este rincón sorprende por sus paisajes y calles que trepan la montaña

Ayna (Albacete)
Ayna (Albacete)Google

En plena Sierra del Segura, al sur de la provincia de Albacete, se oculta Ayna, un pueblo que parece dibujado entre las paredes del cañón del río Mundo. Su ubicación, enclavado en la ladera del monte San Urbán, le ha valido el apodo de 'la Suiza manchega', un nombre más que merecido por sus vistas de vértigo, su encanto natural y su entorno casi alpino.

Desde sus miradores, como el del Diablo o el del Infierno, uno puede contemplar un paisaje que parece de otro planeta: desfiladeros profundos, paredes rocosas que se hunden en el verde del valle y cascadas que descienden como pinceladas de agua, entre ellas la impresionante Cascada de la Toba.

Pero Ayna no solo impresiona por su belleza. Este pequeño municipio es también un viaje al pasado, con rincones como la Cueva del Niño, donde se conservan algunas de las pinturas rupestres más antiguas de la provincia, con más de 10.000 años de historia.

En lo alto, los restos del Castillo de la Yedra, de origen musulmán, aún vigilan la garganta del Mundo desde la Cueva de los Moros, recordando el paso de civilizaciones y la importancia estratégica de este enclave natural.

Icono del cine español

Y por si todo esto fuera poco, Ayna es también un icono del cine español. En sus calles, plazas y paisajes se rodó la mítica película 'Amanece, que no es poco', de José Luis Cuerda.

El municipio forma parte de la ruta oficial que recorre los escenarios de este largometraje, junto a Liétor y Molinicos. Cuenta incluso con su propio centro de interpretación, donde los visitantes pueden revivir el espíritu único de la película a través de materiales audiovisuales e interactivos.

Por todo ello, Ayna no es solo uno de esos pueblos bonitos que se quedan en la retina; es un lugar donde la historia, la naturaleza, el arte y la cultura conviven en perfecta armonía, creando una experiencia que trasciende lo visual y deja huella en quienes lo descubren.