No es Menorca: es un pueblo en Castilla-La Mancha y te puedes bañar en aguas turquesas

Durante el verano, con el calor apretando, muchos buscan refugio en playas de aguas claras y refrescantes. Las vacaciones se convierten en la oportunidad ideal para escapar de la rutina y disfrutar de entornos paradisíacos que invitan al descanso y al disfrute.

Por eso, lugares como Amalfi, Santorini, el Algarve o Mallorca se han vuelto tan populares: son conocidos por sus aguas cristalinas, paisajes marinos y ambientes relajantes. Sin embargo, no es necesario subir a un avión para disfrutar de todo esto. En España también existen rincones con aguas tan transparentes como las de estos destinos. Uno de ellos está en Castilla-La Mancha, y sorprende por su belleza: un pueblo que parece sacado del Caribe, perfecto para quienes sueñan con unas vacaciones diferentes, sin salir del país.

El paraíso de aguas turquesas

En Sacedón, se encuentra todo lo que uno busca de un destino veraniego: aguas turquesas, naturaleza vibrante, tranquilidad y vistas únicas como la famosa isla del rinoceronte, una formación rocosa que parece emerger del embalse como si fuera una criatura mitológica.

Sacedón tiene raíces antiguas. Su historia se remonta a la época romana, aunque fue en la Edad Media cuando cobró mayor relevancia gracias a su ubicación estratégica entre tierras fértiles y caminos comerciales. A lo largo de los siglos, ha sido tierra de labranza, paso de viajeros y, recientemente, un lugar de veraneo cada vez más valorado por su entorno natural y su embalse de Entrepeñas, construido en los años 50 como parte del ambicioso plan del trasvase Tajo-Segura.

¿Qué hacer en Sacedón?

Este pueblo de Guadalajara, en plena comarca de La Alcarria, está rodeado de campos de trigo verde y cuenta con el embalse de Entrepeñas, un lugar perfecto para nadar, hacer kayak, paddle surf o simplemente relajarse al sol. La transparencia del agua y el color intenso se deben a su composición mineral y a la escasa contaminación del entorno.

Sacedón, con apenas 1.600 habitantes, se convierte en un pequeño oasis del interior peninsular, ideal para quienes buscan naturaleza sin renunciar al baño en aguas limpias y refrescantes. Además, al estar alejado de los grandes núcleos turísticos, conserva un ambiente tranquilo y auténtico, con precios asequibles y una hospitalidad que invita a quedarse.