Sociedad
“No quiero que ninguna familia más tenga que pasar por el dolor de no poder despedirse de un ser querido”
Salvador Carpintero, que ha perdido a su madre víctima del coronavirus, pide al Gobierno un cambio en la legislación para que se permita ir al entierro a más de tres personas
Los hermanos Carpintero Pérez perdieron a su madre, Luisa, hace una semana. El viernes 17 de abril dio positivo en coronavirus mientras se encontraba en la residencia “Fuentes Blancas”, dependiente de la Diputación de Burgos, y el 20 por la noche se marchó.
Al entierro, como marca la normativa actual, solo acudieron tres familiares, tres de sus siete hijos. Desde ese momento uno de ellos, el menor, Salvador, tiene un objetivo: impedir que más familias tengan que pasar por el dolor de no poder despedirse de un ser querido.
Por ello, esta misma mañana ha salido camino del Ministerio de Sanidad, a la atención de Salvador Illa, una carta en la que pide “una modificación del punto quinto de la ORDEN SND/298/2020 de 29 de Marzo, por la que se establecen medidas excepcionales en relación con los velatorios y ceremonias fúnebres para limitar la propagación y el contagio por el COVID-19” y se restringe a un máximo de tres familiares o allegados la participación en los actos.
En este sentido, considera en la misiva que “con una pequeña modificación en la Orden, ampliando el número de tres acompañantes a familiares de primer grado (cónyuge, padres e hijos), siempre guardando todas las medidas de higiene y seguridad, el dolor de las familias sería un poco más llevadero”.
“Sé que es la situación de mi familia y que hay infinidad de casos, pero es una experiencia en la que coincidimos muchas personas en las últimas semanas y en la que se van a ver muchas más y el dolor que tenemos mi familia y yo no se lo deseo a nadie”, asegura a LA RAZÓN Salvador.
Así, si bien considera que “quizá cuando se pusieron estas limitaciones tenía sentido, ahora carece de él porque se están relajando las normas en muchos aspectos”. “Miro por la ventana y veo el paseo lleno de niños con sus padres, en el autobús urbano podemos ir hasta 14 personas en un sitio cerrado, pero a un enterramiento al aire libre solo pueden asistir tres familiares, es injusto”, asevera.
“Es muy importante cuidar de la salud de la población, sí, la vida, por supuesto, pero también hay que atender a las necesidades del espíritu. La muerte se acepta, porque es natural, pero la manera de despedir así a quien quieres, no”, añade en una entrevista telefónica con este periódico.
Luisa quería ser enterrada en el municipio burgalés de Villahoz junto a su marido, y así se hizo. “Pudimos cumplir con la voluntad de nuestra madre y no incinerarla, pero la soledad que vivimos en aquel cementerio fue enorme”, reconoce Salvador, quien explica que, aunque en las ciudades hay un servicio de traslado de los féretros, en los pueblos pequeños no cuentan con ello, y que en circunstancias normales se necesitan al menos seis personas para poder mover el ataúd.
“Se da por supuesto lo que va a hacer la gente, que nos vamos a besar y abrazar, pero no. Si hay que mantener el distanciamiento social lo vamos a hacer. Que expliquen las normas y se tendrán en cuenta, pero vamos a permitir que los familiares directos acudan al cementerio”, afirma.
“Esto no lo hago por mi, nosotros ya lo hemos pasado, lo hago por los demás. Si el Gobierno modifica la normativa estará aliviando el sufrimiento a muchas familias. Quizá dentro de las medidas de relajación que se están adoptando se pueda tener esto en cuenta", pide.
Un homenaje desde la ventana
Sin embargo, estos duros momentos también sacan lo mejor del ser humano y así se lo demostraron a Salvador sus vecinos de la Plaza del Índico de la capital burgalesa que, a modo de homenaje a la familia y a Luisa, colgaron crespones negros de sus banderas y pincharon la canción “De colores”, de Joan Báez, un gesto que abrazó en la distancia a Salva y a sus hermanos.
✕
Accede a tu cuenta para comentar