Salamanca
Alfredo Pérez Alencart: “La poesía es palabra cumplida cosechada en el corazón”
Así lo asegura en una entrevista a Álvaro Alves de Faria, periodista y escritor brasileño reconocido con múltiples premios en su país, y Huésped Distinguido de Salamanca
La poesía de Alfredo Pérez Alencart es reconocida por muchos, pero yo me encuentro entre sus admiradores. He escrito varios ensayos sobre la misma y he traducido al portugués dos plaquetas suyas, publicadas São Paulo con prólogos míos. En esta oportunidad he querido hacerle una entrevista para ser publicada en primer lugar en La Razón, periódico donde es columnista. Posteriormente aparecerá en portugués, en la revista Calibán, de Lisboa. Las preguntas surgen debido a su más reciente poemario, “Encumbra tu corazón / Innalza il tuo cuore”, que acaba de aparecer en edición bilingüe de Tiberíades Ediciones y Pellicanolibri.
Apreciado poeta Alfredo Pérez Alencart, ¿para qué sirve la poesía en un mundo perverso como este en el cual vivimos?
Sirve para reparar el espíritu del ser humano, hasta de aquellos que desprecian los “saberes inútiles” o las “palabras inservibles”. Sirve para tratar de aproximarnos al misterio de nuestra existencia, desde ese primer fogonazo de Dios. Sirvió y sirve todavía a los pueblos primitivos para hablar de diluvios y divinidades. Sirve para proseguir en la aventura de soñar despiertos, con los pies en la tierra y sin mirar la luna. La poesía sirve, en definitiva, para no exista un suicidio colectivo ante la perversión del mundo, porque ella tiene grabada en su espalda, con grandes letras, la palabra Esperanza. Creo que sólo sirve para eso. ¿Considera que es poco?
¿Qué es la poesía para usted?
La poesía es oxígeno para que la llama del Amor no se apague (Amor entendido como antídoto contra la maldad). Poesía es lo que sobrevive tras un cataclismo que se llega a sentir hasta en la profundidad de las cavernas. Es la Palabra humeante de infinito, la directora de orquesta del lenguaje que nos humaniza. Es Palabra cumplida, sembrada primero en los ojos y en la memoria, pero felizmente cosechada en el Corazón.
Discúlpeme que le insista, pero ¿entiende que la poesía es necesaria para la vida del hombre?
Cuando hay situaciones límite, la poesía aflora hasta en personas alejadas de toda manifestación literaria, porque necesitan dejar constancia de sus sentimientos. No recuerdo en qué libro o revista leí un interesante estudio realizado por el francés Henri Pousol con relación los poemas rescatados entre los papeles de miles de personas enviadas a los campos de concentración nazi. Había muchísimos poemas, la inmensa mayoría de escaso valor literario, pero ¿quién se pone a cuestionar la calidad poética de unos textos escritos con la muerte en los talones? Recuerdo, porque lo anoté en una libreta y lo fui memorizando, unos versos de primer nivel escritos por un francés totalmente al margen de la cultura y que, por su brevedad y densidad, parecieran anotados por un seguidor del haiku: “He aquí el hombre/ Algunas cenizas blancas y puras/ Al cielo/ sube el humo”. Por mi parte, no entiendo la vida sin Poesía. Otros viven bajo un cristal blindado, llenos de comodidades y tecnologías; yo alzo mi modesta tienda junto al manantial de agua fresca de la Poesía. Con esto quiero decir que hay muchos criterios de necesidad, todos entendibles, aunque no los comparta. Prefiero vivir en Poesía, ganando mi salario en diferentes oficios alejados de la lírica y la épica.
Alfredo, su poesía está marcada por tonos que llamaría religiosos. ¿Esto es así? ¿Por qué?
Más que religiosos, yo los consideraría cristianos o bíblicos. Los poetas bíblicos son de los mejores de todos los tiempos: Salomón y su cantar de los cantares, en la órbita de la poesía amorosa; el rey David con sus líricos salmos; Job y su clamor dramático; la poesía sapiencial de Eclesiastés. Isaías es un poeta inmenso, como Jeremías y otros. El mismo Jesús fue y es un Poeta de palabra y obra. ¿Que por qué? Porque soy cristiano y aprendiz de poeta. Teniendo como Poeta al Padre y al Hijo, ese amado Verbo encarnado, yo necesito de la Poesía y del lenguaje sagrado para ver si sigo aprendiendo a decantar y silabear lo que pergeño. También por lo que mencioné antes: con esos maestros es un orgullo adentrarme en las fuentes bíblicas e intentar una reescritura, ya bajo mi impronta y sensibilidad. El notable poeta español León Felipe, fallecido en México y ajeno a cualquier sectarismo religioso, decía que todo poeta al volver a la Biblia es como si volviera a su antigua casa.
Constato en su poesía un profundo sentimiento de solidaridad. Hábleme de eso
Es cierto. No entiendo la poesía sólo como paradigma de belleza o una suerte de escapismo de la realidad. Los poetas-profetas bíblicos, como Amós, dan muchas lecciones sobre la poesía preocupada por los semejantes, especialmente los más desprotegidos o los que son objeto de injusticias por los poderes establecidos. Yo sigo esa senda. Lamentablemente los religiosos nunca o casi nunca mencionan esos cientos de versículos bíblicos que son mandatos de ayuda al prójimo. Así alimentan el descrédito de la religión.
Este libro ha sido acaba de ser publicado en español e italiano. ¿Qué representa el mismo para usted?
Ver mis poemitas traducidos al italiano significa una enorme satisfacción, aunque ya tenga una amplia antología traducida al idioma de Dante. Siempre es de agradecer la generosidad de los traductores, que trasvasan mis versos a sus idiomas de origen. En este caso ha sido Beppe Costa, un excelente poeta y editor nacido en Catania, quien se empeñó en traducir veinte poemas míos. El libro lleva un breve y lúcido prefacio de Gianni Darconza, también poeta, traductor y profesor en la Universidad de Urbino. Feliz porque Pellicanolibri se sumó desde Roma para hacer una coedición con Tiberíades Ediciones.
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