Castilla y León
Doña Sofía: parte de la solución
Como una voluntaria más, la Reina Sofía ha andado, estos días, recogiendo porquería en la playa malagueña del Rincón de la Victoria. Es lo que lleva haciendo toda la vida: acudir allá donde se la necesita, ser útil; siempre parte de la solución. La complicidad de doña Sofía con su pueblo, es de lo más perceptible.
Vestida con ropa cómoda, de esa que a ella tanto le gusta ponerse en cuanto hace bueno, y protegida con mascarilla y guantes, la Reina fue recibida por los bañistas a los gritos de «guapa», «guapa» y «guapa». Las imágenes han merecido apenas unas colitas en algunas televisiones; y, la noticia, ha pasado prácticamente desapercibida en otras.
No es de extrañar. ¡Hay tantas calamidades que contar, ¿verdad?!, que apenas queda espacio para estas realidades, mucho más positivas y ejemplares, pero que forman parte de la letra menuda del vivir, esa a las que la reina más juiciosa y abnegada que ha tenido España, acostumbra a prestar especial atención. Verla recorrer el arenal con dos bolsas y agachándose, a punto de cumplir 82, —por más que ella sostenga que «es otra la que cumple años y no yo»— enternece a millones de españoles, que sienten adoración por doña Sofía.
Me cuenta Óscar Martín, de Ecoembes, la preocupación de la esposa de Don Juan Carlos, por la inmundicia que nos devuelve el mar. Toneladas de basura, sobre todo plásticos; y, ahora, mascarillas, guantes y toallitas en abundancia. Comentaba la Reina, en Málaga, que todos esos residuos tardarán 400 años en desaparecer; y como ella lo pregunta todo, para desesperación de quienes no hacen los deberes antes de ponerse a explicarle lo que sea, se interesaba por el sistema de recolección de la basura en los fondos marinos.
Pues sí, amable lector, tenemos un problema inquietante: más del 80 por ciento de lo que el mar vomita, viene de lo que arrojamos, a tontas y a locas, desde la orilla. Una vez más, el comportamiento de la Reina Sofía, pendiente no tanto de lo grande, como de lo infinitamente pequeño, merece nuestro aplauso. Doña Sofía es una mujer clave en nuestra historia. Aún más: un tesoro para España. Sobre todo —quiero decirlo claramente— desde el punto de vista más social, más humano.
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