Palencia

Los órganos palentinos resuenan de nuevo

La Escuela Provincial, apoyada por Prosol, Diputación y Obispado, retoma las clases presenciales, de la mano de grupos muy reducidos y extremando las medidas de seguridad e higiene

Los jóvenes alumnos Betariz y Álvaro con su profesora Ana Aguado en el órgano de la iglesia de San Francisco de la capital
Los jóvenes alumnos Betariz y Álvaro con su profesora Ana Aguado en el órgano de la iglesia de San Francisco de la capitalBrágimo/Ical

Los órganos vuelven a sonar en las iglesias palentinas. Tras pasar los meses más duros del confinamiento y un atípico verano, con contenidos telemáticos, la Escuela Provincial de Órgano de Palencia (EPOP) reactiva las clases presenciales extremando las medidas de seguridad e higiene, de la mano de grupos reducidos de tres alumnos, ayudados por las grandes dimensiones de los templos y la altura de los coros, y evitando el contacto a través del uso de guantes, mascarillas, geles y partituras individuales.

Los 15 alumnos que conforman el curso actual, cuatro de ellos de nueva incorporación, serán divididos en diversos grupos para recibir la formación, de dos horas de duración, en varios puntos, ya sea en la Iglesia de San Francisco, en la capital, o en otras partes de la provincia, como Paredes de Nava. Así lo explica a la Agencia Ical la profesora y directora de la escuela, Ana Aguado, quien deja claro que se toman muy en serio la seguridad para evitar que “dicha formación se convierta en un foco de contagio y echar por tierra un gran proyecto”.

No hay que olvidar que la EPOP pretende que el patrimonio cultural y organístico de la provincia no se deteriore y se mantenga su uso habitual, para así enseñar a tocar a personas que no tienen formación musical específica. Todo ello gracias al apoyo de la Diputación, del Obispado y de la Cafetera Prosol.

Además, se suma la participación de profesores procedentes de todas las partes de España, a través de una especie de encuentros o ‘masterclass’, así como otras acciones encaminadas a complementar los conocimientos adquiridos, las cuales se llevan a cabo en otros templos, como los de Abarca, Fuentes de Nava o Castromocho, puntualiza.

Aguado recalca que “al final, la idea también pretende revitalizar las iglesias, algo que a los alumnos les encanta, ya que se les ofrece la oportunidad de poder tocar órganos del Siglo XVIII”. “Se nota, se siente. No es lo mismo tocar un órgano del Siglo XX que otro que tiene más de 200 años”. Y es que, por norma general, se tocan instrumentos construidos el año pasado, pero en el caso de los organistas no sucede, apostilla.

En relación a la complejidad, traslada que cada instrumento tiene unas dificultades diferentes. “No es más fácil tocar el violín que el órgano. Todo tiene un nivel mayor de dificultad y es a lo que aspiran todos los músicos”. No obstante, declara que es “bastante sencillo aprender lo básico, aunque imponga por la altura y las dimensiones del mismo”.

El alumnado

Beatriz, con 13 años, es una de las alumnas novatas en la EPOP, quien afirma a Ical que se ha embarcado en este proyecto formativo tras que una amiga del pueblo se lo comentara. Una idea que la pareció interesante, al aprender a tocar un instrumento que no es tan conocido y popular en estos tiempos.

Apunta que no es su primer contacto con la música, dado que acude a una escuela de órgano electrónico desde hace siete años. Aun así, comenta que, en su primera experiencia con un instrumento de tal antigüedad, se ha visto sorprendida por la potencia, pero le ha agradado los cambios de sonido en los diversos registros.

En el caso de Álvaro, detalla que lleva cerca de un año tocando el órgano, pero, a mayores, posee formación musical tras seis años de educación en el Conservatorio, a manos del saxofón. Aun así, aclara que el órgano “es un instrumento mucho más grande en tamaño y en posibilidades a la hora de tocar, motivo por el no se puede comparar con ningún otro”.

El alumno de 15 años asegura que “cada vez toca mejor, aunque todo es mejorable”. Reconoce que cuando se aprecia el instrumento “se piensa que es muy difícil”, pero señala que luego “no es para tanto”.

La escuela no entiende de edades o niveles. Esa es la razón por la que hay personas como Luis Carlos, de 60 años de edad, entre el alumnado. Destaca que estudiaba en una escuela de música con otro amigo, pero tras ver el proyecto de la EPOP en los medios de comunicación decidieron probar. “Es un instrumento completamente diferente a los órganos electrónicos a los que estaba habituado”.

Asegura que “les enganchó”, razón por la que llevan cinco años en la escuela. Aun así, afirma que el “aprendizaje es lento, pero no se da por vencido, dado que siente gran satisfacción cada vez que avanza en la formación musical”. Una experiencia que, además, permite conocer lugares e iglesias de la provincia, asevera el alumno.