Deportes
Freno a una forma de vida sana
Usuarios y propietarios de gimnasios afrontan con “tristeza y apatía” el cierre de las instalaciones tras las medidas restrictivas decretadas por la Junta
“Ha supuesto un contratiempo bastante fuerte. Acudir al gimnasio formaba parte de mi nueva rutina, en la que me propuse mejorar mi alimentación y hacer ejercicio diario, algo que estaba dando resultado. Ahora toca reinventarse y pensar un nuevo plan para hacer por mi cuenta”. Esa es la realidad que traslada Alejandro, un usuario de un gimnasio de Palencia, tras el cierre de estas instalaciones decretado por la Junta para contener la propagación de la COVID-19, que pone trabas al deporte como una forma de vida aceptada, saludable y necesaria.
Afirma en declaraciones a la Agencia Ical que “una casa no es lo mismo que un gimnasio”, dado que “no cuenta con todas las facilidades”. Aun así, apunta que deberá ingeniar algo, al mismo tiempo que compatibilizará las rutinas y recomendaciones del personal del propio gimnasio. Y es que, desde el centro les han comunicado que “no van a dejarlos, aunque sus puertas cierren, y sugerirán por redes sociales nuevos ejercicios adaptados a cada espacio”, comenta.
“Vamos a pagar justos por pecadores, y el sector del deporte se va a ver muy afectado, siendo de los pocos que vela por la salud de la gente”. El joven palentino dice que el cierre de gimnasios puede ser “contraproducente ya que, al reducir el ejercicio físico, pueden disminuir las defensas del cuerpo y ser más propicio el contagio”, quien cree que los gimnasios “dan un buen servicio a la gente”.
En ese sentido, destaca que las medidas que se han impuesto gradualmente “son bastante duras”. “Somos responsables y cuidamos de nosotros mismos por el bien común y porque nos gusta lo que hacemos”. Al final, los gimnasios “no pueden hacer más”. Algo en lo que coincide Álvaro, otro usuario de este tipo de instalaciones, quien señala que los centros deportivos “tomaron medidas para poder reabrir en julio y hasta ahora no habían sido cuestionadas”.
Fin de rutina
El segundo joven puntualiza que cuando escuchó la medida de cerrar gimnasios “no le sorprendió” porque ya había ocurrido en otros lugares y era cuestión de tiempo que lo aplicaran en Castilla y León. Sin embargo, “no se sabe si se sacrifican derechos a cambio de un bien mayor, la salud pública, o si por el contrario es una medida que se aplica dando palos de ciego ante la dramática situación actual”, detalla.
Sobre el uso de la mascarilla, recuerda que es obligatorio dentro del recinto siempre que no se esté haciendo ejercicio, de ahí que “muchos nos la quitáramos cumpliendo con la normativa, aunque, en los últimos días, era habitual verla puesta en todo momento”. No obstante, matiza que hay ejercicios de baja intensidad que son compatibles con la mascarilla, “otros definitivamente no lo son”.
Por ello, carga contra un cierre, al ser una “limitación más”, que “no gusta”, pero que sobretodo cuesta de entender porque se respetan las distancias. Y es que, “no se ha tenido en cuenta el aforo del gimnasio ni sus metros cuadrados para cerrar en cada caso”, asevera Álvaro.
Ante el cierre, explica que hay ejercicios que “solo es posible hacerlos en un gimnasio, por su equipamiento, que no se puede sustituir”. Otros sí, con elementos rudimentarios como botellas de agua y una mochila, como ocurrió en abril, relata. Aún así hay mucha gente que compite u oposita, razón por la que “es necesario hacer determinados ejercicios para mantener el estado físico”. Sin olvidar la terapia, de gimnasio, como lugar donde “desahogarse y liberar el estrés”, recalca el joven.
Bajada de persiana
Las instalaciones deportivas se han visto obligadas a cerrar, pero los gimnasios más pequeños, localizados en los barrios, se han convertido en los más afectados dentro del sector. Es el caso del gimnasio Cronos, donde su co-propietaria y gerente, Aurora Miguel, afirma que “cuando alguien toma una medida es para reparar algo, pero resulta que, con las medidas que se imponen, el problema va ir a peor”.
No entiende como es posible que “permitan que haya jóvenes haciendo deporte con contacto, sin mascarilla y sin hacerse pruebas bajo el mismo techo, pero que prohíban la apertura de gimnasios donde hay mascarilla, distancia de seguridad y no hay contacto”. Y es que, la Junta obliga a cerrar a quienes “viven de ello y pagan a trabajadores”, destaca.
La gerente subraya que no se quedaron de brazos cruzados y realizaron inversiones con la desescalada. Para ello, compraron un nuevo sistema informativo, junto con una aplicación, para las reservas de los espacios, controlar el aforo e informar permanentemente al cliente por push, correos electrónicos y mensajes de texto. Es decir, una inversión “en digitalización, con lo que económicamente supone”.
Reconoce que el cierre se lleva a cabo “por imposición”, dado que desde “el minuto uno se ha cumplido con todo lo que las autoridades han impuesto”. Las alternativas saltan a la vista y los clientes han comprado bicicletas para hacer ejercicio en casa, mancuernas u otro material. Un revés para el sector, ya que “se tardan años en fidelizar clientes y minutos en perder. Nadie garantiza su vuelta”.
Aurora Miguel argumenta que la sensación entro los usuarios tras el cierre es una mezcla de “tristeza, apatía y amargura”, quien puntualiza que "no se trata de exagerar, sino de leer la realidad, ya que el deporte, en muchos casos, es una “forma de vida, de luchar contra el sedentarismo, las lesiones o de liberar endorfinas para combatir las ansiedades y depresiones”, comenta.
Aun así, carga contra “una solución global que no tiene ningún sentido”, al no entender que se tomen medidas a nivel de Castilla y León cuando cada ciudad presenta un escenario diferente y “mete a todos en el mismo saco”. Al final se “matan moscas a cañonazos”, concluye.
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