Literatura
Miguel Delibes, un escritor que “sabe a verdad”
Así lo asegura el escritor y periodista Tomás García Yebra
Un narrador sin doblez, carente de adorno, revestido de la más absoluta sencillez y dotado de una privilegiada mirada irónica no exenta de humor fue Miguel Delibes: un literato y una persona que “sabe a verdad”, ha resumido el escritor y periodista Tomás García Yebra en una entrevista con Efe.
Además de todos esos rasgos, su obra se caracteriza por la “jugosidad y precisión de un lenguaje que te hace participar de lo que cuenta, da igual lo que sea porque vives a su lado sus propias pasiones”, ha añadido acerca de quien “se expresó siempre en un castellano cabal: todo un personaje que no es fácil encontrar”.
Por todo ello, García Yebra ha dedicado a quien considera su maestro, en la escritura y también en el periodismo, el libro titulado “En busca de Miguel Delibes” (Eneida), su contribución al centenario del novelista y académico vallisoletano, con quien salda un compromiso al tiempo que una deuda consigo mismo.
”Miguel Delibes ha sido el prototipo a seguir, paradigma de mi vocación literaria, un espejo humano y literario. Fue de una contundencia moral y vital que te quitas el sombrero”, ha insistido sobre un escritor al que ha entrevistado en varias ocasiones, en una de las cuales le dijo que algún día escribiría un libro sobre él.
Y lo acaba de hacer, un tributo a su predilecto con las mismas armas que desplegó el autor de “Las ratas”: la naturalidad, la sencillez y el humor “que fue muy importante en toda su obra, ya que lo que a veces tiene de pesimista en sus novelas y personajes se equilibra con esa punta de ironía que es una forma inteligente de comprender el mundo y de hacer digerible cualquier discurso”, ha reflexionado.
En la autenticidad y en la sencillez residen, en su opinión, las claves de su masivo reconocimiento y aceptación populares, a través de una obra que no sólo no se ha desinflado, sino que resiste el paso del tiempo como ocurre en “Cinco horas con Mario”, el libro preferido de García Yebra, con distintas interpretaciones en función de la generación que lo haya leído.
”Todo lo que dice y hace sabe a verdad. Su sentido común es palmario, a veces desconcertante. No se adorna nunca, no cuenta milongas ni hace nada para venderse, y todo ello desde la sencillez más absoluta, un arte que es de o más difícil ya sea en literatura, pintura o música”, ha insistido en su disección.
En busca de Miguel Delibes se fue García Yebra hasta la Villa del Libro, situada en Urueña (Valladolid), donde instaló su cuartel general para acabar de rematar el perfil de su favorito a través de un librero, un músico, un etnógrafo que un gran amigo del narrador, e incluso de uno de los vecinos ocasionales, Adolfo Delibes, biólogo y uno de los siete hijos que el novelista tuvo con Ángeles de Castro, “su gran aliada para que pudiera desarrollar su obra”.
Desde Urueña viajó hasta Ávila para rastrear la huella de la primera novela (“La sombra del ciprés es alargada”) y en Valladolid convocó a Elisa Delibes, presidenta de la Fundación Miguel Delibes, quien le abrió las puertas de la casa que habitó el creador de “El camino” y recorrió los mismos lugares donde solía pasear el novelista.
El resultado es un libro ameno, divulgativo, con tintes periodísticos y que en ocasiones se desliza por la ficción como en el capítulo donde en una fiesta coinciden Larra (un anacronismo que García Yebra también filtró en “Los crímenes de Museo del Prado”) y diversos personajes de Miguel Delibes como el Nini (“Las ratas”), Cecilio Rubes (“Mi idolatrado hijo Sisí”) o el viejo Eloy (“La hoja roja”).
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