Historia

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Los misterios del Cristo del Otero que encandilan a Íker Jiménez

Leyendas e historias se esconden alrededor de esta emblemática figura de más de 20 metros de altura que “bendice” y “vigila” Palencia

El Cristo del Otero "vigila" y cuida de los palentinos
El Cristo del Otero "vigila" y cuida de los palentinosBrágimo/Ical

Enclavado en el cerro y bendiciendo la ciudad. Así lo puede descubrir el visitante que se acerque hasta la “bella y desconocida” Palencia que enseguida clavará sus ojos en una de las estatuas de Jesucristo más altas del mundo. Más de 20 metros de altura, la de mayor envergadura en Europa, cuya base descansa sobre una ermita, de leyenda, y un pequeño museo donde se hallan distintos proyectos de su autor, el vecino ilustre Victorio Macho.

Una escultura que ha vuelto al primer plano mediático gracias al escritor y presentador televisivo de “Cuarto Milenio”, Íker Jiménez. Ya en el año 2017 le dedicaba un programa a esta figura emblemática, pero ha sido en las últimas semanas cuando de nuevo ha vuelto a recordar este Cristo, del que ha llegado a decir que “me sobrecoge y pone la carne de gallina”, y que ha despertado el interés de numerosas personas que quieren conocer in situ a este Monumento al Sagrado Redentor de Jesús, otro de los nombres que recibe, aunque éste, es cierto, menos popular.

El Ayuntamiento de Palencia agradecía este gesto al presentador y le enviaba una réplica del Cristo con un mensaje del propio alcalde de la ciudad, Mario Simón. Íker Jiménez respondía de inmediato con un vídeo colgado en twitter, en el que se compromete a crear una “sinfonía misteriosa” que pretende estar “a la altura de esta maravilla del Guardián de Castilla”, y que algún día pueda sonar a sus pies.

Pero qué misterios, leyendas o historia hay detrás de este Cristo del Otero. Si empezamos por el final, es decir por el ámbito histórico, la idea partió del obispo palentino Agustín Parrado en 1926, quien quería erigir un colosal monumento por suscripción popular. Para ello se convocó un concurso internacional y se optó, aunque en un primer momento quedó desierto, por el de Victorio Macho, quien tuvo que rebajar su presupuesto hasta las 100.000 pesetas de entonces.

Las obras arrancaban en junio de 1930 para concluir en 1931 y Palencia ya tenía su Cristo de 21 metros de altura y 392 toneladas de peso de hormigón armado.

En un primer momento estaba pensado que los brazos del Cristo estuvieran inclinados hacia abajo, pero finalmente se construyeron levantados en señal de bendición. La razón principal, aligerar el peso. Victorio Macho jugó, a la hora de su elaboración, con distintos enfoques estilísticos, y de esta manera, en la obra existen reminiscencias de art decó, cubistas e incluso del antiguo arte egipcio, debido a la postura hierática de su figura.

El aura católico que atesora le salvó de sus destrucción durante los años de la República, por un ataque anarquista, que afortunadamente falló. Y bajo este Cristo se halla una pequeña ermita donde yacen los restos del genial escultor.

Tumba del escultor Victorio Macho en la ermita bajo el Cristo del Otero
Tumba del escultor Victorio Macho en la ermita bajo el Cristo del OteroBrágimo/ICAL

Santo Toribio

Fue alrededor del año 530 cuando una anacoreta llamado Toribio tuvo un grave enfrentamiento contra un grupo de presbíteros por lo que consideraba un abuso al adquirir determinadas funciones eclesiásticas que le correspondían a las más altas instancias. El santo, utilizaba una las cuevas del cerro para sus rezos y fue ahí, a sus pies, precisamente donde fue apedreado por los palentinos, según señala la leyenda.

Tras esta agresión, llegó una gran inundación del río Carrión que fue interpretada como un castigo divino. Para recordar este hecho, en el año 1931 comenzaba una tradición que se revive cada año conocida como “La Pedrea del Pan y el Queso” donde las autoridades “apedrean” con estas viandas a los vecinos que acuden cada mes de abril, alrededor del 16, al cerro para celebrar una Fiesta declarada de Interés Turístico Regional desde 2005.

Pedrea del pan y queso a los pies del Cristo del Otero
Pedrea del pan y queso a los pies del Cristo del OteroBrágimo/Ical

Crimen del ermitaño

Este primer crimen se remonta al año 1468. Concretamente en una Nochevieja fría y oscura. Allí vivían un ermitaño junto con su mujer y sus dos hijas. A la hora de la cena, unos golpes llamaron su atención y a la puerta se hallaba un mendigo que buscaba cobijo. El ermitaño le invitaba a pasar pero no venía solo. Dos individuos les amenazaron con quitarles la vida si no les daba todo los objetos de valor que tenían. Pero sólo había unas cuantas limosnas y los calices que se hallaban en el templo. Pobre botín para ambos ladrones, que enfurecidos acababan con la vida tanto del matrimonio como de sus dos hijas.

La literatura también se ha hecho eco de lo que pasó a la vera del Cristo del Otero
La literatura también se ha hecho eco de lo que pasó a la vera del Cristo del OteroLa Razón

Otro crimen en 1907

Y algo parecido acontecía hace ahora 114 años. Concretamente en 1907. Y da fe de ello un precioso romancero que forma parte de la “Etnografía negra palentina”, el “Romance de cordel sobre el crimen de la Ermita del Cristo del Otero”, recopilado por José Sanz y Díaz y publicado en el año 1986 en la Revista Folklore.

Aquel 25 de noviembre, cuatro hombres enmascarados llamaron a la puerta de Mariano Rey del Río, de 52 años, que cuidaba la ermita junto a Isabel Arroyo Pérez, de 74 años. Un martirio que consistió en sentarle en una cazuela con ascuas a modo de brasero, introducirle un velote encendido en el año y con unas tenazas le apretaron los testículos.

Los nombres de los criminales, el Quincallero, el Moraita, el Chato y el Chivero “que mataron al ermitaño/ en el Cristo del Otero. Dicen que estos cuatro hombres/ cuando su mal hicieron/ a las once de la noche/ después de cenar, se fueron.”

Una vez arrestados, fueron hallados culpables con un veredicto de muerte a garrote vil, aunque por piedad y dicen que por manejos políticos, les fue perdonada la vida y fueron puestos en libertad años después al conseguir un indulto real.

Y es que un modesto cerro, que apenas llega a los 850 metros, da para muchas historias y si encima es cuidado con mimo por este Cristo de Otero, merece la pena visitarlo y además, otear desde un mirador, una panorámica de Tierra de Campos y descubrir como dirían Machado, Unamuno o Azorín, por ejemplo que que “Ancha es Castilla”.