Semana Santa

Pasión, recogimiento, perdón y esperanza

Carlos Ramírez
Carlos RamírezLa Razón

En estos tiempos tan complicados, difíciles, dolorosos y plenos de incertidumbre casi sin darnos cuenta nos vemos inmersos en estos días tan especiales de Semana Santa. Una época que en condiciones normales para unos significa: religiosidad, tradición, desfiles procesionales… para otros: descanso, viajes, vacaciones, para todos reencuentros de familiares, amigos y allegados.

Este año, al igual que el año pasado, debido a las circunstancias de la pandemia, no va ser posible disfrutarla en todos los aspectos anteriormente mencionadas. Sin embargo y precisamente por esta situación esta Semana Santa la podemos vivir en toda su plenitud y con especial significado.

Estos días nos pueden servir para meditar sobre nuestra situación particular y enmarcarla en las especiales circunstancias adversas que nos esta tocando vivir. Al igual que Jesucristo en el monte de los Olivos, deberíamos hacer introspección y entender que tenemos que soportar este cáliz, estas circunstancias adversas; en aras de alcanzar un objetivo loable en este caso superar esta pandemia y mejorar como individuos y como sociedad.

Vivamos la compasión, seamos capaces de compadecernos, es decir “sufrir con” padecer con aquellos que han perdido un ser querido sin el consuelo de un último abrazo de un postrero adiós, con aquellos que sufren los terribles efectos de una enfermedad devastadora con los que sufren situaciones económicamente ruinosas, con las terribles colas del hambre, con los que padecen irreparables secuelas traumáticas de soledad desaliento y desanimo, en resumen sintamos íntima compasión con el sufrimiento y vayamos a su encuentro en la “calle de la amargura” con una palabra de aliento, con un gesto amable, con una sonrisa cómplice. Seamos el cireneo que ayuda a llevar esa pesada cruz.

También pueden ser días propicios para el perdón, perdonemos a nuestros semejantes, disculpemos los errores, sus dudas, sus vacilaciones, también ellos sufren el desconcierto que produce esta situación, incluso perdonemos a quienes tienen que dirigir esta situación, su tarea no es fácil; es verdad podrían haber hecho las cosas mucho mejor en beneficio de todos y todas, y no es menos cierto que su tarea esta repleta de errores y sin sentidos, pero como Jesucristo obró con Judas al que anunció su felonía antes de que sucediera, seamos capaces de perdonar aún a los que nos traicionan, y recordemos la palabra de Jesús en la Cruz: “Padre perdónalos porque no saben lo que hacen”. Seamos autocompasivos cuando reneguemos ante esta terrible situación hasta Pedro renegó tres veces y Jesús, en su inmensa magnificencia, le otorgo el perdón, no nos neguemos a nosotros mismos esa indulgencia.

Y lo más importante no perdamos la esperanza, anunciemos la “Resurrección” de un tiempo nuevo y diferente, hagamos lo posible para que sea mejor, más justo, más equitativo. Muchos como Santo Tomás negarán esa nueva etapa, ese nuevo “renacimiento” sentirán la imperiosa necesidad de “tocar para creer” seamos como las mujeres que se acercaron al Santo Sepulcro y gritemos con íntima convención: “El Señor ha Resucitado” y proclámenos esa nueva y autentica esperanza para la humanidad. Un mundo nuevo puede ser posible, en cierta medida, depende de cada uno de nosotros.

Feliz Semana Santa.