Economía
El entorno de Garoña languidece tras el cierre de la central hace cuatro años
La alcalde de Valle de Tobalina, Raquel González, demanda comunicaciones e infraestructuras para reactivar una zona que se muere
Han pasado ya casi cuatro años desde que la central nuclear de Santa María de Garoña, ubicada en la localidad burgalesa de Valle de Tobalina, cerrara sus puertas para siempre y dejara de producir energía eléctrica. Un tiempo en el que el desarrollo económico y social de esta zona se está viendo perjudicado y la población no deja de menguar. Un entorno que se muere.
La alcaldesa de Valle de Tobalina, Raquel González, reconoce que el futuro a corto plazo es complicado debido a la dificultad que tiene reconvertir una zona que dependió durante cuarenta años de la central, que generaba empleo directo e indirecto pero “frenaba cualquier actividad alternativa, porque había suficiente trabajo”, señala en declaraciones recogidas por Efe. Si bien, apunta que en ello están y apela al protocolo firmado por la Asociación de Municipios Afectados por Centrales, el Ministerio de Transición Ecológica y los gobiernos vasco y de Castilla y León, que ha permitido abrir esta semana, el 20 de mayo, un periodo para recoger propuestas para la reactivación de la zona.
Raquel González explica que se basa en los modelos utilizados para reactivar zonas mineras y la central nuclear de Zorita, cerrada en 2006. La alcaldesa del Valle de Tobalina asegura que los ayuntamientos ya tienen “esos deberes hechos” y esa información se remitirá al Ministerio y a la Junta de Castilla y León.
De hecho, los doce municipios de Burgos y dos de Álava que se encuentran en el radio de diez kilómetros en el entorno de la central, su área de influencia más directa, han trabajado desde el cierre de Garoña para elaborar un documento con algunas claves para frenar la despoblación.
El documento, que será remitido al Ministerio de Transición Ecológica y la Junta de Castilla y León, recoge proyectos de “desarrollo sostenible”, adecuados para estas localidades, todas ellas de pequeño tamaño, que necesitan, sobre todo, comunicaciones e infraestructuras, según la alcaldesa.
Raquel González cree que el protocolo será el primer paso para reconocer algunas necesidades que comparten con otras zonas rurales, pero son especialmente necesarias para el entorno de la planta nuclear, como la cobertura móvil con acceso a internet, para favorecer el teletrabajo y el turismo rural, y mejorar los accesos para favorecer la implantación de pequeñas empresas.
En todo caso, recuerda que aún hay tiempo para tomar medidas para reactivar la zona, porque el desmantelamiento de la planta nuclear generará empleo y actividad económica aún durante cerca de diez años
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