Cultura

“Mil historias en un volcán”, el recuerdo y homenaje a José María Calleja de la Feria del Libro de Valladolid

El periodista y escritor, que falleció de covid hace un año, era una persona “honesta, valiente, íntegra, con sentido del humor y con un gran corazón”

La concejala de Cultura y Turismo, Ana Redondo, entrega al hijo de José María Calleja, Mikel, una figura conmemorativa
La concejala de Cultura y Turismo, Ana Redondo, entrega al hijo de José María Calleja, Mikel, una figura conmemorativaGonzalo RicoAgencia ICAL

Una persona “honesta, valiente, íntegra, con sentido del humor y con un gran corazón”. Así definieron hoy al periodista y escritor leonés José María Calleja en su mesa-homenaje “Mil historias y un volcán”, que se celebró en el Salón Principal del Círculo de Recreo en el marco de la 54 Feria del Libro.

Sus compañeros y amigos Enrique Gavilán, profesor de la UVa; David Felipe Arranz, profesor de la Universidad Carlos III y escritor; Mayte Pagaza, política, activista y escritora y Asunción Esteban, profesora de la UVa y presidenta de Territorios de la Memoria-España, recordaron emocionados su vida, compartiendo vivencias, anécdotas e impresiones sobre su figura. La mesa fue moderada por el periodista y escritor Luis Miguel de Dios.

José María Calleja, que falleció en abril de 2020 por coronavirus, empezó su carrera periodística a principios de los años 80, donde trabajó en la delegación de la Agencia EFE en el País Vasco y en Euskal Telebista (ETB), coincidiendo con una de las etapas más sangrientas de la historia de ETA. Fue señalado como objetivo de la banda terrorista y contó durante años con protección de escolta. Con el libro ‘Arriba, Euskadi, la vida diaria en el País Vasco’ ganó el Premio Espasa de Ensayo en 2001.

Calleja dejó una honda huella en Valladolid y, sobre todo, en sus compañeros de Facultad, ya que antes de cursar Ciencias de la Información en la Universidad Complutense se licenció en Historia en la de Valladolid, una época en la que ya destacaba por su carácter combativo y solidario, tal y como ha reflexionado Luis Miguel de Dios en su intervención.

Enrique Gavilán también ha compartido el carácter “combativo” de Calleja, “un volcán y alguien apasionado y cariñoso”. “Conozco a pocas personas que hayan sido tan queridas como él”, ha asegurado. Todos estos rasgos se traducían en una “gran empatía” y en una “sensibilidad para comprender a los demás”.

De hecho, para Enrique Gavilán una de sus grandes características, además de su integridad, era lo gran observador que era, algo que le convertía en un “gran narrador”. “Su compromiso con todo lo que le rodeaba era muy profundo. No se adaptaba a lo que se esperaba de él. Elegía hasta el final”.

Tras sus palabras intervino Asunción Esteban, también profesora de la Uva y amiga y compañera de Calleja, quien, emocionada, aseguró que acudía a este homenaje porque “él nunca me dijo que no”. “Yo tampoco lo hice, aunque a veces me llevara a situaciones complicadas”.

Estaban rememoró su papel como líder estudiantil, “imprescindible en los años finales del franquismo y los primeros de la transición”. “La dictadura nos impuso una amnesia y todos necesitábamos a una persona como Calleja para crear conciencia y movilizar a las personas, con una potencia arrolladora y un gran compromiso”. “José María recordaba aquella época como apasionante, pero también como muy triste”.

Su sentido del humor “capaz de reírse de sus dramas” ha sido otra de las cosas que se han destacado durante la mesa homenaje, en la que la palabra “compromiso” ha estado muy presente.

Este compromiso le venía “de familia”, explicó Asunción Esteban, tras contar que su tío paterno, Domingo Fernández Pereiro, fue fusilado junto a Juan Rodríguez Lozano, abuelo del ex presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el barrio leonés de Puente Castro el 18 de agosto de 1936.

“A todos los que teníamos a familias en las cunetas nos tocó recuperar la memoria de las víctimas y darles dignidad. José María, con 18 años, ya estaba comprometido con los derechos humanos. Por eso, en el País Vasco fue capaz de denunciar los actos del terrorismo a su manera, y eso era la herencia de darle nombre a las víctimas para devolverles la humanidad”, relató.

Otra faceta que destacó fue su feminismo y la necesidad de tener un lenguaje inclusivo, porque siempre ha querido estar “al lado de las víctimas”. Finalmente, subrayó que la muerte de Calleja no ha sido “muda” porque todos necesitamos de su “grandeza, honestidad y humanismo cívico”.

Por su parte, David Arranz comentó su carácter libre. “Era tan sabio como humilde. Había algo en él que conectaba con el ser auténtico, una persona verdaderamente noble”. También ha subrayado su “humanidad”. “Era el hombre más cariñoso del mundo y un lector compulsivo”.

Para finalizar, expresó el sentimiento de “orfandad” que le ha generado su muerte por la “generosidad hasta extremos inimaginables” que tenía. “Ojalá no caiga en el olvido su ejemplo. Siempre sacó lo bueno del ser humano, incluso cuando estaba amenazado de muerte”.

Pagaza, también muy cercana a Calleja, resaltó la necesidad de que se lean todos los libros de este periodista y que se repasen sus entrevistas, porque así se recupera a la “gente que es auténtica”. “Es muy importante leer ahora sus libros, porque han crecido y mejorado y dan perspectivas inéditas e insólitas”.

En su intervención precisó cómo Calleja le ha acompañado en momentos importantes. “No me pienso despedir de José María, porque me sigue aportando apoyo en situaciones complicadas. Y eso no significa que no sea un duelo, es un duelo de cariño”.

“Es necesario que estas generaciones conozcan a José María, porque pueden tener rasgos en común con él y desarrollar y mejorar su legado. Los demás no nos podemos permitir todas las cosas que hacía, porque no somos tan valientes ni tan generosos”. “Hizo que fuera posible dar la vuelta a esa sensación de miedo no declarado que había en el País Vasco y, por eso, ahora estamos obligados a dejar un mundo mejor”.

Maite Pagaza se quebró en el momento en el que ha recordado cómo Calleja siempre estaba cuando se necesitaba más cariño. Tras una pequeña pausa relató las “pequeñas victorias y tragedias” compartidas con él y ha acabado su intervención con un “hasta luego, nos vamos viendo en tus libros y en los jóvenes a los que has educado”.

Después de estas palabras tan emotivas toda la sala se levantó con un amplio aplauso por la figura de Calleja. Como broche final la concejala de Cultura y Turismo, Ana Redondo, entregó a su hijo, Mikel, una figura conmemorativa en recuerdo de este acto. Al recogerla, quiso destacar la pasión de su padre por respetar a todas las personas. “Todos merecemos ser respetados y reconocido”, concluyó.