Sociedad
Dentro de la desgracia y la tragedia humanitaria que trae una guerra, en este caso la invasión rusa en Ucrania, por las muertes, la huida de personas para salvar su vida y la destrucción que suponen, hay siempre historias extraordinarias que dignifican la condición humana.
Y una de ellas es la que va a unir de por vida a Paredes Nava con los once refugiados ucranianos, seis mujeres y cinco niños, que llegaban este sábado huyendo de los bombardeos rusos a Kiev a esta localidad palentina que les ha abierto los brazos así como con otros cinco que llegarán a lo largo de este domingo hasta un total de 16 que se sumarán a los once ucranianos que están asentados ya en Paredes de Nava desde hace tiempo. Ellos han sido quienes se movilizaban para intentar traer a familiares y han encontrado la colaboración necesaria en el Ayuntamiento palentino y en el proyefto Arraigo para traer a sus compatriotas.
En Paredes de Nava se han encontrado con un pueblo volcado, solidario y conmovido por lo que está ocurriendo, y que ha querido mostrar así su apoyo y compromiso con el pueblo ucraniano. «Sois nuestros nuevos vecinos», decía, visiblemente emocionado, el alcalde de la localidad, Luis Calderón, orgulloso y satisfecho de que el pueblo haya podido aportar su granito de arena ante esta tragedia del pueblo ucraniano.
Enrique Martínez, del Proyecto Arraigo, explicaba el miedo y el cansancio acumulado de todos estos días y todo lo que han dejado en sus ciudades. En ese sentido, compartía una anécdota que muestra el apoyo ciudadano de todos los países. Y es que, la furgoneta en la que iban tenía siete plazas, pero viajaban ocho ocupantes. “Nos paró la policía alemana y al vernos a todos y dar los documentos de identidad, hicieron la vista gorda. Nos acompañaron y colaboraron con nosotros. La gente en Europa está volcada”, explica en declaraciones recogidas por Ical.
«Son amigos y paisanos, madres y niños que han podido salir y que están agradecidos de tener un techo en el que cobijarse y estar seguros», señalaba, por su parte, Eugenia Lisova, una de las ucranianas asentadas en Paredes, impulsora de la iniciativa junto a su marido y que hacía de traductora de una de las refugiadas que acaban de llegar.
Una de ellas es una mujer muy joven que ha viajado con sus dos hijas, -la mayor, Kira, cumplió ocho años ayer durante el viaje- y su madre, y que con la voz entrecortada agradecía la ayuda que les han prestado para estar a salvo y la amabilidad con que les han recibido. ”El 24 de febrero nos despertamos con el sonido de las alarmas y hoy todavía no nos creemos que haya una guerra”, decía, muy emocionada, en declaraciones recogidas por Efe.
Tras recorrer más de 5.400 kilómetros de viaje, reconocían estar muy cansados pero agradecidos por la acogida y la amabilidad con la que les han recibido, decían entre lágrimas y aplausos de los vecinos. Los 16 ucranianos se alojarán en una vivienda municipal con capacidad para catorce personas yen otra casa que ha cedido un vecino en la que pueden vivir otras seis personas.
El alcalde explica que ahora queda regularizar la situación de estos refugiados y que los niños puedan ir al colegio y las mujeres puedan estar cómodas.
Al respecto, el primer edil señala que ha hablado con la Subdelegación de Gobierno y la Junta para normalizar la situación de todos los desplazados. “Necesitamos a los vecinos ucranianos que ya vivían en Paredes, porque el gran problema es el idioma y la forma de comunicarse. De su mano y con su ayuda, se irán regularizando todos los trámites y del papeleo en el ámbito sanitario y educativo.
“Esperemos que esta estancia se la más corta posible, ya que significaría que se ha declarado la paz en Ucrania y puedan regresar a sus hogares”, finalizaba.