Economía

El sector taurino ve la luz

Tras dos años de espanto, los empresarios y ganaderos de Castilla y León confían en recuperar esta temporada el número de festejos previo a la pandemia

Varios mozos corren delante de los toros durante el pasado Carnaval del Toro de Ciudad Rodrigo
Varios mozos corren delante de los toros durante el pasado Carnaval del Toro de Ciudad RodrigoJ.M.GARCIAAgencia EFE

Buenas noticias para el sector taurino de Castilla y León, que empieza a ver la luz al final del túnel tras dos años de espanto debido a la crisis sanitaria del coronavirus. Y es que los empresarios y ganaderos de la Comunidad que se dedican a este mundo confían en que esta temporada que arranca sea similar a la que se registró justo antes de la pandemia en cuanto a número de festejos, que fueron 2.337 festejos, por los 68 de 2020 y a los 358 del pasado año.

De hecho, hasta en municipios como Peñafiel, en Valladolid, donde tradicionalmente solo hay festejos en agosto coincidiendo con sus fiestas patronales en honor a la Virgen y San Roque, se van a celebrar este mes de mayo que se avecina, concretamente durante los días 14 y 15, sábado y domingo, hasta dos encierros y capeas en su tradicional coso medieval, ya preparado para tal efecto, en lo que se han denominado como Toros de Mayo.

“Hay muchas ganas de volver a ver toros”, asegura el presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia (UCTL), el burgalés José Antonio Bañuelos, en declaraciones recogidas por Ical, optimista porque ve que la expectación va creciendo a medida que se van confirmando y conociendo los carteles de las ferias más importantes, y lo mismo ocurre con los festejos populares.

No obstante, Bañuelos advierte de que todas las ganaderías de lidia se han resentido, incluso algunas han desaparecido, dado que al parón por la pandemia, se ha sumado en los últimos meses un incremento de los costes de producción “insostenibles”. El presidente de la UCTL recuerda que desde la organización se recomendó de forma general reducir un 30 por ciento el número de vacas nodrizas y, a la vez, fueron muchos los astados que se malvendieron a los mataderos.

Bañuelos también reprocha al Gobierno que España que les diera la espalda mientras algunas comunidades autónomas como Andalucía, Navarra y Castilla y León pusieron en marcha ayudas específicas, el Ministerio del Cultura, que ingresa del sector 140 millones anuales en IVA. Y, “por si fuera poco -recuerda- tuvimos que luchar en Bruselas contra la discriminación sectaria del Grupo de los Verdes en su intento de eliminar las ayudas a las vacas de lidia de la PAC”.

La opinión de Bañuelos también es compartida por Conchita Hernández, propietaria del hierro salmantino Domingo Hernández, que asegura a Ical que aunque el número de festejos se recupere esta temporada, las ganaderías de reses bravas tardarán años en superar los efectos de la pandemia y la situación límite con la que han tenido que luchar.

Asimismo, tiene que claro que pesar de las buenas perspectivas en cuanto a corridas y festejos, no llegarán a cubrir los gasto y costes de producción que tienen que afrontar.

Conchita Hernández también advierte que debido al elevado número de reses enviadas al matadero será difícil poder cubrir la demanda de astados. “En mi caso tengo claro que no voy a poder atender todas las demandas para festejos populares que estoy recibiendo” aseveró.

Pero además de la pandemia y el incremento del precio de los cereales y la energía, Conchita Hernández asegura que en su caso el peor enemigo de los últimos dos años han sido los lobos, dado que los repetidos ataques han provocado más de un centenar de bajas en su ganadería. “La situación ha sido tan insostenible que tuve que trasladar a otra finca el ganado que tenía en Chagarcía Medianero -localidad cercana a Alba de Tormes-.

El empresario taurino Martín Perrino, que gestiona la plaza de Arévalo (Ávila), también se muestra optimista y considera que este año se volverá a alcanzar el número de festejos populares previos a la crisis, aunque reconoce que la peor parte de la crisis la han tenido que afrontar las ganaderías.

Por su parte, el picador vallisoletano Pedro Iturralde, con 25 años de profesión a sus espaldas, reconoce que han sido dos años muy duros, especialmente 2020, dado que el pasado año pudo trabajar en 31 festejos, “algo que en condiciones normales sería media temporada”, pero está convencido de que en esta temporada se rozará la normalidad, ya que los aficionados “tienen muchas ganas de volver a ver toros”.

No obstante, Iturralde reconoce que él se vio obligado a reinventarse y cuando dejaron de llamarle para torear decidió, junto a su hermano, abrir un estanco en Valladolid. “Yo necesita torear para vivir, y no me quedó más remedio que buscarme otro forma de vida. Después de 25 años viviendo de los toros, en febrero del pasado año cobré mi primera nómina que nada tenía que ver con los toros”.