Sociedad
Fallece a los 90 años Clemente Castro, el primer Luguillano
Padre del torero vallisoletano David Luguillano, durante siete décadas ha estado consagrado a la tauromaquia como diestro y apoderado además de ganadero y empresario
Clemente Castro Sanz, fundador y primer eslabón de la dinastía taurina de los Luguillano, ha fallecido este martes en Valladolid a los 90 años después de siete décadas consagrado a la tauromaquia en todas sus vertientes, desde torero y apoderado, hasta ganadero y empresario.
Padre de matador David Castro ‘Luguillano’, muy pronto abandonó sus estudios de Comercio en Salamanca para dedicarse por entero a su verdadera vocación, que comenzó a explorar desde las capeas populares hasta que logró enfundarse el traje de luces para debutar en 1958 en la madrileña plaza de Vista Alegre, donde repitió dos tardes más. Valiente, de repertorio variado y fácil conexión con los tendidos, en los carteles se anunció con el sobrenombre de Luguillano como devoto al tiempo que para acogerse a la protección de la Virgen de Luguillas, patrona de Mojados (Valladolid), donde nació en 1932 y se inició esta saga de matadores.
Tuvo buen ambiente en 1958 y continuó con altibajos hasta que en 1965 un astado le partió un brazo en Olmedo (Valladolid) y le obligo a una repentina y prematura retirada, pese a lo cual la enciclopedia taurina de Cossío reseña una actuación suya el 1 de febrero de 1976.Fue en Valdemorillo (Madrid), frente a reses de Rosa María Herrero y con Ángel Majano “Palomo II” y Pedro Fernández “Niño de Aranjuez” como compañeros de cartel.
Clemente Sanz abandonó los trastos pero no el oficio, ya que se aprestó a dirigir la carrera de sus hermanos: Santiago, doctorado en 1964 y que durante el verano de 1967 salió tres veces por la puerta grande de Las Ventas; y Juan Carlos, con alternativa en 1971 y de fugaz recorrido.
Durante los años ochenta, Clemente Castro supervisó los primeros pasos en la profesión de sus hijos David, matador desde 1990, y Jorge, quien lo dejó como novillero con picadores para dedicarse al apoderamiento y a acompañar a su hermano.
”Ha sido un hombre esencialmente bueno, noble, muy popular y de gran simpatía”, ha explicado a Efe el periodista José Luis Lera, de 90 años y decano de la crítica taurina en Castilla y León, como quedó acreditado en 2010 durante un homenaje público que recibió por parte de la afición.
En 1985, dentro de un homenaje a la dinastía, actuó en Valladolid con el resto de sus hermanos y sus dos hijos. Como empresario, organizó numerosos festejos populares principalmente en los pueblos de Castilla y León, y regentó cosos en Medina del Campo, Olmedo y Mojados (Valladolid), también en Valdemorillo (Madrid) y Arenas de San Pedro (Ávila), entre otros.
Muy cerca de su Mojados natal compró una finca para la crianza de reses bravas con las que suministró a los festejos populares de la zona y sirvió de entrenamiento a sus hijos
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