Cultura
Cuatro décadas sobre las tablas cumple este sábado Teatro Corsario para reivindicar la vigencia del teatro clásico a través de unos textos que también son música desde el verso, principalmente porque “impacta profundamente a los espectadores” y aborda “grandes temas e historias universales”.
Así lo explica a Efe el director de Teatro Corsario, Jesús Peña, una compañía vallisoletana que hizo de la lengua castellana y de los autores del Siglo de Oro su bandera, que apostó por los títeres para contar historias de sensualidad y misterio y que este sábado celebra su cuadragésimo aniversario.
”Llevamos a gala respetar a los autores, tratar la obra con mucho respeto y que lo importante se mantenga en cada representación, por lo que se puede cambiar la forma pero el fondo, las palabras, pocas veces hay que tocarlas”, explica Peña.
Los números le dan la razón: cuarenta años dedicados al teatro en los que han estrenado cuarenta cuatro obras y por las que, tanto la compañía como sus miembros de forma individual, han recibido cuarenta y un galardones entre los que destacan el premio MAX Revelación por ‘La Barraca de Colón’ (2007) y el Adolfo Marsillach ‘a una labor teatral significativa’ de la Asociación de Directores de Escena de España (2008).
Teatro Corsario comenzó su actividad en 1982 bajo el liderazgo de Fernando Urdiales –Premio Castilla y León de las Artes (2004) y director hasta su fallecimiento en 2010– con obras muy alejadas de la época clásica o de la España de los siglos XVI y XVII.
”Los primeros años fueron de búsqueda, de intentar encontrar una manera de trabajar y las primeras representaciones tenían un cierto carácter de vanguardia con textos de Lewis Carrol, Eugène Artaud o Peter Hancke”, explica Peña, quien se incorporó a la compañía en 1985.
No obstante, el cambio y los primeros éxitos llegaron con ‘Sobre ruedas’, en la que el grupo teatral adaptó los pasos de Lope de Rueda y a la que siguieron obras como ‘Edipo rey’, de Sófocles; ‘Tito Andrónico’, de William Shakespeare y ‘El caballero de Olmedo’, de Lope de Vega.
Fue una apuesta que a finales de los años 80 tenía aún muchos detractores por el uso que la Dictadura había hecho de los clásicos al convertirlos en “teatro de bandera”, y que provocaban un rechazo en una sociedad que aún se desembarazaba de los lastres del franquismo. ”Cuando empezamos con el teatro clásico nuestros propios compañeros nos preguntaba por qué hacíamos eso, pero luego ha sido lo que nos ha hecho dedicar la mayor parte de nuestra vida”, recuerda Peña.
La compañía encontró en este repertorio no sólo un nicho de mercado sino además un camino para la exploración artística y público dispuesto “a deleitarse con las cosas del pasado, con las enseñanzas de tiempos antiguos”.
Método Urdiales
La compañía, con un marcado carácter multidisciplinar, ha llevado sus producciones a los escenarios de Bélgica, Francia, Portugal, México, Ecuador, Colombia o Puerto Rico con una puesta en escena moderna y con un profundo trabajo actoral.
”Siempre hemos sido muy exigentes, tanto que no era divertido ensayar, sino que lo divertido era cuando lo mostrabas al público y triunfabas sobre las tablas, pero los ensayos eran muy duros”, reconoce Peña sobre una tensión que achaca “a la personalidad” de Urdiales.
El director recuerda con humor una cita de su antecesor –”os estáis quejando pero luego cuando viene el éxito ya está todo bien”- y apunta a ese alto grado de autoexigencia como una de las bases de la forma de trabajo del grupo.