Opinión

Agua fuente de vida, claridad, transparencia

Juan Pedro Medina

Son muchas las referencias y artículos divulgativos que, en estos días calurosos del mes de agosto en torno a San Lorenzo, hacen referencia al agua y en especial a la situación de sequía que está asolando España y también una gran parte del resto del territorio europeo. La trascendencia del problema invita a reflexionar sobre la crisis mundial del agua y la problemática del manejo de los recursos hídricos en el planeta.

Opiniones diversas que, en algunos casos con tintes marcadamente ecológicos, ideológicos y demagógicos se atreven manifestar que la sequía se debe a exceso en el regadío y no a la falta de lluvia, e incluso señalar cómo el fomento irresponsable del regadío por el Ministerio de Agricultura y de algunas comunidades autónomas está disparando el consumo neto de agua. Incluso, tienen la osadía de reiterar su petición al Ministerio para la Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco) para que reduzca sustancialmente el riego en la mayor parte del país.

Más grave es incluso que el secretario de Estado de Medio Ambiente, Hugo Morán, dependiente de este Ministerio se haga eco de estas afirmando: “La solución del Miteco ante la sequía: el país tiene que disminuir las hectáreas de regadío”.

Como ingeniero agrónomo, hijo de agricultor, enamorado del mundo rural, de sus tradiciones y costumbres, no puedo compartir opiniones carentes de rigor técnico y de análisis riguroso. El agua forma parte de nuestro patrimonio, genera riqueza, es necesario para la producción de energía y alimentos de calidad, y asienta población. Allí por donde los ríos transcurren, permiten que la población se refresque cuando hace calor, regar los campos que suministran alimentos de calidad y también poder disfrutar de buenos vinos, muchas veces ligados a los grandes ríos como es el caso del Duero en Castilla y León.

El agua, recurso escaso e irregularmente distribuido temporal y espacialmente, es indispensable para cualquier actividad industrial, agrícola o urbana, ya que promueve su desarrollo económico y social, siendo además fundamental para la vida del hombre y de todos los ecosistemas. Por ello, es necesario siempre, y ahora más que nunca, su aprovechamiento eficiente, racional y sostenible, de forma que siga proporcionando salud, calidad de vida y desarrollo económico y social a los ciudadanos de cualquier país, incluido España.

La solución a la crisis mundial del agua parte del progreso en la gestión técnica, científica y profesional de los recursos hídricos, mejora que exige también una gobernanza adecuada de las diferentes cuencas, en especial en el caso de España, que permita optimizar el recurso en el conjunto del país. Todo ello con el objeto de satisfacer las necesidades básicas de los seres humanos, su alimentación e higiene, sin alterar sustancialmente la calidad del medio ambiente y los ciclos naturales del recurso.

Se atribuye a J.F. Kennedy la frase “quien fuere capaz de resolver los problemas del agua, será merecedor de dos premios Nobel, uno por la Paz y otro por la Ciencia”. En España se luchó, incluso se mató, en tiempos pasados por el reparto del agua. Con el paso de los siglos, estas disputas no sólo no han cesado, sino que incluso se han globalizado.

Todo ello me permite afirmar que es más necesario que nunca un Pacto Nacional del Agua, con el establecimiento de un Plan Hidrológico Nacional y así lo defenderemos desde Castilla y León. También, a diferencia de algunas opiniones que he podido leer en estos días, las inversiones en nuevos regadíos, modernización de los ya existentes y retomar políticas inversoras que permitan incrementar la capacidad de almacenamiento y de reservas de agua, considero que deben ser actuaciones prioritarias e imprescindibles en los próximos años, y contemplarse en los diferentes planes estratégicos de programación que se establezcan a futuro, entre otros, y en el que más conozco que es el Plan Estratégico de la Política Agrícola Común 2023-2027.

En este sentido, desde la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural, seguiremos vigilantes en el cumplimiento de la planificación y proyectos previstos vinculados al uso del agua en la producción agraria y agroindustrial. Ya lo hicimos así en la última semana de julio, exigiendo al ministro de Agricultura que cumpla el compromiso con la modernización del Bajo Carrión en Palencia y tenemos la esperanza de que lo manifestado por el presidente de Seiasa, en la reunión celebrada con los regantes del Carrión en la primera semana de agosto, no se quede solamente en buenas palabras.

En la misma, el presidente de Seiasa, Rodríguez Mulero, ha ratificado la inclusión de las actuaciones en el marco de la Fase II del Plan de mejora de la eficiencia energética y sostenibilidad en regadíos del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, tal y como estaba previsto, y ha confirmado que el convenio para la financiación, ejecución y desarrollo de las obras se firmará a principios de 2023.

Nuestra exigencia no quedará limitada al caso del Bajo Carrión ya que, en Castilla y León, ya disponemos de proyectos de modernización de regadíos para más de 50.000 hectáreas y por ello hemos solicitado, mejor dicho, reiterado, una reunión con el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, para exponer la situación y conocer el estado sobre próximos convenios de colaboración con Seiasa. Encuentro en el que también queremos saber en qué consistirá la dotación adicional anunciada, de hasta 400 millones de euros, con fondos procedentes del PERTE Agroalimentario.

Asimismo, incidiremos en la urgente, y más que necesaria, celebración de la segunda reunión de la Mesa Nacional de la Sequía, ya que la primera se celebró el 4 de marzo y consideramos que ha pasado tiempo suficiente para analizar la evolución de la situación, que claramente ha empeorado en el conjunto de España, tanto respecto a la campaña actual, como para la futura planificación hidrológica.

También exigiremos al Gobierno, que apruebe de una vez por todas la modificación del proyecto redactado por la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), en relación con el nuevo regadío de La Armuña en Salamanca, que permitirá regar casi 6.500 hectáreas y dar certidumbre a cientos de regantes que deben planificar sus inversiones y siembras de cara a la próxima campaña. No serán bien recibidos nuevos retrasos o demoras que lastren la confianza depositada en revitalizar la zona y atender la demanda y la esperanza de la industria agroalimentaria. Con el agua y los regantes no se juega.

Tampoco cesaremos en nuestro empeño en demandar un incremento en la capacidad de embalse y de regulación de agua en Castilla y León, que es una de las menores de España. Incremento de capacidad no necesariamente ha de identificarse con grandes infraestructuras, y es una postura que, en mi opinión, debe replantearse para el conjunto de España con una apuesta decidida de Plan Hidrológico Nacional y Pacto Nacional del Agua, que permita la interconexión de cuencas y un uso eficiente del agua como recurso escaso y de un valor incuestionable.

Finalizo compartiendo las palabras de uno de mis profesores en la etapa de bachiller, el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, escritas en el día de la festividad de San Lorenzo, por las que nos convocaba a orar: “Pedir al Señor el don de la lluvia y trabajamos por el bien común de la Paz”. Lluvias que ese mismo día asomaron por buena parte de la Comunidad, en forma de tormentas, provocando en ocasiones daños, pero en general han servido para refrescar nuestros cultivos, pastos y montes amenazados por los incendios. También quiero compartir y reconocer el trabajo y esfuerzo de agricultores, ganaderos, agroindustria y otros agentes del sector que, día a día, trabajan de sol a sol para garantizar el bien común, en especial algo tan esencial como la alimentación y, con ello, por supuesto se refuerza la paz de los pueblos.