Rutas otoñales
Una escapada a Segovia, la ciudad del Acueducto, del Alcázar y del cochinillo
El viajero que se adentra por esta capital castellana descubre un auténtico museo al aire libre, que sorprende por su patrimonio y su gastronomía
Cuando hablamos de Segovia, inmediatamente a uno le llega a la imaginación su Acueducto romano, que siglos después, se yergue altivo en el centro de la ciudad, viendo desfilar el tiempo y a los miles y miles de turistas que se acercan y quedan asombrados ante semejante obra pétrea monumental. Pero no solo el Acueducto, que semejante atractivo es, disfruta esta capital, sino que cuenta con una ilustre catedral, un imponente castillo, su Alcázar, iglesias, el barrio de la Judería y, por supuesto, su famoso y único cochinillo.
Pero nuestra ruta empieza a los pies del Acueducto. Una obra monumental, piedra sobre piedra, conformada por 166 arcos, orgullo de todo segoviano y Patrimonio de la Humanidad. Más de 20.000 piezas de granito datadas del siglo I y con una altura que alcanza los 28 metros. Parte de su fachada nos la encontramos en la Plaza del Azoguejo, desde donde parten las principales arterias que conducen a otros edificios emblemáticos de la ciudad.
Nosotros cogemos la Calle Real, para poder pararse en el Mirador de la Canaleja, contemplar la Casa de los Picos, el Palacio del Conde Alpuente, el caserón gótico de la Alhóndiga o la Iglesia románica de San Martín, en la Plaza de las Sirenas, porticada con esplendorosos y centenarios capieteles. En estos lares también nos topamos con el torreón medieval de Lozoya, que deslumbra con interesantes exposiciones, así como el Museo de Arte Contemporáneo Esteban Vicente.
Parada obligada su Catedral, una de las más grandes y bellas de España, y denominada como “La Dama de los catedrales”, debido, en mayor parte, a su cuidado exterior florido de pináculos y arbotantes. De gótico tardío, su imponente fisonomía, al igual que el del Alcázar, sorprenden al viajero desde la lejanía, cuando se va aproximando hasta la localidad. Monumento solemne y sombrío, rematado con un buen número de elegantes arcos, columnas y bóvedas. Y en su exterior destacan sus gárgolas burlonas o sus blasones.
Atravesando los jardines del palacio llegamos hasta el Alcázar, baluarte defensivo siglos ha, y donde se vislumbra una primorosa vista hacia la lejanía. Un paseo por su interior nos lleva a conocer plazas blasonadas, tapices, armaduras, así como un rico patrimonio artístico, histórico y, sobre todo, arquitectónico. Es el recinto turístico más visitado cada año en Castilla y León.
Y ya puestos a pasear, hay mil y un recorridos que nos invitan a perdernos por el Barrio de la Judería, el Barrio de la Trinidad, el de los Caballeros o el Paseo del Salón. En el de la Judería, su entramado urbanístico se conserva prácticamente intacto y goza hoy en día de una la amplia oferta cultural, donde la cultura sefardí continúa siendo su principal bastión.
La ciudad de Segovia conserva diversos monasterios y conventos: el monasterio de Santa María del Parral; el monasterio de la Humilde Encarnación; el monasterio de la Inmaculada Concepción; el monasterio de San Vicente el Real; el monasterio de San Antonio el Real; el convento de San Juan de la Cruz; el convento de San José; el convento del Corpus Christi; el convento de Santo Domingo el Real; y el convento de San Juan de Dios.
Entre los representantes de la arquitectura civil segoviana puede citarse el palacete castellano Ayala Berganza de finales del siglo xv, declarado Monumento Histórico-Artístico. La ciudad cuenta con numerosos palacios medievales con fachadas, portadas, patios de columnas, escudos y torreones.
Pero, como no cabía de otra forma, debemos terminar nuestro recorrido por la capital segoviana, disfrutando de su gastronomía y si existe aquí un plato único y tradicional ese, sin duda alguna, es el cochinillo. Mesón Cándido o José María son dos excelentes opciones, donde siguen ofreciendo este plato a la antigua usanza. Unos mesoneros castellanos que sazonan sus platos con sabores rotundos y ancestrales.
Y es que hay otros entrantes y aperitivos de estas tierras como los torreznos, los chorizos de Cantimpalo, los judiones de La Granja o una repostería donde destacan las tortas de chicharrones, rosquillas, amarguillos o soplillos. Y todo ello, a una distancia de una hora en tren desde Madrid.
Pero también la cultura bulle en la capital segoviana con festivales artísticos de renombre, como Titirimundi, el Festival Internacional de Títeres que inunda cada rincón de la ciudad, el HAY festival, la Semana de Música Sacra, la Muestra de Cine Europeo de Segovia (MUCES), Folk Segovia, o la Carrera del Pavo, que congrega a cientos de personas para ver esta prueba única.
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