Mitos

Ninfas, monjes, espadas irrompibles y amores imposibles: Las leyendas del romano Lago Carucedo

Realidad o mitología, en esta laguna artificial construida por los romanos para lavar el oro que extraían de la zona se esconden increíbles historias que han pasado de generación en generación

Imagen del Lago Carucedo, en la provincia de León
Imagen del Lago Carucedo, en la provincia de LeónLa RazónLa Razón

Castilla y León es una Comunidad milenaria y con mucha historia detrás. Un territorio que puede presumir de contar con un patrimonio cultural, monumental y medioambiental incomparable, al que se suma un legado antropológico sin igual, y un mundo mágico repleto de pueblos abandonados, también de brujas, pasadizos secretos, castillos encantados y leyendas y mitos que han pasado de padres a hijos a lo largo de los siglos, y que aún hoy sobreviven y se han convertido, además, en foco de atracción turística.

Historias sorprendentes e incluso espeluznantes que están bajo nuestros tejados, en los bosques, que cualquiera puede encontrarse en un lejano lugar del páramo vallisoletano o en los montes de León, también en las sierras segovianas y salmantinas o en los lagos de la montaña palentina o de Soria. Historias que casi siempre surgieron a partir de un hecho real, pero que a lo largo del tiempo han ido adaptándose a otras situaciones para dar respuesta a las necesidades de quienes las transmitían, bien para obtener una moraleja, bien para explicar algún hecho curioso. Se trata de una zona o territorio en el que la imaginación es parte esencial y disfruta como un niño.

Y entre estas historias fascinantes, hay un lugar en Castilla y León declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, Las Médulas, en la comarca leonesa de El Bierzo, donde existe un lago que es especialmente rico en leyendas, puesto que cuenta con varias: el Lago Carucedo.

Un lago artificial construido en la localidad berciana de Carucedo por los romanos para lavar el oro que extraían de los auríferos de esta zona, tiene cuatro kilómetros de perímetro y nueve metros de profundidad para una superficie total que ronda las 57 hectáreas.

Un lugar paradisíaco, repleto de encinas, juncos y castaños, que está catalogado como reserva ornitológica, donde campan a sus anchas los patos, los somormujos y cormoranes e incluso alguna garza real, y que además es refugio también de urracas y estorninos.

Un espacio natural estupendo para los amantes del senderismo y que en verano, cuando el calor aprieta, es ideal para darse un chapuzón. De hecho, este lago es de los más visitados en El Bierzo durante el periodo estival para disfrutar de sus aguas y la naturaleza, pero también para adentrarse en las leyendas que rodean a este enigmático y misterioso lago berciano y quien sabe si poder ser testigo de algo fuera de lo común o enamorarse.

Y es que el amor está detrás de las leyendas que se cuentan del Lago Carucedo, algunas de la época romana, con un general romano y una ninfa como protagonistas.

Leyenda de la ondina Carissia
Leyenda de la ondina CarissiaLa RazónLa Razón

La Leyenda de la ninfa astur

Se dice por estos lares que esta última, la ondina de nombre Carissia, gozaba de una vida relajada en tiempos de la Gloriosa Roma, en concreto en el año 19 antes de Cristo, en los que conoció a Tito Carissio, un militar de éxito que había ganado muchas batallas, algunas de ellas en la comarca berciana, y se enamoró perdidamente de él.

La joven ninfa, de origen astur, una raza que los romanos debían dominar, no fue correspondida como quisiera y cayó en una profunda depresión. Tal fue su tristeza, que la multitud de lágrimas que derramó dieron origen al lago Carucedo, en cuyo fondo resplandece la ciudad de Lucerna cuanto los primeros rayos de sol salen durante la mañana del día de San Juan.

Un mito que, con el paso del tiempo, se ha ido actualizando añadiéndose nuevos datos, como en la noche de este día, el más largo del año, la bella ninfa Carissia emerge del interior del lago, muy bien puesta y acicalada mientras se peina su melena rubia con un peine dorado, con el objetivo de buscar a un guapo galán que la haga recuperar la sonrisa y olvidar al general romano. Un peine con mechones dorados que hay quien dice que se ha encontrado al reflejo de la luz para dar más misterio al asunto.

Si bien, en el libro Leyendas de León, de David Gustavo López, se da otra versión de este mito en boca de una lugareña, con Borenia, hija del Rey Médulo como protagonista, de la que el general romano se encaprichó. El hostigamiento de los romanos provocó el suicidio del Rey Médulo y las lágrimas de su hija provocaron una riada y la creación del lago Carucedo.

Leyenda del pecado del Abad

Otra leyenda dice que bajo las aguas del lago se encuentra la que fuera espada del paladín y sobrino de Carlomagno, Roldán, Durandarte o Durandal, conocida en España como la Duradera, que no se podía romper, y uno de los aceros medievales más famosos y apreciados de la historia. La espada Durandal acompañó a Roldán hasta su muerte en la batalla de Roncesvalles el 15 de agosto del 788. En los dos cantares (La Chanson de Roland y El cantar de Roncesvalles) se menciona que Carlomagno encuentra muerto a Roldán con la espada al lado.

Toque artesanal de campanas
Toque artesanal de campanasJCCMJCCM

Se cuenta que Roldán recibió esta espada a los 17 años al ser nombrado caballero. Un arma que guardaba varias reliquias y que decidió arrojar al lago Carucedo antes de morir para evitar que cayera enmanos enemigas.

Una leyenda más de espacio natural tiene como protagonista a un niño huérfano que apareció un día en la puerta de un monasterio cristiano de la zona que los monjes recogieron y cuidaron.

El niño se hizo mayor y se enamoró de una joven que vivía en el pueblo más cercano al monasterio. un amor que, además era correspondido por la muchacha, de la que, a su vez, estaba encaprichado el señor de Cornatel que era rechazado una y otra vez.

Pero un día el señor apareció muerto y todo el mundo culpó al joven niño huérfano de su muerte, por lo que tuvo que huir hasta que volvió muchos años después e ingresó como monje en el monasterio para curar su corazón roto de dolor.

Hasta que volvió a ver a su amada y sucumbió al hechizo del amor provocando la ira de Dios y que cayera una inmensa tromba de agua que se llevó todo por delante y de la que surgió el Lago Carucedo.

Desde entonces, se dice también que cada noche de San Juan, desde lo más profundo del lago, repican las campanas del monasterio por las almas de los difuntos.