Curiosidades

Así es el castillo de fantasía que levantó un vecino en un pequeño pueblo burgalés

Usó guijarros del río Nela como materia prima y trabajó en la obra los fines de semana y en vacaciones

Castillo de las Cuevas, en Cebolleros (Burgos) levantado por Serafín Villarán el pasado siglo
Castillo de las Cuevas, en Cebolleros (Burgos) levantado por Serafín Villarán el pasado sigloLa RazónLa Razón

La vida está llena de historias increíbles protagonizadas por personas anónimas que, empujados por un sueño, su ilusión y un coraje sobrehumano, han conseguido hacer realidad para sorpresa y, sobre todo admiración, del resto de los mortales.

Ahí tenemos el caso, y no muy lejano en el tiempo, de Justo Gallego Martínez, vecino de la localidad madrileña de Mejorada del Campo, que empezó a construir una catedral el solo con sus propias manos sin ser albañil y sin ninguna ayuda en 1961, tras ser expulsado del monasterio cisterciense de Santa María, en Soria, por estar enfermo de tuberculosis. Financió su trabajo alquilando o vendiendo terrenos heredados y con donaciones que recibía de vez en cuando y, a su fallecimiento, no existían planos ni proyecto de la obra. "Lo tengo todo en la cabeza», decía. La mayor parte de los materiales de construcción que utilizó eran reciclados. Usó tanto objetos de la vida diaria como materiales desechados por las constructoras y por una fábrica de ladrillos cercana.

Una gesta complicada de superar.

Si bien, en Castilla y León, y más en concreto en Las Merindades burgalesas, existe otro caso curioso e increíble, aunque en este caso no se trata de una catedral sino de un castillo.

Denominado como el castillo de las Cuevas, se encuentra en la pequeña localidad de Cebolleros, y su protagonista es Serafín Villarán, que en el momento de comenzar la obra allá por el año 1978 -hace 45 años-, contaba con 42, y no pudo ver finalizada su obra por cuanto falleció veinte años más tarde, en 1998. Si bien, fue su yerno Luis y su hija Yolanda los que continuaron con la misión emprendida por Serafín

Serafín utilizó como materia prima guijarros del río Nela y afán y tesón hicieron que pasara 20 años de dedicación a la construcción del Castillo de las Cuevas. De hecho, realizó la obra en fines de semana y vacaciones, ya que su residencia estaba radicada en la localidad vizcaína de Santurce.

Comenzó la construcción sobre unas antiguas bodegas en 1978 y con mucha paciencia y buen hacer fue poco a poco levantando este «castillo», que es más una vivienda particular de más de 300 metros cuadrados de superficie, con torres almenadas y un gran portón de entrada y que sorprende por su estilo tan peculiar y de fantasía, ya que parece medieval y modernista a la vez. Además, el interior es casi de cuento decorado por muebles de madera y cuenta con una chimenea.

 

hablamos de una arquitectura singular y personal de Serafín ya que no copia ningún estilo pero bebe de varios e invita a la interpretación de cada persona, por las formas redondeadas, las diferentes tonalidades de las piedras y la peculiar construcción de las torres que le dan ese toque medieval pero a la vez vanguardista.

Los familiares de Serafín custodian este obra de arte que firmaría casi el mismísimo Gaudí, quienes permiten acceder a esta fortaleza totalmente gratis aunque aceptan donaciones para mantener la estructura.