Educación
La Biblioteca más antigua de Europa está en una de las universidades más prestigiosas del mundo
El Rey Alfonso X El Sabio la fundó en el año 1254
Las bibliotecas son de los espacios más demandados por la gente que quiere adquirir conocimiento. Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE) se trata de "la institución cuya finalidad consiste en la adquisición, conservación, estudio y exposición de libros y documentos, así como el lugar donde se tiene considerable número de libros ordenados para la lectura".
Las primeras bibliotecas abiertas al público datan del siglo XVIII, de la mano de las congregaciones religiosas avecindadas en el país y de la labor desarrollada por la Biblioteca Nacional en cuanto a atención de público, pero la historia de las bibliotecas públicas como hoy las conocemos se inició en 1873.
Pero realmente estos lugares de conocimiento son tan antiguos como los mismos libros y la propia escritura. En sus orígenes tuvieron una naturaleza más propia de lo que hoy se considera un archivo que de una biblioteca. Nacieron en los templos de las ciudades mesopotámicas, donde tuvieron en principio una función conservadora, de registro de hechos ligados a la actividad religiosa, política, económica y administrativa, al servicio de una casta de escribas y sacerdotes. Los documentos se escribían en escritura cuneiforme en tablillas de barro, un soporte basto y pesado, pero que ha garantizado su conservación. Con el paso del tiempo las bibliotecas se convirtieron más en lugares dónde guardar y consultar libros, para pasar a ser las centros de acogida colecciones bibliográficas y audiovisuales que se ponen al servicio de los usuarios.
En Europa hay que irse al año 1254, que es cuando se fundó la primera Biblioteca, y se hizo en una de las universidades más prestigiosas del mundo. El primer centro de estas características de nuestro continente fue en la Universidad de Salamanca, fundada a petición del Rey Alfonso X El Sabio.
Un año más tarde, en 1255, el Papa Alejandro IV concedió validez universal a los títulos impartidos por la nueva Universidad y le permitió el uso de un sello propio.
Paralelamente, puede considerarse también como fecha de nacimiento de la Biblioteca Universitaria el año 1254, puesto que la Carta Magna de Alfonso X ya recogía la creación del cargo de Estacionario o propietario de una “Estación” de libros, retribuido por la Universidad y encargado de mantener ejemplares actualizados para la consulta. No obstante, es preciso esperar al siglo XV para que abunden las noticias acerca de la Biblioteca, que no alcanzó su primer esplendor hasta la segunda mitad del siglo XV y durante todo el siglo XVI.
La portada de acceso a la biblioteca, de estilo gótico, está situada en el claustro alto del edificio de las Escuelas Mayores, y fue labrada en piedra por los mismos artistas que esculpieron la portada de la Catedral Nueva de Salamanca, y la reja rede hierro colocada junto a dicha portada y destinada a cerrar el acceso a la biblioteca data de 1526.
La gran sala que ocupa la biblioteca sufrió una profunda transformación en 1749, aunque otros autores afirman que fue edificada en dicho año por el arquitecto José Isidro siguiendo las trazas de Andrés García Quintana,y está cubierta por una bóveda de lunetos y poligonal en sus extremos.
Los fondos bibliográficos abarcan libros, folletos, publicaciones periódicas, planos, mapas y materiales especiales, que se distribuyen en las siguientes clases:
- Fondo relacionado con Salamanca: Publicaciones salmantinas anteriores a 1958 y Depósito legal (1958-1982). Prensa y publicaciones periódicas salmantinas. Publicaciones de la Universidad de Salamanca (desde 1943).
- Legados y donaciones expresos.
- Fondos multidisciplinares universitarios de antigüedad intermedia (desde 1830).
- Fondo moderno de apoyo a la investigación.
Forman parte asimismo del patrimonio histórico vinculado a la Biblioteca General Histórica el mobiliario y globos ubicados en la Antigua librería.
Entre los manuscritos conservados en la Biblioteca sobresalen el “Liber Canticorum de la reina Doña Sancha”, de mediados del siglo XI, y el “Libro del buen amor”, del Arcipreste de Hita.
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