Laboral
Las claves de la incorporación de la mujer a la ingeniería industrial
En Castilla y León sigue avanzando y se sitúa ya en la media nacional
Poco a poco, sin prisa pero sin pausa, la mujer se está incorporando en Castilla y León al mercado laboral en el sector de la ingeniería industrial, aunque queda mucho por avanzar todavía, ya que aún se mantiene por debajo del 20 por ciento en la Comunidad, en concreto en el 19 por ciento, un porcentaje similar a la media nacional
Al menos así se desprende de los datos del Observatorio de la Ingeniería, basados en las estimaciones de los colegios de la Comunidad, que s ehan conocido este sábado durante un encuentro propiciado por los colegios de ingenieros industriales de Castilla y León, con motivo del ‘Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia’, que se celebra este domingo.
Aunque la presencia de la mujer es aún escasa, los datos revelan que se ha incrementado en los últimos años, sobre todo entre las menores de 45 años. Se trata de una profesión con un gran potencial de futuro, porque genera mayor valor añadido por unidad de trabajo, supone el principal soporte de las exportaciones y crea empleo estable y de calidad según se destacaba en este encuentro.
El nivel de la ingeniería española tiene un fuerte reconocimiento en toda Europa, ya que España es el quinto país con mayor producción industrial, si bien el peso en el PIB español ha descendido en 20 años del 19 al 14,7 por ciento, mientras en Alemania ha seguido creciendo y alcanza el 29, según desvela el informe.
Respeto profesional
“He tenido que ganarme el respeto de mi entorno laboral por mi capacidad profesional, pero no ha tenido nada que ver el hecho de ser mujer”, asegura la CEO de FBocanegra Máquinas Especiales, Ana Bocanegra, quien destaca el aumento de la presencia de la mujer y que la brecha fundamental está entre las mujeres de mayor edad”. Y señala que en su entorno personal las mujeres en la ciencia son mayoría.
Por su parte, la profesora e investigadora de la Universidad de León (ULE) Almudena Ortiz sostiene que uno de “los grandes pilares de la ingeniería radica en que, además de adquirir unas competencias profesionales reguladas, se desarrollan capacidad de razonamiento, versatilidad y capacidad de trabajo, imprescindibles para afrontar cualquier reto en la vida, tanto profesional como personal”.
En su opinión, las perspectivas de la ingeniería industrial “van ligadas a los movimientos socioeconómicos que se están viviendo y que se van a vivir en los próximos años”. “No es fácil adivinar, pero considero que dependerá del valor que se le dé a lo que habitualmente conocemos como cultura del esfuerzo. Sin esfuerzo, no hay resultados”, insiste.
En la actualidad y en el futuro, apunta, es importante “seguir formándose para ser más competitivo en el mercado laboral y poder optar a ocupar aquellos puestos de trabajo que mueven el mundo”.
Por su parte, Rosa Hidalgo, autónoma, que ejerce como freelance, defiende que la ingeniería le “ha permitido trabajar en diferentes campos”, adaptándose tanto a los tiempos como a su situación personal. “Cada nuevo proyecto es un reto y un nuevo aprendizaje. Aunque se está produciendo un cambio de mentalidad, nos falta poner en valor figuras de mujeres relevantes, de ingenieras industriales que han sido una referencia”, destaca.
Ana Bocanegra, Almudena Ortiz y Rosa Hidalgo coinciden en señalar que las mujeres que quieren dedicarse a este trabajo “deben saber que es una profesión que requiere mucho esfuerzo; pero si les gusta, que no tengan miedo”.
Y al mismo tiempo, añaden, es una profesión que aporta “fortaleza, seguridad y las herramientas para afrontar todos los retos de la vida, en gran medida, por su versatilidad”. En palabras de Hidalgo, “las capacidades de aprendizaje de la ingeniería industrial no la tienen otras profesiones”.
Una cuestión cultural
Por su parte, Ortiz considera que el bajo número de ingenieras responde más a una cuestión cultural y del papel de la mujer en la sociedad, que “se ha ligado tradicionalmente a la disponibilidad de tiempo, condicionada en muchas ocasiones por las expectativas de su vida en cuanto a la crianza”. “Pero creo que nuestro cerebro tiene la misma capacidad que el de los hombres para dedicarnos a la ciencia”, matiza.
Por eso, la clave, para Bocanegra, “pasa por la conciliación, pero no solo en la empresa, sino también en el seno de cada familia”. E insistió en que las empresas “quieren a las personas que mejor puedan desempeñar un trabajo, sean hombres o mujeres”.
Hidalgo señala que una de las claves hacia la igualdad “pasa necesariamente por una buena gestión del tiempo”: “Lo importante es hacer el trabajo lo mejor posible, no el horario de trabajo”. “Me di de alta como autónoma casi por obligación, pero al final soy autónoma por devoción; y a estas alturas no lo cambiaría por nada”, asegura, después de trabajar por cuenta propia desde el año 2002.
Si hay algo en lo que coinciden también las tres es en que no creen mucho en las políticas de cuotas. Son más partidarias de que las mujeres dispongan de las mismas posibilidades reales que los hombres, en cuanto a conciliación y un mercado laboral más flexible, que de establecer unos porcentajes.
“En cada puesto debe estar el que mejor pueda hacer el trabajo”, sostiene Bocanegra. “Se puede dar la circunstancia de que las mujeres seamos mejores y ocupemos más del 50 por ciento de los puestos de responsabilidad en una organización. Entonces, estaríamos también incumpliendo la ley”, concluye.
Castilla y León cuenta con cerca de 1.700 colegiados, de los que el 15 por ciento son mujeres, que ejercen la profesión de ingeniero industrial. Los colegios representan a los ingenieros industriales que desarrollan su actividad profesional en multitud de sectores, así como a alumnos de escuelas de Ingeniería. También trabajan de forma coordinada y directa con las administraciones públicas y la sociedad en general.
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