Cultura

Las conexiones de Sorolla con la escultura salen a la luz en una muestra en el Museo Nacional

"Sorolla y la escultura pintada" puede contemplarse en el Palacio de Villena hasta el próximo 25 de agosto

La pintura de Sorolla llega a Valladolid
La pintura de Sorolla llega a ValladolidIcal

La Fundación Museo Sorolla sigue celebrando el centenario del fallecimiento del pintor valenciano con su ciclo expositivo ‘Viajar para pintar’, que tras pasar por ciudades como San Sebastián, Toledo, A Coruña y Madrid, ahora recala en el Museo Nacional de Escultura, con sede en Valladolid. El Palacio de Villena acoge, hasta el próximo 25 de agosto, ‘Sorolla y la escultura pintada’, una muestra creada ex profeso para la ocasión, que se centra en los lienzos realizados por el pintor a partir de conjuntos escultóricos que, en la mayoría de los casos, pudo admirar a lo largo de diferentes viajes que realizó entre 1900 y 1910 por las ciudades de Segovia, León, Ávila y Burgos.

Los comisarios de la muestra, Elvira Guerra y Fernando Delgado, explicaron que la exposición establece “un diálogo bastante interesante entre ambas disciplinas”. Según relató Guerra en declaraciones recogidas por Ical, Sorolla visitó León en 1902 y 1903, Segovia en 1906 y 1907, y Ávila y Burgos en 1910, poniendo mucha atención en algunas “esculturas pintadas” que pudo contemplar en esos enclaves.

“Sorolla es un ávido pintor, viaja muchísimo y viajar le provee de temas. Esta muestra ha querido hacer un poco justicia a algunas esculturas olvidadas e incluye algunas piezas de su juventud, cuando se está formando, cuando viaja a Madrid a las exposiciones de bellas artes y también cuando viaja a Italia, además de contar, un poco como colofón, con algunas obras más introspectivas que realiza en su hogar al final de su vida, en los descansos en su taller o en los jardines de la casa palacete del Paseo General Martínez Campos, hoy Museo Sorolla, mientras preparaba los catorce grandes paneles que conforman ‘Visión de España’ para la Hispanic Society of America, en Nueva York”, detalló la comisaria.

Sus lienzos, apuntó Delgado, establecen una conexión “sobre todo estilística y a veces iconográfica” con las esculturas del Museo Nacional que conviven en la sala. Así, se puede contemplar una virgen con niño en ambos formatos o una recreación de una talla de San Juan Evangelista, además de ver reproducciones de las portadas de algunas iglesias que el pintor visitó en sus viajes.

‘Viajar para pintar’, detalló Guerra, pretende “llevar ciertas obras a los lugares donde Sorolla las pintó, para que esas piezas viajen como lo hizo en vida su propio autor”. Así, el proyecto arrancó el pasado año con una muestra en San Sebastián, cuyo hilo conductor eran sus veraneos allí, con pinturas dominadas por la elegancia con damas vestidas de blanco. En Toledo, el nexo fueron los paisajes castellanos, “tan influenciados por la Institución Libre de Enseñanza”, mientras que en el caso de A Coruña se centraba prioritariamente en la etnografía, con el impacto que en el artista produjeron las romerías gallegas, y cómo plasmó en sus obras la vestimenta de los devotos.

En el caso de Valladolid, la elección de la sede de la muestra condicionó el contenido, de forma que los comisarios han intentado “desvelar estas esculturas pintadas, que son lienzos, notas de color, que han estado en la mayoría de los casos depositados en los almacenes del Museo Sorolla, son que los pudiera ver el público”. “Queríamos dar a conocer este género que también abordó el pintor, más conocido por sus mares y sus niños corriendo en la arena”, apuntó Guerra, que adelantó que tras la muestra de Valladolid en junio abrirá sus puertas una muestra en el Museo de Palma, que recogerá parte de las obras que pintó en la cala del Cavall Bernat, antes de otra propuesta que llegará a finales de año a Sevilla.

Las visitas a Castilla y León

La comisaria relató los viajes realizados por Sorolla a varias capitales de Castilla y León en la primera década del pasado siglo. Según desgranó, visitó León en un par de ocasiones en 1902 y 1903, visitando la catedral para representar su interior. En octubre de 1906 es cuando conoce Segovia, en un viaje en el que lo pasó “un poquito mal”, debido al mal tiempo que allí encontró. “Se refugia mucho en los interiores y va a realizar obras como una inspirada en el sepulcro de Doña Beatriz Pacheco, un lienzo que en esta exposición cambia de nombre oficialmente, porque hasta hace poco se pensaba que reflejaba un sepulcro de la catedral de Burgos pero gracias a las redes sociales hemos podido confirmar que está pintado en la iglesia del monasterio de Santa María del Parral (Segovia)”, explicó.

En ese viaje, según contó, es cuando Sorolla conoce los jardines de La Granja de San Ildefonso, pero se ve obligado a marchar antes de poder pintarlos, por lo cual regresaría el verano siguiente, ya en 1907, para realizar “una de las joyas de la exposición”, a juicio de la comisaria, el lienzo ‘Árboles en otoño’, que nunca hasta ahora había sido expuesto al público.

Para documentar los lienzos pintados en Ávila y Burgos, los comisarios recurrieron a la correspondencia mantenida por Sorolla con su esposa y musa, Clotilde García del Castillo, que “iluminan los temas que a él le llamaban la atención”. Así sucede con un detalle que pinta “ con unas pinceladas vibrantes a toda velocidad” del retablo principal de la Cartuja de Miraflores, en Burgos, donde representa a la reina Isabel de Portugal, la madre de Isabel la Católica, con su santa patrona sentada detrás.