Historia

¿Cuántas piedras forman el impresionante Acueducto de Segovia?

Este 11 de octubre cumple 139 años desde que fue declarado Monumento Nacional por Orden Real

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Vecinos caminando bajo los arcos del Acueducto de SegovialarazonIcal

Este 11 de octubre es una fecha muy señalada para los segovianos. Allá por el año 1884 el principal atractivo de la ciudad, su Acueducto, fue declarado Monumento Nacional por Orden Real, una de las máximas distinciones que puede recibir un monumento en nuestro país. Pero muchos secretos y leyendas esconde esta impresionante estructura arquitectónica, como ¿cuándo se construyó? o ¿cuántas piedras lo forman? El segundo de ellos, según cuentan es fácil de saber, solo hace falta ponerte de frente y empezar a contar.

Dejando bromas a parte, según los historiados, los romanos utilizaron, nada más y nada menos que un total de 20.400 piedras o sillares de granito, para construir este Acueducto que cuenta con casi 30 metros de altura, y que fue una herramienta imprescindible para transportar el agua a lo largo de 16 kilómetros aprovechando los desniveles del terreno.

Su pendiente es de 0,3 por ciento en el puente y de un 5 por ciento de manera continuada a través de todo su recorrido. Además cuenta con 167 arcos que se apoyan en 120 pilares. Los arcos están constituidos por sillares, esas piedras labradas en forma de triángulo tan características. Lo más increíble de esta obra es que los sillares están unidos sin ningún tipo de argamasa, sino que se sostienen mediante un perfecto estudio de las fuerzas de empuje entre los bloques de piedra.

Existe alguna duda más sobre el año de su construcción, pero todo indica a que fue a principios del siglo II d. C., a finales del reinado del emperador Trajano o principios del de Adriano. La parte más visible, y por lo tanto famosa, es la arquería que cruza la plaza del Azoguejo, en la ciudad, lo que supone que fue el primer monumento romano en Hispania, que era como se le denominaba a España en esa época.

El Acueducto de Segovia condujo, hasta el año 1973, las aguas del manantial de la Fuenfría, situado en la sierra cercana a 17 kilómetros de la ciudad, en un paraje denominado La Acebeda. Recorre más de 15 kilómetros antes de llegar a la ciudad.

El agua se recogía primeramente en una cisterna conocida con el nombre de El Caserón, para ser conducida a continuación por un canal de sillares hasta una segunda torre (llamada Casa de Aguas), donde se decanta y desarena, para continuar su camino. Después recorre 813 metros (con una pendiente de un 1 por ciento) ​ hasta lo alto del Postigo (el espolón rocoso sobre el que se asentaba la ciudad en torno al Alcázar).

Antes, en la plaza de Día Sanz, hace un brusco giro y se dirige hacia la plaza del Azoguejo, donde salva la depresión con una arquería, que presenta todo el esplendor del monumento. En la parte más elevada mide 28 metros (con cerca de seis metros de cimientos) y tiene dos órdenes de arcos sobre pilares.

Desde la llegada a la ciudad hasta la plaza de Día Sanz hay 75 arcos sencillos y a continuación 44 arcadas de orden doble (esto es, 88 arcos), siguiendo después otros cuatro arcos sencillos. En el primer sector del acueducto aparecen 36 arcos apuntados, reconstruidos en el siglo XV para restaurar la parte destruida por los musulmanes en el año 1072.

En el piso superior, los arcos tienen una luz de 5,10 m, con los pilares de menor altura y grosor que los del piso inferior. El remate es un ático por donde discurre el canal conductor de agua (con una sección en forma de U de 180 x 150 cm). En el piso inferior, los arcos tienen una luz que oscila alrededor de los 4,50 m y los pilares disminuyen su sección de manera escalonada de abajo arriba, adaptándose el piso inferior a los desniveles del terreno; en la coronación tiene una sección de 1,80 x 2,50 m, mientras que en la base llegan a alcanzar 2,40 x 3 metros.

Sobre los tres arcos de mayor altura había en la época romana una cartela con letras de bronce donde constaba la fecha y el constructor.También en lo alto pueden verse dos nichos, uno a cada lado del acueducto. Se sabe que en uno de ellos estuvo la imagen de Hércules que, según una de las leyendas, fue el fundador de la ciudad. En tiempos de los Reyes Católicos se colocaron en esos dos nichos la imagen de la Virgen del Carmen y San Sebastián.

Sin embargo, hoy en día tan sólo se puede apreciar una réplica de resina de la primera talla, la cual fue sustituida en el año 2019,​ debido al importante deterioro que presentaba la imagen original tras estar casi 500 años a la intemperie, llegando incluso a sufrir algún desprendimiento. La imagen original de la Virgen, ahora restaurada, puede contemplarse en el museo de la Casa de la Moneda de Segovia.​ El 4 de diciembre, fiesta de Santa Bárbara, patrona del cuerpo de Artillería, cuya academia está en Segovia, los cadetes arropan la imagen de la Virgen con una bandera.

La arquería del Acueducto es el hito arquitectónico más importante de la ciudad. Se ha mantenido en funcionamiento a lo largo de los siglos y quizás por eso haya llegado hasta hoy en día en perfecto estado. En los últimos años ha sufrido un patente deterioro causado principalmente por la contaminación medioambiental y a los propios procesos de erosión del granito. El tráfico rodado de vehículos cerca de la infraestructura (que todavía circulaba entre las arcadas hasta 1992) y la realización de conciertos y actividades musicales de gran volumen a sus pies también son hechos que perjudican el monumento.

Para garantizar su supervivencia, se procedió a un minucioso proceso de restauración en 1992 que duró casi ocho años, bajo la dirección del arquitecto Francisco Jurado.​ Con todo, sigue expuesto a la contaminación, ya que se sigue circulando a escasos metros de él.​

En los últimos meses para garantizar su prevención el Ayuntamiento ha impulsado un decreto que prohíbe ciertos comportamientos que puedan poner en riesgo el patrimonio histórico de la ciudad, como es el caso del monumento romano, bajo multas que podrían ser de hasta 3.000 euros en el caso de que alguien decidiera subir al canal por donde circulaba el agua, pintar un grafiti o escalar por los sillares.

Construido por el diablo

Esto es lo que cuentan los libros de historia, pero la leyenda de la ciudad es otra, bien distinta, ya que según señalan fue el mismísimo diablo, y no Roma, el auténtico artífice de la faraónica obra. Según cuentan los segovianos, una joven aguadora, cansada de portar los cántaros por las empinadas calles de la ciudad, llegó a ofrecer el alma al diablo si a cambio le construía un acueducto que le llevara el agua a casa y le librara de tan penosa tarea. No tardó en materializarse la figura de Satán, que aceptó gustoso el reto y se comprometió a construir el puente en solo una noche. A cambio, el alma de la joven sería suya si conseguía acabar el trabajo antes de que cantara el gallo.

La segoviana rezó toda la noche para evitar el trance, mientras legiones de diablillos se empleaban a fondo colocando piedra sobre piedra y levantando la mole de granito. Pero las plegarias de la moza hicieron efecto, y cuando el gallo cantó, al diablo solo le quedaba una piedra por colocar. Dicen que los agujeros de las piedras son las huellas de las pezuñas de Lucifer, que huyó con rabia. En el hueco que quedó es donde está ahora puesta la estatua de la Virgen de Nuestra Señora del Carmen.

Para reforzar la leyenda, el escultor José Antonio Abella regaló al Ayuntamiento de Segovia una estatua de un diablo moderno que ha sido situada en las inmediaciones del Acueducto con fines turísticos, y que se ha convertido en la estatua más fotografiada por parte de los turistas.