Cultura
Esta impresionante iglesia es la primera porticada del Románico español
Fue construida en el año 1060
La riqueza patrimonial religiosa es inmensa en España. Nuestro país cuenta con monumentos de todo tipo, de todos los estilos, de todas las caraterísticas, pero una de las que más sobresale es el Románico. Muchos son los templos de este estilo arquitectónico que se desarrolló tempranamente en los siglos X y XI, antes de la influencia de Cluny, en los Pirineos catalanes y aragoneses, simultáneamente con el norte de Italia, en lo que se ha llamado «primer románico» o «románico lombardo». Fue un estilo muy primitivo, caracterizado por los muros gruesos, la falta de escultura y la presencia de ornamentación rítmica con arcos.
La arquitectura románica plena llegó a través del Camino de Santiago, la entonces más reciente de las tres grandes peregrinaciones cristianas creada después de que en el siglo IX se descubriera en Santiago de Compostela un sepulcro que, según se creía, encerraba los restos mortales del apóstol Santiago el Mayor. Fue un estilo auténticamente internacional, con un modelo, la abadía de Cluny, y un lenguaje común al del resto de Europa.
Muchos son las iglesias Románicas de nuestro país, pero en esta ocasión vamos a ir más allá y vamos a descubrir el primer templo porticado de estas características. Según la página web: https://www.arteguias.com/porticos.htm, los pórticos románicos constituyen un ejemplo vivo de la personalidad de un pueblo y su espíritu de libertad en contraste con una sociedad mayoritariamente feudal La presencia de pórticos románicos adosados a muchas iglesias es, junto al antiguamente llamado "románico mudéjar", lo más singular del románico castellano. Este espacio techado que cubre parte del atrio del templo y delimitado por arquerías.
Para entender el verdadero valor del pórtico románico hay que imaginar una Europa sumida en la sociedad feudal, donde las libertadas individuales se encontraban tradicionalmente conculcadas por las relaciones de vasallaje. En la Castilla meridional de los siglos XI y XII la situación era bien diferente. Además, al estar los pórticos unidos a la iglesia, con diferencia el edificio más importante de cualquier ciudad o aldea, fueron asimismo aprovechadas para todo tipo de actos cívicos, sociales, políticos y judiciales, además de como cementerio y lugar de refugio.
Pues el primer templo de estas características es la de San Miguel de la localidad soriana de San Esteban de Gormaz. Una población situada en el suroeste de la provincia de Soria, dista 69 kilómetros de la capital. Una y otra quedan unidas por la carretera N-122. Fue cabeza de una amplia comunidad de Villa y Tierra. Unos kilómetros antes de llegar a esta villa dejamos a la izquierda, por la variante de la carretera, El Burgo de Osma, ciudad episcopal. La trama urbana de San Esteban y su conjunto patrimonial denotan la importancia que el lugar tuvo durante la Edad Media.
San Esteban de Gormaz pertenece a una de las comarcas sorianas con mayor concentración de edificios románicos conservados. Históricamente, fue zona fronteriza entre los siglos X y XI entre musulmanes y cristianos, hasta que estos últimos se hicieron con ella al caer la fortaleza de Gormaz hacia el año 1060 en tiempos del rey Fernando I y la reina Sancha. Todavía se conserva parte del perímetro urbano amurallado, fruto del esfuerzo de ambas comunidades en defender una localidad expuesta por su favorable condición estratégica, al pie de un río Duero vadeable. Muy poco después de 1060 se levantaron las iglesias de San Miguel y del Rivero, dos de las cuatro románicas con las que contó esta población. Canónicamente ha dependido siempre de El Burgo de Osma, sede de la diócesis oxomense.
La iglesia de San Miguel debió erigirse muy poco después de la toma de Gormaz en 1060 , ya que en 1081 se data la galería porticada que se adosa al costado sur de la nave del templo. La fecha, ofrecida por uno de los muchos canecillos figurativos que sostienen su cornisa, se considera a día de hoy la de mayor antigüedad de aquel idiosincrático elemento estructural, tan presente en el oriente castellano. En origen, por tanto, el templo contó con nave única, cerrada mediante cubierta de madera, rematada por una cabecera de ábside semicircular y cortísimo presbiterio. Este modelo de ábside, cubierto con bóveda de horno en sillarejo y que sustituye al de planta rectangular, estará llamado a perpetuarse en el lenguaje del Románico de Castilla. De origen contó con la portada principal, al sur, y una portada menor al oeste.
Toda la iglesia, instalada sobre un campo de silos musulmán, ya amortizado, y fuera del espacio amurallado de la villa, se levantó en mampostería con encintado de sillares tan solo en vanos y esquinas. Al mismo tiempo, el interior del templo contó con una tribuna perimetral en altura que recorrió su nave, de uso incierto, a la que se accedía por una portada situada en el muro septentrional. Una torre, también románica, se adosó al norte del templo aprovechando la citada portada. Sus tramos bajo y medio, conservados, se fabricaron con buena sillería, y destaca la escalera de acceso, embutida en el espesor de sus potentes muros.
A finales de la Edad Media se abrieron arcosolios funerarios en los muros norte y sur, una tercera portada al norte, y se desmontó la tribuna elevada, cegando el correspondiente acceso. Esta operación logró liberar espacio para comenzar a enterrar en el interior de nave y presbiterio. Se habilitó la sacristía en la parte baja de la torre, prácticamente sobre sus cimientos, y se abrió, por debajo de la portada cegada, un nuevo acceso, rematado por arco conopial. La cabecera se embelleció con pinturas góticas, que se conservan parcialmente por debajo de la línea de cornisa. Finalmente, se instaló un coro de madera a los pies del templo, que se retiraría a lo largo del siglo XX, y se recreció la torre para instalar el campanario.
El cementerio exterior habilitado en el siglo XIX, al norte del templo, apenas alteró su entorno, que volumétricamente ha permanecido (en longitud, anchura y altura) prácticamente igual desde su construcción hasta el día de hoy.
De las iglesias románicas sorianas, la iglesia de San Miguel ha sido seguramente la más analizada si exceptuamos algún templo de la capital y la ermita de San Baudelio de Casillas de Berlanga. Ha sido así por su antigüedad y el carácter paradigmático de su galería porticada.
Este interés se ha vertido también en muy distintas intervenciones. Antes de 2007 el templo era una sala de exposiciones centrada en el arte románico y donde se acumulaba un rico lapidario romano y medieval. Desde ese año una intervención integral ha facilitado un mayor conocimiento del templo y ha acrecentado su importancia.
Después de estudios geotécnicos y petrológicos, y previo cateado, se procedió a la retirada de revestimientos, realizada por restauradoras, con el fin de rescatar el revoco románico, que se presumía extendido por la mayor parte de los muros. Así fue. Con él, aparecieron centenares de grafitos medievales, muchos de ellos situados a cuatro metros de altura, que permitieron reconstruir el trazado de la antigua (y hasta entonces) desconocida tribuna perimetral. Vinculada a esta actuación, y con el fin de localizar los apoyos de la citada estructura, se excavó el interior de la iglesia, lo que evidenció su muy intensivo uso cementerial.
Otras actuaciones arqueológicas se sucedieron en el exterior, constatando la necrópolis medieval de la galería y el entorno próximo del edificio. El fin último era eliminar las humedades que sufría el edificio, provocadas por la acumulación de tierras al exterior y su situación en un lugar de fuerte pendiente.
Diez años de intervenciones han permitido el rescate del antiguo solado de madera del que dispuso la iglesia al menos hasta el siglo XVIII, la contemplación de sus revocos, cuajados de grafitos medievales de muy variado tipo, la habilitación del acceso al cuerpo de campanas de la torre, la restauración de las pinturas de la cabecera, la correcta iluminación del interior y, finalmente, la adecuación de todo el entorno próximo del templo, que perseguía la citada eliminación de humedades y la accesibilidad a personas con problemas de movilidad.
Otros atractivos
Además de la Iglesia de San Miguel, la localidad soriana cuenta con otros monumentos, entre los que destacan:
- Puente de piedra: Se trata de un importante puente medieval de piedra con 16 ojos, basado en otro de origen romano que ha sido continuamente reparado y conservado (las últimas obras se han ejecutado en 2016). Se ubica en una zona bifurcada dando paso a dos cauces del río Duero separados por una isleta central, por lo que es un puente muy largo cuya dimensión alcanza los 200 metros y ocho metros de ancho.
Las referencias más antiguas datan de 1519, pudiendo incluso tener una torre para el control del pontazgo (impuesto para utilizar el puente) y, como venimos viendo con el resto de puentes, sufre innumerables reparaciones a lo largo de su existencia. Junto al puente existe un cuérnago que daba servicio a un complejo de molino (hoy convertido en una minicentral eléctrica). Actualmente es un puente muy transitado, puesto que es el único que une las dos orillas de San Esteban de Gormaz.
- Castillo: La fortaleza se alza sobre una elevación rocosa que domina la localidad del mismo nombre y el curso del río Duero, en la provincia de Soria. El castillo de San Esteban de Gormaz fue construido por los musulmanes y reformado por los cristianos. Después de ser conquistada por las tropas cristianas y repoblada en el año 912 por Gonzalo Fernández, San Esteban de Gormaz se vio atacada por Abderramán III en los años 917 y 920, siendo tomada en la segunda ocasión. Poco después fue recuperada por los cristianos, y perdida nuevamente por el conde García Fernández, hasta que finalmente, en el año 1011, Soleyman la entregó a Sancho García como parte del pacto por la ayuda recibida contra el Califato de Córdoba.
Durante la Edad Media San Esteban de Gormaz adquirió gran importancia, y Alfonso VIII celebró en el año 1187 las primeras Cortes de Castilla y de Europa en esta villa, que después pasaría por diversos dueños, como doña Berenguela, don Enrique, don Fernando, don Diego, etc..
San Esteban de Gormaz perteneció a la Comunidad o Hermandad de las Tres Casas (Osma, Gormaz y San Esteban), que según la tradición constituye la institución foral española más antigua y duradera (desde el siglo X hasta 1837) con organización y funcionamiento relativamente democráticos.
Según el Cantar del Mío Cid, a esta población fueron llevadas las hijas del Cid después de haber sido ultrajadas y abandonadas por los infantes de Carrión, en la llamada Afrenta de Corpes, cerca de Castillejo de Robledo. El castillo de San Esteban de Gormaz es de forma alargada y estrecha, y apenas quedan de él un largo lienzo de muro y algunos aljibes y construcciones subterráneas.
- Iglesia de Nuestra Señora de Rivero:Bien de Interés Cultural desde 1996. Adorada por los sanestebeños, esta iglesia alberga en su interior a la venerada Virgen del Rivero, patrona de la localidad, en cuyo honor se celebran las fiestas patronales y el día de la Concordia, el 1 de mayo, en el que 30 pueblos acuden a la villa con sus pendones y ofreciéndolos a la Virgen.
Se trata de una iglesia románica porticada del siglo XII, que sigue el modelo de su vecina San Miguel, y que se erige en lo alto de un altozano presidiendo majestuosa la localidad de San Esteban de Gormaz. Es de una sola nave, con ábside semicircular hacia oriente y galería porticada al sur. Añadidos posteriores son la sacristía, la capilla de San Lorenzo, el camerín de la Virgen y la espadaña. Curiosamente, la construcción de la sacristía ha permitido conservar intactos los elementos decorativos de la parte norte del ábside pudiéndose contemplar (se accede desde el interior del templo) el característico ajedrezado, la decoración de lo capiteles e incluso marcas de cantero con gran lujo de detalle.
La galería porticada, meridional, posee once capiteles, ocho hacia el sur y tres hacia oriente. Conserva originales los 5 arcos del frente meridional y los dos del costado oriental. Al igual que en la primitiva iglesia de San Miguel, predomina la decoración con personajes vestidos a la usanza islámica, la temática animal (rapaces con sus alas desplegadas, a veces devorando liebres, serpientes y cánidos, el león devorando a su presa) y las decoraciones vegetales.
En el interior del pórtico, a la izquierda de la portada de acceso a la nave, hay un arcosolio de siglo XVI integrado en el muro del templo, con arco carpanel y los escudos de Don Diego II López Pacheco y doña Luisa de Centurión y Bobadilla, el primero con cuarteles de los Pacheco y Enríquez y el segundo con las señas de los Cabrera, Mendoza, Bobadilla y Noroña.
Entre los escudos se puede observar una inscripción: “AQ(U)I IACE UIDAS/ PASCUAL Q(UE) EL/ OUEND L(A) AQ(I) L(A) MIS(A)/ LIDIAN SUS ARMAS”, que hace clara referencia a la Leyenda del Vado de Cascajar. La leyenda cuenta que Vidas Pascual, deán de la Catedral de Toledo, permaneció en misa en vez de ir a luchar a una gran batalla contra los moros. Entonces, un ángel se apareció en la batalla con su armadura y espada y dirigió la batalla por él. Esta leyenda ha sido registrada en tres ocasiones: Cantiga LXIII de Alfonso X (1277), un romance de Lorenzo de Sepúlveda (1551) y el Auto Sacramental nº 43 de Calderón de la Barca (La devoción de la misa) (1637). También se reproduce en una miniatura del Fortalitium fidei guardado en la Catedral del Burgo de Osma.
En el interior del templo se puede observar un retablo de 1626 con la Virgen del Rivero en el centro y una bóveda con pinturas del siglo XIII. Representan a Cristo en Majestad rodeado por el Tetramorfos bajo un cielo estrellado. Además, en el lado sur del muro encontramos la Capilla de San Lorenzo fundada por los Calderones en el s XVI. Frente a la puerta de acceso al templo hay un arcosolio funerario. El equipo de Soria Románica encontró, tras una gran imagen de una concha, un calvario gótico con Cristo Crucificado y tres figuras dispuestas simétricamente a cada uno de lados. En el vértice del arco apuntado encontramos representados al sol y a la luna. Se excavó el enterramiento de dicho elemento y se encontró al difunto con una moneda de 1443 en la mano. Lo que es digno de admiración es el impresionante coro de 1558, de estilo mudéjar, realizado en madera de pino de la provincia y mandado realizar por el Obispo Acosta, tutor dela iglesia y cuyo escudo está representado en la parte superior del frontis. Se dice que el escultor se fijó en la decoración floral de la galería porticada para realizar el majestuoso coro.
Las obras que se realizaron en 1853 para poder acceder mejor a la Virgen a la hora de vestirla y adornarla, sacó a la luz un sillar con una cruz esculpida. Al extraer la piedra se encontró un hueco donde descansaba una caja de madera que contenía a su vez una cajita de fresno con una reliquia de Santa Leocadia o Cecilia y un fragmento de tejido musulmán enrollado con una bolsa de lienzo dentro. El tejido fue a la Real Academia de la Historia en Madrid y el resto de hallazgos se volvieron a depositar en el lugar donde habían sido encontrados. El tejido musulmán resultó ser uno de los extremos del almaizar (turbante) de Hisam II (califa de la dinastía Omeya desde el 976 al 1013). La decoración se divide en tres espacios horizontales: la central es de color negro con 13 medallones octogonales (dos de ellos con figuras humanas y el resto cuadrúpedos y aves) y las 2 laterales muestran una decoración epigráfica con letras cúficas. Dice así: “En el nombre de Allah, clemente y misericordioso, la bendición y la prosperidad estén con el califa Hisam, favorecido de Allah y príncipe de los creyentes”, según informa la web del Ayuntamiento de San Esteban de Gormaz.
-Arco de la Villa: La única puerta que permanece de las que pertenecían al recinto amurallado se abre hacia el sur, al río Duero, justo en la ubicación entre los dos puentes que lo cruzan. Sirve, por lo tanto, de unión entre el Duero y la Plaza Mayor, ya intramuros.
- Casas Blasonadas: Las edificaciones de San Esteban de Gormaz se construyeron utilizando los materiales de la zona en función de la riqueza del propietario: adobe, madera y piedra. Son frecuentes las casas de adobe dispuesto a soga, tizón o espiga. Avanzando por la Calle Mayor se conservan casas nobles blasonadas que pertenecieron a importantes familias que coronaban sus fachadas con escudos nobiliarios.
Lo primero que llama la atención al abandonar los pórticos de la calle es una casa con una entrada en forma de arco formado por sillares, a cuyos lados, se han descubierto recientemente dos sillares con decoración visigoda que posiblemente pertenecieran a un templo cristiano.
También se pueden encontrar la casa de D. Cristóbal de Bermeo, el que fuera mayordomo del Marqués de Villena, D. Juan Manuel Fernández Pacheco (1650-1725). Su escudo, cuartelado, muestra en el primer y cuarto cuartel plata con un lobo de sable y en el segundo y tercero águila de gules. En esta casa se alojó, el 2 de octubre de 1679, el Cortejo Regio que iba a recibir a Mª Luisa de Orleans, esposa de Carlos II.
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