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Turismo

La impresionante villa medieval de poco más de 15 vecinos ideal para visitar en otoño

Su espectacular estampa seduce a los amantes de los "Pueblos Negro" españoles

Arquitectura popular de Peñalba de Santiago JcylJcyl

El otoño es el momento ideal del año para descubrir nuevos rincones. Ataviados de una buena ropa de abrigo y un calzado cómodo los grandes amantes del senderismo se preparan para conocer bellos parajes que no dejan indiferentes a nadie. Y algunos de estos espacios que deslumbran en estos días de menos luz, son los denominados "Pueblos Negros", y uno de los más espectaculares es una pequeña villa medieval de poco más de 15 habitantes, pero que deja enamorado a todo aquel que lo visita.

Los "Pueblos Negros" son localidades que se caracterizan por utilizar pizarra negra y piedra oscura para construir sus casas, lo que les confiere un aspecto oscuro y homogéneo. Este estilo arquitectónico se extiende a calles, puentes, fuentes y tejados, integrándose con el entorno natural de la zona.

Se trata de casas robustas con muros de pizarra negra y tejados del mismo material. Las ventanas suelen ser pequeñas y los portones de madera, que además forman parte de un entorno natural privilegiado y conservan sus costumbres y tradiciones.

Peñalba de Santiago

El pueblo medieval del que estamos hablando no es otro que Peñalba de Santiago, ubicado en el extremo sur de la comarca del Bierzo, en la región más montañosa del valle del Oza, se encuentra a una distancia de 17,5 kilómetros de la capital de El Bierzo, Ponferrada. El pueblo se eleva a 1100 metros de altitud, junto al Valle del Silencio.

Las características geográficas de un lugar tan aislado como los montes Aquilianos propiciaron, a partir del siglo IV, la llegada de eremitas y monjes anacoretas a estos valles. Este fenómeno eremítico tuvo como primer protagonista a San Fructuoso, que fundó entre otros, los monasterios de Compludo y San Pedro de Montes, muy próximos a Peñalba de Santiago.

Dos siglos después de las fundaciones de Fructuoso, una vez frenado el avance de la conquista musulmana y bajo la frágil protección de los primeros reinos cristianos, el Valle del Silencio conocería una nueva etapa de esplendorgracias a la figura de San Genadio. Nombrado obispo de Astorga, aunque ante todo era un eremita, Genadio llega a la Tebaida Berciana en el siglo X con la misión de repoblar la vida monástica, en decadencia tras la ocupación árabe, fundando el monasterio de Peñalba.

Después de abandonar el Obispado de Astorga, Genadio se retiró al monasterio de Peñalba, donde vivió como eremita durante 19 años más, en una de las cuevas del Valle del Silencio. Fue enterrado en el contra-ábside occidental de la iglesia, hasta que en el siglo XVI la Duquesa de Alba trasladó sus restos a Villafranca del Bierzo y posteriormente a Valladolid.

A mediados del siglo XIII, Alfonso IX cede todos los bienes del monasterio de Peñalba al cabildo catedralicio de Astorga. A partir de ese momento desaparecen las noticias relativas al monasterio, perdurando solo las referentes a la iglesia. En torno a la misma irá creciendo la aldea medieval de Peñalba de Santiago tal y como la conocemos hoy, que mantendrá el culto del templo mozárabe como iglesia parroquial, sin alterar su estado original.

Desde entonces, Peñalba de Santiago se mantuvo ciertamente aislado y con una población dedicada íntegramente a la ganadería y a las cosechas. No sería hasta la segunda mitad del siglo XX cuando empezaría a despertar interés por su arquitectura rural y su entorno, que fue declarado «Paraje Pintoresco» por decreto del 6 de junio de 1969.

El pueblo es Bien de Interés Cultural desde 2008 con categoría de Conjunto Etnológico, y desde 2016 también forma parte de la red de Los Pueblos Más Bonitos de España. La principal actividad económica de la localidad se basa en la restauración y el turismo rural, gracias a sus atractivos naturales y culturales, sus múltiples rutas de senderismo y por tratarse de uno de los mejores ejemplos de conservación de la arquitectura rural en El Bierzo, informa Wikipedia.

Principales atractivos

Una de las principales señas de identidad de Peñalba de Santiago es su arquitectura popular que comparte, en gran parte, con el resto de aldeas de la montaña de El Bierzo. Son construcciones caracterizadas por tejados (llamados enlosados) de pizarra; muros de piedra caliza-mármol; corredores en voladizo, muchas veces con acceso a través de escalera exterior, que pueden ser abiertos o, habitualmente, cerrados, debido a los rigores invernales; cuadra para ganado y caballerizas y/o bodega en el piso inferior.

Iglesia de Santiago de Peñalba

Además el pueblo medieval cuenta con una “joya arquitectónica” única en España, la Iglesia de Santiago de Peñalba. El templo perteneció a un monasterio fundado en las primeras décadas del siglo X y finalizada por el abad Salomón. Su existencia, como en tantos otros sitios, favoreció el asentamiento de pobladores y sus respectivas viviendas hasta constituirse en aldea.

Fue declarada Monumento Nacional en junio de 1931. Estaba terminada en el año 937 y se encuentra en la parte alta del Valle del Silencio, cerca de Ponferrada. El material constructivo es bastante modesto, constituido por pizarra y otros materiales de mampostería.

Al exterior, el edificio se muestra como un conjunto armónico de gran severidad pero atractivo por la superposición de diferentes volúmenes cúbicos, que enriquecen la aparente sencillez de la planta, en el que destacan el tejado de amplios aleros.

Santiago de Peñalba es una iglesia también de ábsides contrapuestos. El occidental parece que tiene igualmente un carácter funerario. Tiene una sola nave compartimentada en dos tramos. El más occidental se cubre con bóveda de cañón y en él estaría la entrada. El más oriental está cubierto por una cúpula gallonada y sería el tramo equivalente al transepto.

La puerta de acceso es el elemento más sugerente del exterior. Se encuentra en el lado sur y se constituye como un vano bíforo con sendos arcos de herradura pronunciada, al estilo califal, con recuadro de alfiz. El mainel central y las columnas laterales son de mármol y sus capiteles muestras formas propias mozárabes, es decir, imitando los acantos de los capiteles corintios romanos pero de manera más esquemática y sencilla. A imitación de muchas iglesias visigodas y asturianas, tiene una sacristía en cada extremo del transepto.

La cabecera es de un sólo ábside que está cubierto con cúpula gallonada y que tiene el perfil exterior recto y el interior de herradura. El arco de herradura que da paso al ábside, el arco triunfal, está enmarcado por un alfiz de influencia islámica.

En el interior, la iglesia está recubierta de pinturas murales datadas de la época califal. La pintura cubría originalmente todo el edificio, aunque ahora se conserva especialmente en los arcos de la cúpula gallonada de la nave central y en los dos ábsides.

Las pinturas poseen tres momentos diferentes, siendo el más primitivo coetáneo a la Iglesia, del siglo X, y fueron ejecutadas con la técnica de pintura al fresco sobre un motero de arena y cal; sobre el muro todavía húmedo se trasladó -utilizando el punzón, la regla y el compás-, el esquema compositivo; y posteriormente se aplicaron los pigmentos.

Entre los motivos pictóricos destaca el ladrillo fingido, además de otras pinturas con motivos vegetales y geométricos. El zócalo de almagra (pintura roja hecha a base de óxido de hierro de tipo arcilloso) es sorprendentemente similar al encontrado en Medina Azahara en Córdoba. Se trata de una decoración ejecutada con una excelente técnica y empleando unos pigmentos de gran calidad. Han sido restauradas parcialmente en el año 2004, un proceso que continúa en la actualidad.

En el interior de la iglesia, especialmente sobre las paredes del coro, se conserva una extensa colección de grafitos medievales: distintos grabados en estuco de figuras humanas, geométricas e incluso de animales. Se trata de una colección compleja y diversa, entendida como un reflejo espontáneo de la vida de los distintos moradores del templo.

Algunos grafitos corresponderían a pruebas realizadas por los monjes antes de transcribir dichos dibujos al papel, ya que el papel era un bien muy preciado. En otros casos, las obras se atribuyen a dibujos realizados por los monjes para entretenerse o incluso como reafirmación de la identidad personal.

En el conjunto destacan las figuras de dos leones, una escena de caza, la figura de un monje ataviado con espuelas de montar a caballo en posición de bendecir, o varios grafitos epigráficos que repiten el nombre de GĒNADII, en referencia a San Genadio.

Cueva de San Genadio

La Cueva de San Genadio es uno de los tesoros naturales y espirituales más fascinantes del Bierzo, ubicada en el mágico Valle del Silencio. La Cueva de San Genadio se abre en la roca a una altura que ofrece vistas privilegiadas del Valle del Silencio y de Peñalba de Santiago. El refugio natural es austero pero imponente. Al adentrarte en la cueva, es fácil imaginar al santo en oración, buscando en este lugar apartado la inspiración divina.

Canales Romanos

Los canales romanos del río Oza son parte de los canales que el Imperio Romano utilizó para desviar el agua desde los valles de Peñalba de Santiago hasta la mina de oro de Las Médulas.