Escapadas
La "metrópoli verde" que embruja a quien la visita junto a la cuna del castellano
Sierras, gargantas y desfiladeros forman parte de esta joya natural paradisiaca que supera las 33.000 hectáreas de extensión conocida popularmente como el "Nueva York de los Bosques"
En el norte de la provincia de Burgos, muy cerca del límite con Álava y en la preciosa Comarca de las Merindades, se encuentra uno de esos enclaves naturales paradisiacos que hay que conocer y disfrutar al menos una vez en la vida: el Parque Natural Montes Obarenes-San Zadornil.
Una extensa zona que supera las 33.000 hectáreas, en la que el amante de la naturaleza puede perderse y escapar uno o varios días del mundanal ruido de las ciudades para desconectar de la rutina diaria a través de sus sierras, hoces, gargantas y desfiladeros talados con el paso del tiempo por la erosión de los ríos Ebro, Oca y Turón, mientras disfruta de una amplia y variada flora, con multitud de especies de árboles entre los que destacan pinos, tejos, hayas, sabinas, abetos, secuoyas o robles que se alzan como rascacielos y forman calles e incluso avenidas y barrios enteros como en una gran metrópoli de color verde
Un espacio, que es resultado de su buena situación entre las regiones biogeográficas atlántica y mediterránea, en el que no faltan tampoco miradores como el Panorámico, el de Peña Carrias, el del Valle y el Los Barrucales, para quedarse embrujado un tiempo con esta maravilla de la naturaleza, rincones para el descanso en forma de plazas o una fauna en la que sobresalen aves como el búho o las lechuzas y donde instalan sus nidos aves rapaces como el buitre leonado, alimoche, águila real o el azor.
Un lugar singular y único en el mundo por esta especie de ciudad vegetal de la que está formada, que se encuentra a apenas un centenar de kilómetros de Burgos y cincuenta de Vitoria, que se ha ganado a pulso el nombre del Nueva York de los bosques. Un bosque repleto de bosques en los que, como en la Gran Manzana, nadie duerme y hay actividad todo el día.
Un enclave ideal para airear cuerpo y mente y desconectar a base de experiencias outdoor, dirigido también a los que buscan nuevas sensaciones y algo de aventura que pueden encontrar en al menos una veintena de senderos y caminos que vertebran el parque natural, navegando por el embalse de Sobrón.
Y una comarca, además, rodeada de lugares y pueblos en los que se ha tejido y labrado la historia de una Comunidad como Castilla y León. De hecho, muy cerca de esta Metr´poli Verde hay municipios con muchas historias por detrás, como es el caso de Oña, con su Monasterio de San Salvador mandado construir en el siglo XI por el conde Sancho García y donde descansan algunos reyes y condes de Castilla; Poza de la Sal, Santa Gadea del Cid; y Frías, la ciudad más pequeña de España, enclavadas entre las comarcas burgalesas de la Bureba y las Merindades. Castillos, murallas, iglesias, monasterios y salinas conforman parte de un gran legado medieval. Y muy cerca se encuentra también Valpuesta, donde se escribieron las primeras palabras en castellano.
La colegiata de Valpuesta – fundada a partir de una pequeña iglesia visigótica del siglo IX – es uno de los imprescindibles de este pequeño pueblo burgalés, que aparece rodeado de bosques, valles y montañas.
Este parque natural es una joya de Las Merindades que puede visitarse en cualquier época del año, y que siempre sorprende. Arroyo de San Zadornil, Villafría de San Zardornil o San Zadornil son las puertas de entrada hacia esta metrópili verde cuyos barrios se conforman tomando como referencia la agrupación de árboles de la misma especie, con calles sin tráfico pero con increíbles cruces de caminos en los que merece la pena detenerse para contemplar y respirar el aire más puro.
La visita ha de incluir el Centro de Interpretación localizado en el pueblo de San Zadornil, donde el turista pueda conocer a fondo toda la información necesaria para conocer en detalle esta urbe forestal, que incluye recorridos guiados, y donde se pueden alquilar e-bikes y realizar otro tipo de actividades de aventura.
Una visita, además, divulgativa, por cuanto quien se acerca a este parque pueden aprender, por ejemplo, cómo se agrupan las especies de árboles en función de la forma de sus hojas, si tienen forma de escamas de pez, de agujas, redondeadas o en punta de lanza, agujas.
Una zona también con mucha piedra que ver, de la mano de un patrimonio, en el que destaca el Románico como estilo, con la iglesia de San Saturnino como ejemplo.
El embalse de Sobrón es otro de esos lugares que hay que ver entre Vitoria y Burgos. Un pantano que recoge el agua que el Ebro vierte en él, con un precioso entorno moldeado por el río que ha creado un desfiladero de enormes paredes verticales para que las aves aniden en el que se puede pescar y navegar.
En la visita no puede faltar el ascenso al techo de los montes Obarenes: el pico Humión, situado a más de 1.400 metros de altitud, desde donde, junto a una cruz de hierro, se puede observar en su esplendor el valle de Tobalina, los montes Obarenes y la sierra de Arcena.
Y cerca también se encuentra el desfiladero de Pancorbo, un enclave que se conoce como la puerta de Castilla y por donde discurre Aquitania, el Camino de Santiago. Un lugar esculpido por el río Oroncillo, por el que han atravesado durante siglos desde romanos hasta peregrinos, ganaderos y comerciantes, y en el que se libraron numerosas batallas entre moros y cristianos.
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