Curiosidades
La perspicaz solución que se halló en Medina de Rioseco para cazar a un cocodrilo que atemorizaba a sus vecinos
Miles de turistas visitan cada año a esta localidad vallisoletana para fotografiarse con una escultura del animal
Muchas son las leyendas y mitos que existen en cada uno de los 2.248 municipios que forman Castilla y León.
Muchas de ellas escalofriantes, otras incluso cómicas, pero la mayoría curiosas y con un gran trasfondo detrás.
Es el caso de la leyenda que ocupa estas líneas y que tiene como protagonista al municipio vallisoletano de Medina de Rioseco y a un cocodrilo.
Y es que cuenta la leyenda que un cocodrilo de grandes dimensiones que vivía cómodamente en el río Sequillo tuvo en vilo a los habitantes de la conocida como Ciudad de los Almirantes, en los tiempos en los que se estaba construyendo la iglesia de Santa María del municipio.
De hecho, según parece, el reptil se dedicaba por las noches a derruir todo lo que se construía y se conseguía levantar durante el día para desesperación de los trabajadores y arquitectos del templo.
Si bien, también se contaba que se dedicaba a devorar todo cuanto había junto al río causando innumerables estragos en los cultivos de la zona de la ribera del río.
Los riosecanos de la época tenían pánico a ser engullidos por este animal y vivían atemorizados por si se encontraban con este cocodrilo gigante en cualquier momento y en cualquier lugar porque no querían ser parte de su dieta.
Así que, ante esta insoportable situación, los que mandaban en la época se reunieron para intentar buscar una solución e intentar recuperar la paz y la tranquilidad en la ciudad.
Y cuenta la leyenda que la única solución que encontraron y que creían única fue la de intentar capturar al reptil. aunque sin saber muy bien como. Pero entonces el problema empezó a ser quién iba a ser el valiente que se lanzara.
Nadie levantó la manos pero un preso condenado sí que se comprometió a dar caza al cocodrilo, pero cambio pedía que se le concediese a libertad.
La ingeniosa solución que utilizó el preso para conseguir su objetivo fueron unos espejos, ya que el animal, al verse reflejado, quedó paralizado ante su misma imagen durante un tiempo, el suficiente y necesario para que el condenado pudiera dar muerte al animal de una certera lanzada.
Y así fue como la felicidad y la alegría regresó a Medina de Rioseco.
Fuera de la leyenda, la realidad dice que el protagonismo de este reptil en la Ciudad de los Almirantes se debe a la labor de un vecino del municipio, Manuel Milán, quien viajó a América en el siglo XVIII en busca de fortuna y que llegó incluso a ser alcalde de la ciudad mexicana de Puebla.
En ese lugar, según cuentan, Milán compró la piel de ese gran caimán que posteriormente fue donado por un sobrino, de nombre Félix, a Medina de Rioseco convirtiéndose con el paso del tiempo en todo un emblema del municipio, según se contó en un artículo de La Voz de Rioseco firmado por Ángel Gallego.
Quien visite la localidad podrá ver una réplica de un cocodrilo en la principal avenida de la ciudad, la calle Mayor, y podrá quedar impresionado pero también impregnado de la leyenda.
Esta zona es una de las preferidas por los turistas para inmortalizar el momento en una foto, sobre todo desde que una empresa local decidiera convertir al animal en un suvenir o recuerdo de viaje bajo el título, no exento de guasa, de "Los auténticos cocodrilos del Sequillo".
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