Motor

Rolls Royce, Ferrari y Vespa se citan entre nostalgia y coleccionismo en Valladolid

Además de la pasión de los aficionados, estas ferias también sirven de punto de encuentro y de venta para vendedores de piezas de repuesto

Cartel promocional de Retro Valladolid 2025, el primer Salón del vehículo clásico, de época y colecciónREMITIDA / HANDOUT por FERIA DE VALLADOLIDFotografía remitida a medios de comunicación exclusivamente para ilustrar la noticia a la que hace referencia la imagen, y citando la procedencia de la imagen en la firma29/05/2025
Feria de Valladolid acogerá este fin de semana el primer Salón del vehículo clásico, de época y colecciónFERIA DE VALLADOLIDEuropa Press

Historia, nostalgia y una devoción casi religiosa es lo que empuja a los aficionados a los coches y motos clásicas a recorrer las ferias de vehículos 'vintage' que, por primera vez, llega a Valladolid a través de la primera edición de Retro Valladolid.

Un espacio de 25.000 metros cuadrados en el que Rolls Royce, Ferrari, Renault, los soviéticos Lada, vespas e incluso 'jeeps' de las II Guerra Mundial se dan cita en este evento que se inaugura este sábado y que se celebra hasta mañana en la Feria de Valladolid.

El promotor de la feria, José Enrique Elvira, ha explicado a la Agencia EFE que esta afición “va subiendo” cada año, en parte porque el automovilismo actual va hacia “unos determinados cánones tecnológicos que no son del agrado de muchísima gente”.

“Hoy prácticamente todo lo que sale de las fábricas a nivel de diseño está producido por ordenadores, antaño todo lo que se fabricaba se generaba en la cabeza de una persona, de ahí pasaba al lápiz y papel y después se fabricaba”, ha apostillado.

A la personalidad de los diseños, se suma el tipo de asistentes a este tipo de ferias, ya que junto al coleccionista que es capaz de recorrer “unos 150 kilómetros” para acudir a uno de estos eventos se une un visitante familiar e incluso nostálgico, que le dice a sus hijos “mira este es el coche que tenía papá cuando tú tenías dos o tres años”.

Además de la pasión de los aficionados, estas ferias también sirven de punto de encuentro y de venta para vendedores de piezas de repuesto, 'memorabilia' y vehículos que tienen como premisa tener una antigüedad superior a los 30 años.

Adrian Federighi, de la empresa Classic Cars 50 to 80, explica que en este momento “todo el mercado es europeo” y los coches “viajan para todos los países” de la Unión Europea, pese a que España cuenta con un buen mercado de coleccionismo.

"Hay gente que le gusta el Renault 4, el Seat 600,el Rolls Royce, o sea, cada coleccionista tiene su marca preferida o cada coleccionista hace su colección de acuerdo a sus experiencias, a una época, a coches que tuvo la familia, no hay lógica”, reconoce.

Federighi coincide en que los coches clásicos “tiene personalidad” en contraposición con todos los vehículos eléctricos y pone como ejemplo un Dodge Viper, un deportivo con “un motor de camión que rediseñó Lamborghini, que tiene una historia”.

Una afición que no es barata

Entre las marcas, además de una presencia prominente de Renault por su vinculación histórica con la capital vallisoletana por sus fábricas de motores (con coches de todas sus épocas e incluso los primeros coches patrulla de la Guardia Civil), también hay una destacada de presencia ciclomotores y motocicletas de marcas españolas.

Es el caso de José Manuel, que ha reparado su propia moto, ha señalado que además de las ferias y clubes de aficionados, en el caso de las motos clásicas existe un mercado de piezas de recambio que también funciona a través de Internet y que le pone en contacto con otros aficionados de fuera de España.

José Manuel reconoce que esta afición no es barata: "Te puedes meter en 5.000 euros, haciéndolo tú sin grandes manos de obra ni nada", pero explica que lo compensa por la historia de los propios modelos, como en el caso de la Montesa Impala, que fue "un hito en España" y que se probó en una travesía de 20.000 kilómetros que partió de Ciudad del Cabo (Sudáfrica).

A esta historia se une también los relatos familiares, porque aún hay “mucha gente que tiene en el granero o en el mismo pajar una moto, que a lo mejor tiene alguna moto que era de su familia y por el tema nostálgico, la recupera para restaurarla".