
Medio ambiente
El terror de los apicultores del norte de Burgos está de vuelta
Además, este año prevén una de las peores cosechas de miel de la historia en la zona debido a las temperaturas demasiado elevadas para ese entorno

Los apicultores de la cornisa cantábrica de Burgos están inquietos ante el regreso de su gran terror: el oso.
Un animal que en los últimos tiempos está atacando con más virulencia las colmenas en una problemática que temen se vuelva recurrente ya que no se trata de un macho itinerante sino de una osa con un osezno que se quedará en la zona.
"Creo que estos ataques se van a volver permanentes en esta zona", advertía este jueves Ángel Nava, apicultor de la zona afectada, durante la presentación de la Feria de la Miel de Brezo de Espinosa de los Monteros.
Al respecto, señalaba que tras los ataques de febrero y marzo, los apicultores creyeron que el problema había desaparecido, sin embargo, los registrados en las últimas semanas en tres colmenas de la zona de Valdeporres y Sotoscueva han demostrado lo contrario.
El análisis de los restos dejados en el colmenar más dañado, en Valdeporres, ha permitido a los técnicos de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León confirmar que se trata de una osa con su cría, lo que garantiza que los ataques persistan pues se quedarán en la zona, no serán itinerantes.
"La única defensa posible para las colmenas es la instalación de cercados eléctricos, los denominados 'pastores eléctricos', aunque eso supone incrementar el trabajo de los apicultores de forma notable", decía este apicultor, para quien estos cercados son mucho más potentes que los que se usan para el ganado vacuno, lo que implica que hay que tardar más en entrar y salir del colmenar.
Si bien, entre las desventajas, destacaba que se incrementa de forma notable el riesgo de incendio, por lo que hay que estar constantemente desbrozando la vegetación más próxima a esos cercados.
Al respecto, la vicepresidenta de la Asociación de Apicultores de Burgos, Yolanda Martínez, señalaba, por su parte, que se ha organizado algún curso para enseñar a los apicultores cómo se instalan correctamente esos cercados eléctricos y se impartirán algunos más en los próximos meses.
Ángel Nava insistía en que los osos tienen una gran movilidad, de hasta 20 kilómetros al día, y son "muy persistentes" por lo que si encuentran comida, en este caso colmenas, vuelven una y otra vez si nada se lo impide.
El calor, malo para la cosecha
La presencia de osos en la zona es uno de los problemas que tienen los apicultores de esta zona de Burgos, pero no la única, ya que este año se prevé una de las peores cosechas de miel de la historia en la zona, debido a las temperaturas demasiado elevadas para ese entorno.
También siguen sufriendo ataques de avispones asiáticos y temen la llegada de un nuevo ácaro que afecta a las colmenas y que ya se ha detectado en otras zonas de Europa
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