Sociedad

El vidrio soplado, ¿Patrimonio Cultural de la Humanidad?

La Real Fábrica de Cristales de la Granja confía en que la Unesco dé luz verde a su declaración en Botswana la próxima semana

Real Fábrica de Cristales de La Granja en Segovia
Real Fábrica de Cristales de La Granja en SegoviaLa Granja

La Real Fábrica de Cristales de La Granja espera expectante el resultado del Órgano de Evaluación de la Unesco, que se reúne en Botswana del 4 al 9 de diciembre. Hasta la república africana se desplazan representantes de la entidad, con sede en el Real Sitio de San Ildefonso, en la provincia de Segovia, con la esperanza firme de recibir la confirmación de que la Unesco declare la técnica del vidrio soplado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y su inscripción en la Lista Representativa al efecto.

“Tenemos puestas todas nuestras esperanzas en la resolución del Órgano de Evaluación de la Unesco, confiamos en una respuesta positiva ante la que estamos emocionados y expectantes por lo que supondrá para el oficio del vidrio soplado y todo lo que le rodea a nivel social, laboral, económico e incluso turístico”, destaca el presidente del Patronato de la Fundación Centro Nacional del Vidrio, Andrés Ortega.

Representantes de España, Alemania, Finlandia, República Checa, Hungría y Francia, impulsores de la candidatura ante la Unesco, se reunieron recientemente en la Real Fábrica de Cristales de La Granja de San Ildefonso, para ultimar detalles y analizar posibles acciones conjuntas de futuro una vez aprobada la declaración.

El esfuerzo y la labor desarrollada durante los últimos cinco años por el equipo de la Subdirección General de Protección del Patrimonio del Ministerio de Cultura, con el apoyo técnico de la Real Fábrica de Cristales y los otros cinco países promotores, que dio como

resultado el expediente que se presentó a la Unesco para su valoración, podría culminar con el resultado final esperado, la inclusión del vidrio soplado en Las Listas Representativas, como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.

Un veredicto favorable vendría a reconocer la importancia del vidrio en el avance de las civilizaciones. De este modo, recuerdan que gracias a este material se ha podido descubrir el mundo biológico microscópico o el universo más remoto. Aunque, sin duda, su mayor contribución a nuestra sociedad actual ha sido el de mejorar las comunicaciones, de manera inimaginable, gracias a la fibra óptica.

En el ámbito del vidrio artesanal, hasta hace una década, las fábricas de vidrio daban trabajo a un centenar de artesanos; sin embargo, el cierre de hornos y centros productivos se ha acelerado de forma imparable. De hecho, hoy en día, tan sólo dos centros mantienen su actividad, prácticamente inalterable, desde hace tres siglos, Vidrios Gordiola en Algaida, en Mallorca, y la Real Fábrica de Cristales de la Granja, en Segovia.

Sello de identidad

En el caso de la Real Fábrica de Cristales de La Granja, además, la actividad se lleva a cabo en un edificio declarado Bien de Interés Cultural y que fue creado originalmente para ese uso, la fabricación artesanal del vidrio.

En la actualidad, acoge no sólo los hornos de producción, si no también la Escuela y talleres sobre técnicas artesanales, así como un Museo, donde se pueden ver todas las técnicas artesanales.

Para el presidente del Patronato de la Fundación Centro Nacional del Vidrio, Andrés Ortega “la declaración como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad supondría un punto de inflexión para la técnica del vidrio soplado, el reconocimiento de un arte, de una labor milenaria que, en la Real Fábrica de Cristales de La Granja hemos conservado y ahora trabajamos en transmitir, a través de la formación”.

Aunque los antiguos maestros se han ido jubilando, han legado su conocimiento y maestría a un equipo de 15 sopladores y talladores que mantienen vivo este rico oficio artesanal que, de otra manera, hubiera desaparecido.

La inclusión de la técnica del vidrio soplado en la Lista Representativa de la Unesco como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad sería, sin duda, un gran impulso hacia la adecuada preservación de esta artesanía milenaria y su transmisión a las nuevas generaciones, además de un espaldarazo a un oficio que es sello de identidad en La Granja de San Ildefonso.