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Barcelona atiende más agresiones sexuales, pero las víctimas denuncian menos desde el juicio de La Manada

Las Urgencias del Clínic, centro de referencia en la ciudad, asisten a más de una víctima al día. El 55% tiene menos de 25 años

Balance de casos en la atención a mujeres víctimas de agresiones sexuales
Unidad de agresiones sexuales del Hospital Clinic de BarcelonaQuique GarciaEFE

La urgencias del Hospital Clínic de Barcelona atienden cada día a más de una víctima de agresión sexual. A dos, en agosto, mes en que se dan cita más fiestas, más festivales y más turistas. Allí se derivan a todas las víctimas de agresión sexual que dan el paso de acercarse a un centro sanitario. No son todas. «Muchas callan, no recuerdan, tienen miedo, vergüenza o son amenazadas», lamenta la enfemera coordinadora de Urgencias del Hospital Clínic y miembro de la unidad de agresiones sexuales, Teresa Echeverría. «Nunca sabremos el número exacto de agresiones sexuales que tienen lugar en Barcelona, pero visibilizar el problema, puede ayudar a una la víctima a pedir ayuda», dice.

Hasta el 31 de octubre, 336 mujeres y 60 hombres han pasado por el box especial de Urgencias del Clínic donde una enfermera y una trabajadora social acompañan a la víctima en todas las exploraciones. Son más del triple que en 2005, cuando entró en funcionamiento esta unidad. Ese año se atendieron 170 agresiones y este año, a falta de contabilizar noviembre y diciembre, otro mes donde se juntan fiestas y alcohol, se espera asistir a 475 víctimas, un 5,32% más que en 2018.

El 55% de las víctimas tenían menos de 25 años. Dieciséis eran menores, la más joven tenía sólo 16 años. La mujer más mayor, 83. En todos los casos, el agresor es un hombre y en el 69% de las agresiones hubo violación.

Aunque se acercan más a pedir ayuda médica, las denuncias han caído en picado desde el juicio mediático de «La Manada». En 2014, el 72,8% de las víctimas tenía intención de denunciar. Ahora, sólo denuncia un 51%, un 31% menos. La psiquiatra Lluïsa García-Esteve, presidenta de la Comisión de Violencia Intrafamiliar y de Género del Hospital Clínic, lo achaca «a la poca sensibilidad con la que la justicia trata a la víctima», una realidad que ha destapado el juicio de «La Manada». «Muchas mujeres nos dicen, literalmente, que no están dispuestas a pasar por el calvario de denunciar, ir a juicio, asumir los costes, volver a ver a su agresor y sentirse cuestionadas. Y muchas de las que dieron el paso, nos dicen que si llegan a saber por todo lo que tenían que pasar, no hubieran denunciado», lamenta.

«Una violación es un hecho traumático que impacta en el sistema nervioso de la víctima, destruye su integridad y la humilla», explica la psiquiatra. «Nosotros ayudamos a gestionarlo. Muchas mujeres quedan bloqueadas, pierden la autoestima y dejan de hacer lo que hacían, estudiar, trabajar o quedar con los amigos», prosigue. El 60% de las víctimas sufre un trastorno por estrés agudo que aparece en las primeras cuatro semanas. Y la mitad desarrolla un trastorno de estrés postraumático que puede convertirse en crónico o en depresión.

La prioridad, cuando llegan, es curar las lesiones y estabilizar su estado emocional. La atención dura entre 3 y 4 horas. Si hay riesgo de haber contraído una enfermedad de transmisión sexual –como es el caso del 27,5% de las víctimas atendidas entre enero y octubre–, el tratamiento se alarga tres meses. Además de ofrecer un teléfono, se contacta con las víctimas tras el alta hospitalaria para ofrecer atención psicológica. El tratamieno puede durar entre uno o dos años. El 32% de las víctimas siguen un programa de seguimiento. «El objetivo es que la vida vuelva a funcionar como antes de la agresión», dice García-Esteve. Por eso, el equipo está muy atento del juicio, en caso de haber denuncia, porque «un juicio puede dar al traste con meses e incluso años de tratamiento, más si la sentencia es desfavorable», alerta.

El perfil de la víctima: joven extranjera que no conoce a su agresor

Más de la mitad de las víctimas, un 52% son extranjeras. Muchas son estudiantes de Erasmus, turistas y jóvenes que están viviendo un tiempo en la ciudad, que no tienen un familiar cerca y tras la agresión vuelven a sus casas. El Clínic trabaja en red para poder hacer un seguimiento de estas chicas.

El alcohol y otras drogas aparecen relacionados con la agresión, aunque no hay que culpabilizar a la víctima. El 60% de las mujeres agredidas y el 70% de los hombres agredidos había bebido. Pero, además, en un 30% de las agresiones atendidas se sospecha que ha habido sumisión química.

La mayoría de las víctimas, siete de cada diez, no conocía a su agresor. Mientras que las violaciones en manada, tras un leve incremento se mantienen, representan el 3% de las agresiones en el caso de las mujeres y el 16%, en el caso de los hombres.

Ya no hay días de la semana en los que se disparen las agresiones. "Las víctimas llegan todos los días", constata Echeverría. "No hay un patrón, aunque la mayoría llega acompañada de familiares, amigos o los servicios de emergencias médicas", dice.

La mitad de las agresiones se producen en domicilios, aunque no necesariamente en el domicilio de la víctima. Un 28%, en la vía pública y un 9% en discotecas o bares. La mayoría acude antes de cumplirse 8 horas desde el suceso.