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Pasolini te responde

«Las bellas banderas» reúne las respuestas que el poeta y cineasta ofrecía a los lectores de la revista «Vie nouove» a partir de 1960

Pier Paolo Pasolini durante el rodaje de «Teorema», una de sus películas más célebres
Pier Paolo Pasolini durante el rodaje de «Teorema», una de sus películas más célebreslarazon

A veces nos da la sensación que aquellos autores que admiramos nos pueden dar la respuesta a preguntas a las que no sabemos encontrar una respuesta. Ellos nos ayudan a movernos por la vida como si nos dieran más oxígeno para poder respirar. Pero para eso tenemos que buscar su apoyo en lo escrito. En los años 60, una revista italiana pensó que eso era así, pero que no hacía falta irse a los clásicos muertos sino a aquellos que iban camino de ser clásicos en vida. Ese nombre era Pier Paolo Pasolini.

De la mano de Ediciones El Salmón llega «Las bellas banderas. Diálogo con los lectores», el primero de los tres tomos en los que se recogerán las conversaciones que el autor de «Teorema» mantuvo con los lectores de la revista «Vie nuove». El epistolario con aquellos que escribían a la redacción de esta publicación del Partido Comunista Italino se extendió hasta 1965. Posteriormente, en 1968 Pasolini volvió a retomar esta iniciativa, aunque esta vez en el semanario «Tempo» hasta 1970. Son diez años en los que Pasolini fue testigo de los numerosos cambios que se vivían a nivel político y social en su país.

Cuando comienza a trabajar en esta sección, en este consultorio sin censuras de ningún tipo, Pier Paolo Pasolini es ya una de las nuevas voces líricas más interesantes de Italia como ya ha demostrado con la publicación de «Las cenizas de Gramsci» o «El ruiseñor de la Iglesia Católica». Igualmente su pensamiento crítico y comprometido también se ha dejado ver en ensayos como «La poesía dialectal». Su filmografía arrancará con aplausos un año más tarde, en 1961, cuando estrene «Accatone».

En su presentación ante los lectores, Pasolini reconocía que para asumir este reto ha tenido que llevarlo simultáneamente con la preparación de tres guiones, el inminente rodaje de «Accatone, la corrección de las galeradas del volumen «Pasión e ideología», el redactado de su novela «Il rio della grana» que nunca concluirá, además de sus muchos artículos y poemas. «No tengo tiempo ni para respirar, (...) y me encuentro al borde del agotamiento: porque a todo esto hay que añadir la lucha continua y cotidiana contra las ofensivas de fascistas y clericales», escribe. Pero, pese a todo eso, Pasolini se mantuvo al habla y lo contestó todo: desde el cierre de prostíbulos a la petición de un joven sobre los poetas a los que tiene que leer pasando por el papel que debe tener el artista o un debate sobre si es mejor Dostoievski o Victor Hugo, así como la importancia del «Ulises» de Joyce.

Algunas de las preguntas parecen tener un eco actual. Es el caso, por ejemplo, de una carta en la que se habla del borrado de las inscripciones que todavía pululaban por Italia como resultado del sangriento paso del fascinsmo de Mussolini. Pasolini lo tiene claro: «Tienen razón los italianos en pedir medidas al gobierno y a los ayuntamientos para borrar las inscripciones fascistas de las pobres paredes rústicas de las primeras casas de los pueblos... aunque, en mi opinión, esas inscripciones bastan por sí solas para dotarlas de un significado histórico preciso: el ridículo».

«Las bellas banderas» son no solamente una manera de conocer mejor a Pasolini sino descubrirlo como nuestro consejero.