Política

La investidura de Sánchez

Las bases de ERC exigen una mesa “Generalitat-Estado” para apoyar a Sánchez

El 94,6 por ciento de los militantes de Esquerra votan a favor de impulsar una mesa de negociación a cambio de la colaboración en la gobernabilidad

La portavoz de ERC, Marta Vilalta
La portavoz de ERC, Marta VilaltaShootingLa Razón

Como era de prever, las bases de ERC han votado masivamente a favor de exigir un acuerdo previo con el PSOE para facilitar una investidura de Pedro Sánchez. En la consulta, que no era vinculante pero sí que tiene mucho peso para marcar el paso de las negociaciones entre republicanos y socialistas, ha participado el 70 por ciento de las bases (5.953 militantes votaron de los 8.700). El «sí» ha obtenido el 94,6 por ciento de los votos, mientras que el «no» ha concentrado el 5,4 por ciento. La portavoz del partido, Marta Vilalta, ha avisado de que a partir de ahora la pelota está en el tejado del PSOE, que «debe tomar una decisión y moverse».

La pregunta que se planteaba a la militancia era la siguiente: «¿Está de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto político con el Estado a través de una mesa de negociación?».

Tras esta votación, ERC se refuerza de cara a las negociaciones con el PSOE, que se reanudarán previsiblemente en las próximas horas (jueves). Las posiciones están manifiestamente alejadas: los republicanos han encarecido sustancialmente el precio de su apoyo con respecto a julio, cuando ofrecieron una abstención gratuita en la investidura fallida de Sánchez, y no parecen dispuestos a rebajar ni un ápice sus cuatro condiciones, que pasan por una mesa de negociación entre gobiernos, de «igual a igual» entre el Gobierno y el Govern; sin condiciones y abierto a todo tipo de propuestas –Esquerra plantearía el derecho de autodeterminación y la amnistía–; con un calendario para que el diálogo no se «eternice» en el tiempo sin alcanzar concreciones; y un mecanismo que garantice el cumplimiento de los acuerdos.

Sobre este último punto, Pere Aragonès, hombre fuerte de los republicanos, sugirió a través de un artículo en «La Vanguardia» que podría ser una consulta a la ciudadanía, para que ratifique cualquier acuerdo.

La votación ha tenido un doble objetivo: por un lado, ha permitido a ERC blindarse internamente, tras las tensiones que han rodeado toda decisión sobre la gobernabilidad del Estado –como explicó este diario, en la abstención de julio, hubo una gran división en la dirección–; por otro, marcar perfil frente a JxCat, que ha puesto el listón muy alto y puede usar estas circunstancias para sacar provecho electoralmente.

En este sentido, la líder de los neoconvergentes en el Congreso, Laura Borràs, ha desgranado esta mañana todas sus exigencias para colaborar en una investidura, aún más inasumibles para el PSOE: sitúan a Quim Torra y Carles Puigdemont como interlocutores para la mesa de negociación; reclaman mediadores internacionales; o piden la retirada de los recursos contra las iniciativas parlamentarias que defienden el derecho de autodeterminación. También reclaman el «fin de la represión» contra los líderes políticos catalanes y exigen una votación para que los «los catalanes puedan decidir su futuro».

JxCat está por ahora fuera de juego: niega haber recibido ninguna llamada del PSOE para emprender una negociación y sus ocho diputados no son determinantes para la investidura. Sin embargo, sus posicionamientos de máximos pueden influir en el desarrollo de las conversaciones que mantengan los socialistas y ERC. Más aún teniendo en cuenta que las elecciones autonómicas están al acecho.

De hecho, Vilalta ya ha dirigido esta tarde un dardo velado a JxCat: «No nos importa abrir camino. Otras formaciones se sumarán al acuerdo», ha asegurado, en alusión a la posibilidad de alcanzar una entente con el PSOE que pase por la apertura de una mesa de negociación y que, quizás ahora, pueda tener una lectura menos receptiva en el independentismo. Borràs, por la mañana, en diversas ocasiones ha aludido implícitamente a ERC, y ha dicho que ahora se ha terminado imponiendo la postura de su partido, que pasa por no prestar votos a «cambio de nada».

La CUP, con dos escaños, tampoco es determinante para la investidura y está guardando un perfil más bajo, aunque apuesta por el bloqueo y la ingobernabilidad.