Elecciones autonómicas
La negociación con Sánchez castigaría a ERC en las urnas
ERC vencería aunque se estancaría en 32 escaños y el partido de Puigdemont obtendría 31 diputados. El bloque independentista mantendría la mayoría parlamentaria gracias al crecimiento de la CUP
JxCat confirma su tendencia al alza en un clima todavía convulso en Cataluña y en medio de las negociaciones para la investidura de Pedro Sánchez, y, si se celebraran elecciones autonómicas ahora, atraparía a ERC, que pierde fuelle con respecto a los estudios demoscópicos anteriores, aunque calcaría los resultados de los últimos comicios catalanes (21 de diciembre de 2017). Esa es la fotografía que deja la encuesta de NC Report para LA RAZÓN, elaborada entre el 18 y el 22 de noviembre con 1.000 entrevistas, en la que el independentismo mantendría su mayoría en el Parlament gracias al crecimiento de la CUP e impediría un tripartito entre ERC, PSC y «comunes» o una alternativa constitucionalista, pese a la gran subida del PP y de los socialistas catalanes.
Las elecciones catalanas no tienen todavía fecha pero su margen de convocatoria se estrecha después del juicio a Quim Torra. Esa cita electoral, que depende también de la voluntad de JxCat –solo el president puede convocar los comicios– porque ERC está predispuesta a ir a las urnas, está condicionando cualquier negociación de los partidos independentistas con el PSOE para la investidura de Sánchez. Y, a tenor de los datos que arroja esta encuesta, el electorado independentista vuelve a premiar a las fuerzas más partidarias del bloqueo, como ocurrió el 10-N, una circunstancia que puede disuadir a Esquerra de facilitar el desbloqueo en España. De hecho, los republicanos han endurecido notablemente sus condiciones tras las elecciones generales.
En todo caso, más allá de la pugna partidista, el separatismo lograría la mayoría en escaños pero seguiría sin alcanzar su anhelado objetivo de superar el 50 por ciento de los votos. Entre las tres formaciones, concentrarían el 46 por ciento de los votos, mientras que entre las cuatro formaciones partidarias de la unidad de España (PSC, C’s, PP y Vox) obtendrían el 43.6 por ciento de los sufragios. El partido de Ada Colau, que ha diluido su defensa del derecho a decidir durante las últimas semanas, cosecharía el 7,7 por ciento.
El sondeo, que recoge los efectos de la sentencia del «procés», de las elecciones del 10-N y del juicio a Quim Torra –se celebró el lunes 18–, impulsa al partido de Carles Puigdemont tras meses bajo la amenaza de un hundimiento electoral. De hecho, en los sondeos elaborados entre diciembre y los días previos al fallo del Tribunal Supremo, JxCat rondaba el 15 por ciento de voto: ahora, en cambio, se dispara hasta el 19,2 por ciento. Sin candidato todavía escogido, aunque es una marca con un liderazgo férreo del propio Puigdemont, con este resultado acariciaría la victoria –se quedaría a un escaño de ERC–, pero seguiría sin igualar los escaños (34) que logró en las elecciones del 21 de diciembre de 2017, cuando también logró una remontada. Laura Borràs, tras superar el examen de las elecciones generales –consiguió un escaño más y 30.000 votos más, obteniendo el 13,68 por ciento de los votos totales–, es ahora quien más impulso ha tomado en la carrera por tomar el relevo como cabeza de lista de JxCat, aunque la sucesión está todavía muy abierta.
ERC no perdería diputados (32) con respecto a las anteriores elecciones autonómicas y vencería, pero sí experimentaría un retroceso en comparación con la mayoría de encuestas que han ido publicándose hasta ahora, que auguraban una victoria más holgada. En este sentido, en los estudios demoscópicos realizados entre diciembre y la sentencia adjudicaban un porcentaje de voto que rondaba el 25 por ciento, y ahora cae hasta el 21,2 por ciento. Los republicanos han logrado reeditar una victoria el 10-N, pero han acusado el desgaste que ha supuesto su giro moderado con un electorado todavía muy polarizado, más si cabe después de la sentencia del «procés». En este sentido, el desarrollo y desenlace de las negociaciones para la investidura de Sánchez también tendrán una influencia capital. Ahora bien, Esquerra tampoco ha definido aún su cartel electoral, que se debate entre Pere Aragonès y Roger Torrent. ERC, también es cierto, puede acusar la falta de proyección pública de su líder Oriol Junqueras, condenado y en prisión.
Con los siete diputados que conseguiría la CUP, que ya da por acabada esta legislatura y suspira por un adelanto electoral, el independentismo revalidaría su mayoría absoluta en el Parlament –alcanzaría los 70 diputados–. En este sentido, los anticapitalistas confirmarían también su tendencia al alza –lograron irrumpir en el Congreso con dos escaños–, ganarían peso en el bloque independentista y volverían a ser determinantes –la mayoría absoluta en la cámara catalana se sitúa en 68 escaños, y ERC y JxCat sumarían 63–. Los anticapitalistas se han caracterizado durante esta legislatura por hacer una dura oposición y han dado la espalda al Govern –no han colaborado ni en las cuentas de 2019 ni en las de 2020–.
Bien es cierto que ante la actitud de la CUP, los «comunes» podrían volver a ejercer de aliado potencial de un Govern independentista, pese a sus sustanciales diferencias con JxCat. El partido de Colau mantendría su influencia en el Parlament, con nueve escaños, uno más de los que tiene ahora. El partido morado, que ha conseguido retener la alcaldía de Barcelona y ha salido airoso de las elecciones generales –manteniendo los siete diputados en el Congreso–, afronta las elecciones catalanas con el reto de mejorar los malos resultados del 21-D. Para ello, la negociación de los presupuestos de la Generalitat con el Govern puede erigirse en un buen escaparate para la formación, donde puede adquirir un gran protagonismo en un ámbito de mayor carácter social y rentabilizarlo en la antesala de las elecciones.
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