Cataluña
Odas
Corría el año 1898 cuando el poeta modernista español, Joan Maragall, abuelo del expresidente de la Generalitat el “Molt Honorable Pasqual Maragall”, escribió una de sus obras más conocidas, la “Oda a Espanya”. Representante de un catalanismo con una visión de España integradora y respetuosa con sus pueblos, publicaría en 1908 su “Visca Espanya”, obra a menudo maliciosamente interpretada, en la que defendía una idea regeneracionista de un país plural.
Hace unos meses, viendo la gala de los Goya, tuve una especie de “déja vu” al ver la actuación de Rosalía. La artista catalana se plantó en el escenario con su versión del tema flamenco de los extremeños “Los Chunguitos”, “Me quedo contigo”, acompañada del canario “el Guincho” y de el “Cor Jove de l’Orfeó Catalá”, institución tradicionalmente vinculada al catalanismo cultural y político. La artista, internacionalmente reconocida, volvió a demostrarnos por qué se ha convertido en un fenómeno de masas. Un arreglo coral realizado por el compositor Bernat Vivancos, en el que el mestizaje honraba las distintas identidades de nuestro país. Quise ver en Rosalía, como en Maragall, un intento de despertar una conciencia colectiva que huya de una de esas dos Españas que nos “hiela el corazón” y que “se creen verdaderas”. Una mirada femenina que lucha por mostrar, desde su amor por lo que hace, dónde reside la verdadera grandeza de un país; que renuncia a la falsa gloria de la “sangre derramada” porque sabe que “dentro de las venas es donde la sangre es vida para los de ahora y para los que vendrán”; que no te obliga a elegir entre ella y tus ideas.
Allá donde la política es incapaz de hacer un cambio de mirada, el Arte, una vez más, demuestra que un ciudadanos puede mostrar más grandeza que miles de gobernantes. Rosalía nos regala otra oda a lo que puede ser pero no es.
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