Inseguridad ciudadana
La inseguridad en Barcelona remite tras la entrada del PSC en el Ayuntamiento
Tras el acuerdo con Ada Colau para gobernar conjuntamente hace medio año, los socialistas catalanes se han hecho cargo de la concejalía de Seguridad
La seguridad en Barcelona ha empezado a dar signos de mejora medio año después de la entrada al gobierno municipal del PSC. Aunque es todavía leve, algunos indicadores han empezado a dar muestras en ese sentido, después de que los índices de criminalidad se dispararan durante la primera legislatura de Ada Colau como alcaldesa –de hecho, la inseguridad se había convertido en la principal preocupación de los barceloneses–. Los homicidios y asesinatos se han frenado en seco tras un «verano negro» y los robos con violencia o las reyertas y apuñalamientos han disminuido, según informan fuentes policiales.
Son aún señales y todavía está a la espera que lo confirme el balance oficial del último trimestre del año, pero el cuerpo policial valora el giro que ha dado la política en materia de seguridad con la entrada del PSC en el gobierno municipal, que ahora ostenta la concejalía de Seguridad, en manos de Albert Batlle, con amplio bagaje en la materia (fue director de los Mossos d’Esquadra). En este sentido, aunque todavía vierten críticas por la falta de recursos materiales y humanos, defienden que ha habido cambios de calado, como el aumento de la presión policial.
Ahora, según ensalza el portavoz de CSIF (principal sindicato en la Guàrdia Urbana), Eugenio Zambrano, hay mucha más presencia policial en las calles, tanto preventiva como reactiva. Es decir, hay efectivos radicados en puntos concretos de la ciudad y otros patrullando, lo que mejora mucho la capacidad reactiva de los agentes –el tiempo que tarda en darse respuesta a cualquier suceso–. Esta circunstancia, explica, ha permitido mejorar la seguridad en la ciudad y argumenta que esto se debe, principalmente, porque la presencia policial es sobre todo «percibida por el delincuente». «No se trata de que la presencia policial sea percibida por el ciudadano de a pie, sino que sea percibida por el delincuente», dice.
A pesar de que la seguridad en Barcelona da señales de mejora, Zambrano prefiere guardar prudencia porque, reitera, la máxima responsable es Colau, es quien tiene la última palabra en las decisiones que se tomen. También considera que «falta un modelo policial» todavía por elaborar y mejorar los recursos humanos y materiales para poder mantener esa presencia policial en la calle. Para ello, ahora, el Ayuntamiento ha activado una convocatoria de 261 plazas en 2020 para ensanchar la plantilla de la Guàrdia Urbana (ahora ronda los 3.000 agentes), aunque es insuficiente, a juicio de Zambrano, que pide 400 para el año que viene (y 1.500 más en total).
El portavoz de CSIF también hace énfasis en los recursos materiales y, por encima de todo, sitúa las pistolas Taser, un intrumento que considera «clave» para la efectividad en determinadas operaciones policiales. «Ahora, para dispersar una pelea, necesitas muchos agentes con las herramientas que tenemos. Con una pistola Taser, no hace falta entrar en el cuerpo a cuerpo para reducir a alguien ni temer por hacer un uso excesivo de la fuerza y lesionarle», resume Zambrano.
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