Cataluña

Y Luis Buñuel cogió su fusil

Una casa de subastas de Barcelona saca a la venta algunos de los varios documentos de identificación con los que el célebre cineasta aragonés pudo dar rienda suelta a su pasión por las armas

Documentos de las licencias de caza de Buñuel
Documentos de las licencias de caza de Buñuellarazon

Además del cine y del surrealismo, Luis Buñuel nunca ocultó que le fascinaban las armas. Las coleccionaba y las guardaba en su domicilio de México D.F. Pero, evidentemente, para poder usarlas necesitaba las respectivas autorizaciones, la documentación que le autorizaba a usar armas de fuego. Es precisamente ese material el que forma parte de una subasta que se celebra estos días en la página web de Setdart.

El conjunto está formado por cinco documentos, algunos de ellos con la fotografía del cineasta aragonés y con su firma. Fueron expedidos por la Asociación de Caza y Pesca del D.F., y la Secretaría de la Defensa Nacional. Algunas de estas tarjetas de identidad incluso contienen las huellas dactilares del autor de «Viridiana» o «El discreto encanto de la burguesía».

Como se trata de una subasta pensada para la red, en el momento en el que se están escribiendo estas líneas el lote estaba en unos 1.200 euros, aunque los responsables de la venta esperan alcanzar unos superlativos 5.000 euros.

Estos objetos forman parte del goteo de documentos personales de Luis Buñuel que desde hace unos meses se trata de vender a precios en ocasiones demasiado elevados. La procedencia es siempre la misma: son los fondos que el recientemente fallecido realizador Juan Luis Buñuel guardaba en su domicilio de la capital francesa y vinculados con su celebérrimo padre.

En este diario se informó el pasado mes de agosto de la venta en una librería de París, Le Feu Follet, de diferentes papeles del cineasta, entre ellos el guion de su última película «Agon», escrito con su habitual colaborador Jean-Claude Carrière, y que nunca se llegó a rodar. Se ofrecía por 12.000 euros y a día de hoy parece que se ha vendido. El mismo establecimiento ha vendido algunas fotografías del archivo de Luis Buñuel, como el retrato que Man Ray realizó de Jeanne Rucar, la esposa del artista de Calanda, así como una imagen que Pepín Bello, su íntimo amigo en la Residencia de Estudiantes, dedicó a Alfonso Buñuel, hermano de Luis. Lo que no han logrado vender son las cartas que Alexander Calder escribió a Juan Luis Buñuel. Todo ello es parte de un legado que se ha perdido para siempre, ya disperso gracias a subastas y ventas de todo tipo a particulares con posibles.

A Luis Buñuel le fascinaban las armas. Él que se veía como un hombre de acción, pero que tenía los conflictos bélicos, no dejó escapar la posibilidad de proclamar públicamente su estima por las armas de fuego. Hay prueba de ello en algunos de sus escritos. En su biografía «Mi último suspiro», Buñuel proclama que «desde muy joven, tuve gran afición a las armas de fuego. A los catorce años apenas cumplidos, me había hecho con una “Browning” que siempre llevaba encima, clandestinamente, por supuesto... A veces cogía la pistola grande de mi padre y me iba al campo a hacer puntería». En el mismo libro confirma que «He poseído hasta 65 revólveres y fusiles... he practicado el tiro un poco por todas partes, incluso en mi despacho...No se debe disparar jamás en una habitación cerrada. Así perdí yo una oreja en Zaragoza».

Esa devoción por disparar tuvo testigos de peso. Uno de ellos fue el mismísimo Juan Luis Buñuel quien muchos años después de la muerte de su padre haría memoria: «Solíamos ir a menudo a un club de tiro, en la carretera de Toluca, a las seis o las siete de la mañana, a disparar con un rifle de gran calibre. Después nos esperaba un desayuno de huevos rancheros mexicanos, un café y un pitillo. Luego practicábamos el tiro rápido de pistola, contra silueta, hasta que regresábamos a casa a limpiar las armas. Él cargaba sus propias balas con bastante pólvora». Es indudable que a esas prácticas de tiro llevó algunas de esas tarjetas que ahora se ponen en manos del mejor postor.