Gobierno de España

Sánchez cede todo ante ERC: acepta un referéndum solo entre catalanes

El pacto PSOE- ERC obvia el marco constitucional, prevé la creación de una «mesa entre gobiernos» en 15 días y un «diálogo sin límites» sobre el «conflicto político»

Las bases de ERC avalaron ayer con rotundidad el acuerdo de investidura con el PSOE y dieron luz verde a la reelección de Pedro Sánchez como presidente del Gobierno, prevista para el 7 de enero. La entente recoge todas las exigencias que habían planteado los republicanos para desbloquear la legislatura y abre un nuevo horizonte político en Cataluña tras años marcados por la confrontación y el desafío a la Ley del independentismo. El pacto se desplegará de forma inmediata ya que prevé que la mesa de negociación entre Moncloa y la Generalitat se ponga en marcha en un plazo de 15 días tras la formación del ejecutivo español. El documento, de una página y media, incluye los dos puntos que había exigido ERC: el reconocimiento de que en Cataluña hay un «conflicto político» y la creación de una mesa de negociación formada por los dos gobiernos para abordarlo.

En el primer punto, ambas formaciones apuestan por activar la vía política y desbancar la «judicialización» para dar salida al «conflicto». «Partimos del reconocimiento de que existe un conflicto de naturaleza política en relación al futuro político de Cataluña», aseguran en el texto, y apuestan por resolverlo «a través de cauces democráticos, mediante el diálogo, la negociación y el acuerdo».

En el segundo punto, mucho más concreto, se desglosa el desarrollo de la mesa de negociación: la composición –estarán presentes el Gobierno y el Govern, aunque no precisa qué miembros participarán (son de libre elección)–; sin vetos al contenido, para que cada parte pueda plantear sus propuestas (de esta forma, ERC podrá incluir el derecho de autodeterminación y la amnistía para los presos); un calendario para establecer las reuniones; y, mecanismos de seguimiento y garantías para que se cumplan los acuerdos. La mesa de diálogo, además, según precisa el documento, se coordinará con otros espacios institucionales, como la comisión bilateral entre Generalitat y Estado.

Finalmente, los resultados de la mesa de negociación serán sometidos a una votación para que los ciudadanos de Cataluña lo refrenden. El objetivo es que el diálogo entre ambas partes arroje acuerdos que «cuenten con un apoyo amplio de la sociedad catalana». Si bien, el marco jurídico de esa votación ignora la Constitución –que no aparece en todo el documento–, como en la declaración de Pedralbes del 21-D de 2018, y se apuesta por enmarcarla en «los mecanismos previstos o que puedan preverse en el marco del sistema jurídico-político».

El documento, por tanto, constata meridianamente el viraje del PSOE tras las elecciones del 10 de noviembre, que arrancó con un acuerdo de gobierno de coalición con Podemos 48 horas después de la cita electoral. La negociación y el acuerdo con ERC para conseguir el apoyo para la investidura se ha convertido en una zancada más en este sentido y ha empujado a Sánchez a un terreno pantanoso. Sánchez, que había aparcado la mano tendida y había acrecentado su hostilidad con el independentismo en los últimos meses, ha rescatado ahora la vía del diálogo con ERC con una apuesta de máxima sensibilidad –aunque todavía es una incógnita cómo se materializará la mesa de negociación y qué alcance práctico tiene–. De hecho, el acuerdo, desvelado ayer tras mes y medio de herméticas negociaciones, no tardó en arrojar las primeras consecuencias: el Partido Regionalista de Cantabria, de Miguel Ángel Revilla, muy cercano a Sánchez hasta ahora –y cuyo apoyo se daba por hecho–, anunció de inmediato su «no» a la investidura del candidato del PSOE.

Mientras tanto, ERC, rodeada de una presión permanente durante las últimas semanas por parte de los sectores del independentismo más radicales, también ha plasmado su giro pragmático y agrieta la dinámica de bloques que se había instalado en Cataluña a raíz del «procés» –entre constitucionalistas y separatistas–. El partido que lidera Oriol Junqueras, además, consiguió una exhibición de unidad en la votación de ayer en el Consell Nacional, que tenía que dar el visto bueno a este acuerdo con el PSOE. El 96 por ciento de los militantes que participaron –196 de los 203 que votaron– respaldaron la entente. Todo ello después de que en las últimas horas, algún sector del partido –con escasa fuerza– había pedido públicamente el rechazo a la investidura de Sánchez.

Confirmado el acuerdo, el vicepresidente de la Generalitat y hombre fuerte de ERC, Pere Aragonès, reivindicó, de cara al independentismo, que Esquerra se había presentado a las elecciones generales bajo la apuesta de «forzar una negociación para resolver el conflicto político y conseguir una mesa de negociación», objetivo que consideró conseguido tras este acuerdo. «No nos da miedo negociar con quien piensa opuestamente a nosotros, porque creemos lo que defendemos», aseguró en una rueda de prensa posterior al Consell Nacional, celebrado en la sede de los republicanos.

Y es que Esquerra no solo ha tenido que convivir con la amenaza del ruido de las divergencias internamente, también ha estado sometido a una importante presión de todo el espectro independentista, sobre todo procedente de las filas de JxCat, que ya amenazan con la ruptura en el Govern y la convocatoria electoral.

Tras este acuerdo, la investidura de Sánchez será, previsiblemente, el 7 de enero. El primer debate arrancará mañana y se alargará hasta el domingo. Ante la falta de apoyos, Sánchez no será reelegido en primera votación y, por tanto, será investido el martes en el segundo debate de investidura.