Terrorismo yihadista

La “venganza pendiente” de Daesh contra Barcelona

La Guardia Civil detiene a un militante de la banda yihadista que planeaba atentados en la Ciudad Condal

El plan criminal que Isis (Daesh, Estado Islámico) tenía para atentar en Cataluña en Agosto de 2017 quedó parcialmente fruistrado tras la explosión en la fábrica de bombas que los terroristas tenían en un chalet abandionado de la localidad de Alcanar. La muerte de la mayoría de los integrantes de la célula, por efexto de la deflaabración de las sistancias que fabricaban o en enfrentamientos con los Mossos D’Esquadra, ha sido interiorizada por el grupo criminal como un “asesinato”. Es decir, que los que querían matar eran las víctimas. Desde entonces, Barcelona se ha convertido en un objetivo preferente y las Fuerzas de Seguridad, en este caso la Guardia Civil, prestan especial atención para evitar nuevos atentados.

El arrestado por agentes del Servicio de Información (SIGC) en Barcelona,un ciudadano marroquí con 10 aaños de residencia en España, tenía, desde hace cinco, una vinculación Daesh. Se había radicalizado durante el estado de alarma por el coronavirus y había incumplido las limitaciones de movimiento, probablemente para la posible búsqueda de objetivos, aunque no consta, según las fuentes consultadas porLA RAZÓN, que fuera a cometer un atentado de manera inminente. Ante su radicalización, se ha optado por una acción preventiva en evitación de males mayores.

La situación de confinamiento hace muy difícil la acción de células organizadas, por lo que Isis tiene que echar mano de los actores (“lobos”) solitarios, como era el detenido, que, eso sí, había mostrado su resolución de cometer atentados en cuanto pudiera. De momento, no disponña de explosivos, pero estos sujetos utilizana cuchillos y, cuando pueden, vehículos para atropellos masivos.

La investigación, que ha sido dirigida desde el Juzgado Central de Instrucción número 4 y de la Fiscalía de la Audiencia Nacional, ha sido realizada de manera conjunta con la Dirección General de Seguridad del Territorio (DGST) marroquí y ha contado también con la participación destacada del FBI estadounidense.

La Guardia Civil ha informado de que sobre el detenido existían “referencias de su radicalización y afinidad al Daesh desde hace al menos cuatro años”. “Hasta fechas recientes, ese proceso de radicalización se mantenía bajo una apariencia de discreción, tanto desde el plano físico como virtual, que en ningún caso lo identificaban como un actor crítico”, han señalado.

Según la Guardia Civil, ha sido durante el actual estado de alarma cuando ese proceso de radicalización se ha visto culminado, "activándose de manera altamente llamativa y preocupante".

Las hipótesis policiales iniciales han vinculado que esta activación extrema de su actividad podría haber respondido a los diferentes llamamientos realizados desde la dirección de Daesh para que los actores solitarios asentados en terreno occidental, a los que ha pedido que se movilicen y realicen ataques en sus lugares de residencia.

Desde que se iniciara la expansión del coronavirus por Europa, han tenido lugar varios ataques terroristas bajo la autoría de actores individuales, los dos últimos en Francia, acometiendo las mismas mediante el empleo de armas blancas y atropellamiento con vehículos.

El detenido realizaba manifestaciones públicas de su adhesión a los postulados terroristas de DAESH y de odio a Occidente a través de sus perfiles de redes sociales.

La investigación ha servido para determinar, entre otras cosas, que el detenido se encuentra “totalmente influido por la propaganda y los postulados de Daesh; había jurado fidelidad a dicha organización terrorista, circunstancia por la cual, se le consideraba una amenaza real para la segurida”.

Desde la elevación al nivel 4 de alerta antiterrorista el pasado 26 de junio de 2015, la Guardia Civil ha reforzado todos los dispositivos operativos y líneas de investigación relativas a la amenaza terrorista, especialmente aquellas sobre individuos inmersos en un proceso de radicalización que pueda desembocar en el desplazamiento a zona de conflicto o en la comisión de acciones terroristas en los países de residencia.

Este reforzamiento se ha visto, además, intensificado desde la declaración del estado de alarma, ante la posibilidad de que Daesh u otra organización terrorista pudiera aprovechar el escenario sanitario como multiplicador de los efectos de un ataque.