Ada Colau

26-M: un año de la victoria más estéril de ERC ante Colau

Ernest Maragall se impuso por un puñado de votos, aunque fue la alcaldesa quien acabó reteniendo la vara de mando en Barcelona

Las siete mayores ciudades piden flexibilizar presupuesto y usar superávit
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, en una rueda de prensa reciente.Marta PérezEFE

Hace justo un año, Esquerra logró su primera victoria en la capital catalana. Un ansiado trofeo en Barcelona, el feudo más preciado del independentismo tras la irrupción de Ada Colau cuatro años antes, que había arrebatado la alcaldía a la Convergència de Xavier Trias en 2015. Los republicanos, con Ernest Maragall a la cabeza, lograron diez concejales y 160.990 votos, 4.000 y pocos votos más que la lideresa de la plataforma municipalista.

Una victoria por la mínima y en el último minuto, que la propia alcaldesa reconoció esa misma noche: al borde del llanto, aseguró que había sido un “gran honor” haber sido la “primera mujer” al frente del Ayuntamiento y recordó el «hito histórico» que supuso su victoria cuatro años antes. Tres semanas después, una carambola prácticamente imposible permitió a Colau mantener la vara de mando gracias a los apoyos del PSC -socio de gobierno de Colau, con Jaume Collboni de número dos del Consistorio- y de la mitad del grupo municipal de Manuel Valls, quien le “regaló” su apoyo para evitar un primer edil independentista.

Realpolitik en su máxima expresión. “Hice lo que tenía que hacer, y mi partido, también”, aseguró unos días después al admitir que incluso pensó en abandonar ante la presión desatada por su investidura.

El primer año del segundo mandato en el Ayuntamiento de Barcelona se ha visto afectado de lleno por la pandemia de coronavirus, la crisis sanitaria derivada, la actual gestión de la desescalada y la recesión social y económica que se vecina, un golpe tan inesperado como severo, con la capital catalana cerrada a la espera de pasar a la fase 2 y la temporada turística a la vuelta de la esquina.

Antes, la movilidad -con la puesta en marcha de la zona de bajas emisiones- y la inseguridad marcaron los primeros meses del equipo municipal del PSC y Barcelona en Comú, con notables episodios de delincuencia en el centro de la capital catalana y varias operaciones contra los narcopisos de los barrios del Raval y del Gótico. Las protestas y la oleada de disturbios en la capital catalana a raíz de la sentencia del “procés” también marcaron otro punto de inflexión en otoño, con imágenes y destrozos muy perjudiciales para la ciudad.

Al margen de la gestión de Colau, la noche del 26-M supuso también un fuerte varapalo para Esquerra, que se quedó a las puertas de gobernar en Barcelona y vio como JxCat firmaba un pacto con el PSC para que la socialista Núria Marín presidiera la Diputación, un ente supramunicipal con casi mil millones de euros de presupuesto.

Además, la candidatura de Carles Puigdemont ganó el duelo parcial a ERC y Oriol Junqueras y se impuso con claridad en Cataluña esa noche ante el PSC y los republicanos.