Política

JxCat y Esquerra, ¿condenados a entenderse tras las elecciones?

Los neoconvergentes se aferran a un nuevo gobierno de coalición con los republicanos, que podrían optar por aliarse con PSC y los “comunes”

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El presidente catalán, Quim Torra, y el vicepresidente del Govern, Pere Aragonès, en el Palau de la Generalitat.Jordi BedmarEFE

Divididos y aparentemente irreconciliables tras más de cuatro años de gobierno de coalición –desde enero de 2016–, JxCat y ERC encaran el final de legislatura bajo la sombra de un divorcio que puede ser definitivo. La alianza de gobierno se salvó tras las últimas elecciones del 21 de diciembre de 2017 pese a que ya las relaciones estaban profundamente deterioradas por el desenlace del 1-O, pero ahora, ante las actuales circunstancias y dos años de bronca permanente, puede producirse un punto y final. Sobre todo, porque las especulaciones en torno a un tripartito formado por ERC, PSC y Catalunya en Comú-Podem ganan terreno en la medida en que las encuestas también vaticinan una mayoría parlamentaria para las tres fuerzas de izquierda.

Sin embargo, los republicanos rechazan alimentar ese tipo de especulaciones por miedo al castigo del independentismo en las urnas, aunque tampoco han expresado su voluntad por reeditar un gobierno de coalición como el actual, sino que hablan permanentemente de tejer grandes consensos y atraer a partidos favorables a la autodeterminación. En este sentido, los intentos de Esquerra por acercarse a los «comunes» están siendo destacados, mientras que con el PSC hay mucha mayor ambigüedad, fruto de los recelos: en el ámbito municipal no ha habido inconvenientes para pactos; en el ámbito nacional, las buenas relaciones con el PSOE parecen poco a poco ir consolidándose –prueba de ello es el último acuerdo para la sexta prórroga del estado de alarma–; en cambio, en el ámbito autonómico, las relaciones con el PSC todavía distan de ser favorables a un acuerdo y durante la crisis del coronavirus la tensión se ha hecho palpable.

En cambio, los neoconvergentes, sin más aliados políticos que ERC –dado que la CUP parece cada vez más descolgada– sí tienen la necesidad de aferrarse a los republicanos y apelar a un nuevo gobierno de coalición en pro de la unidad independentista tras las elecciones catalanas. La portavoz de la Generalitat, Meritxell Budó, ha asegurado en una entrevista en “El Punt Avui”, en esta línea, que es “muy probable” que repitan la alianza. JxCat tiene por delante un horizonte complicado. Las perspectivas electorales han mejorado con respecto a meses anteriores, aunque no lo suficiente para vencer. Si no quedaran por delante de Esquerra, estarían a expensas del partido de Oriol de Junqueras: la mayoría de encuestas apuntan a que tendría la posibilidad de mantener su unión con JxCat o cambiar y buscar a PSC y «comunes».

En este sentido, el contexto tampoco favorecerá al partido de Puigdemont. Y es que, hasta ahora y como ocurrió tras las elecciones del 21-D, había conseguido recoser la unidad con sus socios de ERC en momentos de máxima tensión con el Estado, cuando el eje independentista estaba en el centro de la política. Ahora, sin embargo, se avecina un escenario donde el «procés» puede quedar en un segundo plano y los aspectos sociales pueden recuperar centralidad. En este marco, y teniendo en cuenta la mala convivencia en el Govern, los republicanos, que aspiran también a lograr la presidencia de la Generalitat, podrían tener mayor tentación por forjar un nuevo tripartito, como el que gobernó Cataluña entre 2003 y 2010, formado con PSC e ICV.