Desescalada

La soledad de Oriol Mitjà: el científico rompe su silencio para ajustar cuentas con la Generalitat

Le ofrecieron un cargo para finalmente ignorar sus propuestas y vaciar de contenido su plan contra el coronavirus

Oriol Mitjà junto a Alba Vergés
Oriol Mitjà junto a Alba VergésDepartament de SAlut

Su puesta en escena fue inmejorable. De la misma manera que los economistas eran las estrellas de la crisis de 2008; los politólogos, del auge de nuevos partidos en la última década; con el coronavirus, los infectólogos y epidemiólogos han saltado a la primera línea mediática. Corría febrero y poca gente se tomaba en serio las noticias que llegaban de China sobre el coronavirus. Oriol Mitjà, que en círculos científicos ya era bastante conocido, se destapaba pidiendo la cancelación del Mobile World Congress la última semana de febrero contra el criterio de la Generalitat. Los acontecimientos se aceleraron y Mitjà pasó de héroe a villano del independentismo en el tiempo que ha durado el confinamiento. Tras tres semanas en silencio, el epidemiólogo ha decidido romper su silencio y pasar cuentas. Primero, con un hilo de Twitter y, hoy, se ha sincerado en una entrevista en Rac1.

De sus palabras se desprende que tiene problemas para la comunicación, reconocido por él mismo, y poco conocimiento de la arena política. Bien sea por afán de protagonismo o por un genuino interés por poner sus conocimientos al servicio de la sociedad, lo cierto es que Mitjà acabó atrapado en el fuego cruzado entre los partidos independentistas y entre la Generalitat y el propio Gobierno.

Así las cosas, sus críticas a la gestión del Gobierno del coronavirus, llegó a pedir la dimisión de Fernando Simón un día después de comenzar el confinamiento, le valieron el aplauso del independentismo. Y la Generalitat, que, a falta de gestión, ha hecho de sentimentalismo y la propaganda su razón de ser, vieron en el joven científico el estandarte de su política comunicativa. Llegó a sonar como conseller de Salud ante los constantes deslices de Alba Vergès, la titular del departamento. “Me ofrecieron un cargo y lo rechacé”; ha explicado hoy en la radio. “Quería conservar mi independencia académica y ser crítico con cualquier administración”. Dos semanas, más tarde, sin embargo, Mitjà encabezaba un grupo de expertos independientes que asesoraban a la Generalitat y ponía en marcha su estudio sobre la hidroxicloroquina. La estrategia de la administación catalana pasaba por presumir de gestión ante el Gobierno. Las cosas, sin embargo, empezaron a torcerse. El estudio no daba los frutos esperados y las sugerencias del grupo de expertos eran ignoradas. “No supe gestionarlo. Encontré muchas resistencias en las agencias de salud pública de la Generalitat. Intenté explicarles que nuestro único enemigo era el Covid. Pero hubo mucha fricción”, ha reconocido. Las recomendaciones de su grupo de expertos, además, cayeron en saco roto. “Ignoraron nuestras propuestas y vaciaron de contenido el plan. Triunfó la visión conservadora de la Agencia de Salud Pública de la Generalitat. Yo, en cambio, prefiero pasarme de largo con la prudencia que quedarme corto”. Su bendición a las fases del desconfinamiento ideadas por el Gobierno tampoco le ayudaron.

Mitjà hizo público su descontecto en Twitter y citando a la novela de John Kennedy Toole tildó a sus interlocutores de "conjura de necios". "Hay mucha gente que lleva muchos años trabajando juntos, sin autocrítica, con mucho tiempo a sus espaldas en la administración y con poca experiencia fuera", ha añadido hoy. De hecho, de las cosas que más lamenta es la de no haber conseguido que desde el Departamento de Salud entendiesen la importancia de la tecnología en la lucha contra el coronavirus.

Mitjà, visiblemente dolido, ha explicado que se ha encontrado con muchos políticos de todos los partidos que le han intentado ayudar. Pero también a muchos que se le han acercado solo por electoralismo. En cualquier caso, deja los nombres para un libro. Quizás entonces sepamos si, como Ícaro, se acercó demasiado al sol o si el joven científico es, simplemente, otra víctima de la máquina de destrozar talento en la que se está convirtiendo el independentismo.