Salud
“Mi hija necesitaba relacionarse con otros niños por su bienestar emocional”
Arrancan los campamentos de verano, después de cien días sin patio. La Fundación Pere Tarrés centra sus colonias en la recuperación emocional
Poco antes de las nueve de la mañana, Susana Gómez y su hija Sofía, de 11 años, llegan a las instalaciones de la Escuela Sant Gregori de Barcelona. La niña está visiblemente contenta y emocionada. Y no es para menos. Tras tres meses sin poder ir al colegio, sin poder relacionarse con otros niños, Sofía inicia hoy sus tres semanas del casal de verano de la Fundación Pere Tarrés.
Y si bien es cierto que la niña ha podido regresar a su colegio antes de finalizar el curso, “fueron solos dos días durante apenas una hora cada día”, explica su madre, quien asegura que Sofía “se muere de ganas de participar en este casal y estar con iguales”. “Creo que lo necesita. Durante los tres últimos meses se ha perdido muchas cosas e incluso hay días en los que la he visto tocada”, se sincera Susana para a continuación recordar que “en septiembre Sofía empieza el instituto y ni siquiera ha podido tener una despedida como la ocasión lo merece, ni tampoco una graduación”. “Emocionalmente, creo que lo mejor es que venga al casal”, comenta la madre, quien sin embargo admite “tener un poco de reparo” por el riesgo a un posible contagio.
“Antes de inscribirla, estuve hablándolo con mi hermana, que es sanitaria”, y la conclusión de esa conversación fue “que el riesgo existe en cualquier sitio y, si se toman las medidas de prevención y seguridad necesarias, es mejor que Sofía participe en este casal por su bienestar emocional”. “El casal para ella es como volver a la normalidad anterior a la pandemia”. Y esas medidas de las que habla Susana están presentes ya desde que el niño accede al recinto. Susana ha de dejar a su hija a las puertas de la Escuela Sant Gregori a la hora que le ha sido asignada, ya que la entrada se hace de forma escalonada, en franjas de diez minutos, para evitar aglomeraciones. Se le toma la temperatura a la niña y, puesto que no tiene fiebre, ésta accede al edificio por la puerta que ha sido asignada a los niños de primaria, mientras que a los de infantil- el casal es para niños desde P3 a VI de Primaria- les acompaña el monitor y acceden por otra.
Medidas para prevenir
Por fin ha llegado el momento en que Sofía, que es el cuarto año consecutivo que acude a este casal, deseaba desde hace un año. La niña se reencuentra con sus amigos de años anteriores, con lo que además compartirá grupo durante las tres semanas que participará en el casal, pese a que en esta ocasión ha sido necesario reducir la ratio de esos grupos para disminuir las posibilidades de contagio y, en el caso en que, pese a todo, éste se produjera, poder controlar un posible brote. “Ahora los grupos son de 10 niños por un monitor, cuando antes siempre eran de casi el doble. Es lo que llamamos grupos de convivencia y los niños de uno de estos grupos no se pueden mezclar con los de otros grupos”, explica Sonia Recasens, directora del departamento de programas educativos y sociales de la Fundación Pere Tarrés. Precisamente, esa organización estanca de grupos es el único pero que tiene Sofía respecto al casal de este verano. “Le da pena no poder relacionarse con los más pequeños, como se hacía en años anteriores, cuando se organizaban actividades en las que participaban pequeños y mayores para, justamente, promover esa interrelación”, revela Susana.
En cualquier caso, tal y como asegura Recasens, a la organización esta reducción de las ratios no les ha supuesto problemas de espacio ni les ha obligado a contratar a más monitores, ya que “si bien ha habido que reducir el tamaño de los grupos, lo cierto es que este año hay menos niños inscritos de lo que es habitual, prácticamente la mitad”. Donde sí ha sido necesario tomar medidas excepcionales es en el comedor, ya que ha habido que reducir al 50% la ocupación de las mesas para poder dejar una distancia mínima de dos metros entre los niños. Así pues, se han organizado turnos y, si antes la comida llegaba a las mesas en bandejas y se servía cada niño, ahora ésta se sirve ya emplatada.
Junto a estas medidas de prevención, la organización ha tenido que tomar otras, como la instalación de limpiadores de manos, jabón y papel secante para asegurar que se lleva a cabo una limpieza sistemática de manos en las condiciones adecuadas para evitar que éstos elementos de higiene se conviertan en fuente de transmisión del virus, una ventilación y limpieza de los espacios constante y ha sido necesario solicitar a los alumnos que traigan su material de casa para poder realizar las actividades de manualidades, ya que no es conveniente compartir nada.
En cualquier caso, Susana está tranquila y su hija Sofía, quien tendrá que ponerse la mascarilla siempre que no sea posible mantener esa distancia de seguridad de dos metros con el resto de personas de su grupo, también. “A la niña el coronavirus no le echa para atrás. En casa hemos tratado el tema desde la prevención y la educación más que desde el miedo”, constata Susana, quien además considera que el casal servirá a su hija “para ir acostumbrándose a lo que probablemente será la vuelta a las aulas a partir de septiembre”. Por lo que a ella respecta, asegura que “hay total confianza en la Fundación Pere Tarrés y sus monitores”.
Y es que, tal y como destaca Recasens, la entidad cuenta con muchos años de experiencia en la organización de este tipo de actividades y sus monitores tienen una amplia formación y además, en las últimas semanas, éstos han participado en cursos on line organizados e impartidos por la propia Fundación Pere Tarrés, orientados principalmente a lo que se refiere al cumplimiento de las normas COVID.
Refuerzo del aspecto emocional
Éste es el caso, por ejemplo, de Jordi Teófilo, o Teo, como le llaman los niños, quien también ha tenido que participar en un curso impartido por la Generalitat sobre las medidas de prevención y seguridad obligatorio para todos los monitores. Con 38 años de edad, lleva 21 trabajando como monitor y cuatro de ellos, en el casal de la Escuela Sant Gregori. Hoy Teo dice “sentirse feliz” por el inicio del casal y sobre todo, por volver a “trabajar con niños”. “Durante el curso yo participo en la campaña ‘Cinc al día’ que se lleva a cabo en Mercabarna para promover el consumo de frutas y hortalizas y allí nos visitan a diario escuelas que participan en esta actividad, pero el estado de alarma y la suspensión de las clases nos obligó a cesar de forma presencial para hacer cosas de forma virtual”, explica Jordi, quien asegura que lo suyo “es vocacional”. En este sentido, afirma que empieza el casal con “muchas ganas de aportar a los niños esa ilusión que hasta ahora estaba dormida pero que, con el casal, cuando vuelvan a disfrutar, recuperarán”.
Pese a todo, Jordi es consciente de que este año “será diferente”. “El casal no será como otros años porque habrá que adaptar las actividades a las circunstancias, pero creo que éstas igualmente funcionarán”. “Habrá menos niños por grupo, no se podrán llevar a cabo ciertos juegos, como el de correr con una cuchara en la boca haciendo equilibrios con un huevo, pero Intentaremos que éste sea un espacio en el que los niños puedan desconectar de lo que han vivido en los últimos meses, se relacionen, se evadan y disfruten”, comenta el monitor, quien además apunta que “trabajaremos especialmente la reflexión y el positivismo”.
En esta línea, Recasens señala que “este año haremos un refuerzo emocional y educativo porque seguramente nos encontraremos con niños que pueden haber vivido situaciones complicadas durante la pandemia” y “estaremos especialmente atentos y promoveremos actividades que ayuden a los niños a expresarse”. Además, desde la Fundación Pere Tarrés son plenamente conscientes que este verano, más que nunca, tendrán que hacer frente de forma especial a los cuatro retos que cada año se marca la entidad en el contexto de sus actividades: potenciar la sociabilidad, el refuerzo emocional, la equidad y la educación en el ocio. Lo que sí se va a mantener, como ya es tradición, es el centro de interés que cada año crea la fundación y en torno al cual giran las actividades. En esta ocasión éste se concreta en los objetivos de desarrollo sostenibles.
Mitad de niños, mitad de becas
Pero el casal de verano que la Fundación Pere Tarrés organiza en la Escuela Sant Gregori no es el único que la entidad ha puesto en marcha este lunes. De hecho, hoy han arrancado todos los que se enmarcan en la provincia de Barcelona y en los próximos días lo harán el resto de la sesentena que la fundación organiza y gestiona por toda Cataluña durante los meses de julio y agosto y la primera semana de septiembre, mientras que el fin de semana será el turno de las colonias de verano. “Mantenemos más o menos el mismo número de casales de otros años”, señala Recasens, quien sin embargo apunta que “otra cosa es lo que se refiere al número de inscripciones” que a día de hoy se concreta en 16.500 niños inscritos. “Estamos al 50% respecto a otras campañas de verano”, admite para a continuación poner de relieve que “salimos del confinamiento y aún hay incertidumbre y miedo entre las familias y además hemos empezado las inscripciones mucho más tarde que otros años, concretamente el 5 de junio”.
Y en lo que respecta a las solicitudes de becas, también ha habido una caída del 50%. “Este año hacemos especial hincapié en la campaña ‘Ningún niño sin colonias’, ya que en esta ocasión es más importante que nunca que ningún menor se quede sin poder disfrutar de estas actividades por motivos económicos y son muchas las familias que pueden estar atravesando problemas de este tipo a raíz de la crisis del coronavirus”, comenta Recasens. Así pues, a día de hoy la entidad ha recibido 1.700 solicitudes, y si bien éstas son casi la mitad que las que se registraron el año pasado, como recuerda Recasens “también se han inscrito la mitad de niños, así que la proporción es la misma, se mantiene respecto al verano de 2019″,
✕
Accede a tu cuenta para comentar