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El PDeCat se rebela contra Puigdemont en la reorganización de Convergència

Un manifiesto de la dirección recoge la adhesión de más de 130 alcaldes. El documento planta cara al expresident y apuesta por mantener al partido vivo

Carles Puigdemont y el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, junto al exconseller Lluís Puig, y la vicepresidenta del PDeCAT, Míriam Nogueras, durante su reunión en Waterloo/Efe
Carles Puigdemont y el presidente del PDeCAT, David Bonvehí, junto al exconseller Lluís Puig, y la vicepresidenta del PDeCAT, Míriam Nogueras, durante su reunión en Waterloo/Efelarazon

Contraofensiva del PDeCat contra Carles Puigdemont. Tras un fin de semana intenso por la presión que ha ejercido el expresident sobre el partido heredero de Convergència para que se disuelva y se pliegue a sus designios, hoy ha tenido una contundente respuesta: más de 130 alcaldes y más de 60 candidatos municipales –según ha avanzado el «Ara»– se han adherido a un manifiesto de la dirección del PDeCat -y todavía se esperan más–, que apuesta por mantener vivo al partido y rehuir del «pensamiento único».

El manifiesto, publicado el domingo, se convirtió en la réplica a otro texto difundido 24 horas antes por los afines a Puigdemont en el que se reclamaba la disolución del PDeCat. Horas antes, el viernes, los políticos presos –Joaquim Forn, Jordi Turull y Josep Rull– habían hecho su propuesta, que se alinea también con Puigdemont: reclaman celebrar una asamblea constituyente de JxCat, donde participen todos los electos del espacio político, y postergar el debate sobre la existencia del PDeCat hasta dentro de medio año.

El presidente del PDeCat, David Bonvehí, ha acudido esta tarde al centro penitenciario de Lledoners para continuar negociando con Jordi Sánchez –presidente de la Crida per la República, la organización ideada por Puigdemont para aglutinar a todas las fuerzas independentistas– el futuro del espacio político. Lo cierto es que las conversaciones están enconadas desde la semana pasada: los avances son mínimos. Si bien, una vez superado este fin de semana, con este intercambio de golpes, tanto la Crida como el PDeCat han podido medir sus fuerzas.

Y, lo cierto es que Puigdemont, que siempre había logrado imponer su criterio y arrollar a todo oponente interno –Marta Pascal, como claro ejemplo–, nunca se había topado con tanta resistencia por parte del PDeCat. Las diferencias, más allá del encaje entre ambas organizaciones –el PDeCat rechaza disolverse, mientras que la Crida quiere absorber al partido de Bonvehí y extinguir cualquier rastro del pasado convergente–, son también de naturaleza ideológica.

En el PDeCat reivindican la obra política de Jordi Pujol, ponen en valor la capacidad de gestión del partido y aspiran a conservar su ideario y liderar un proyecto de centro. En este sentido, el partido heredero de Convergència, que se considera preparado ya para una cita electoral, entiende que la crisis del coronavirus ha vuelto a situar la gestión en primer plano político y ha restado protagonismo al «procés», mientras que la Crida se ha convertido en una amalgama de figuras políticas de la izquierda y la derecha que ha dado lugar a una ambigüedad ideológica y tiene la independencia como único horizonte. De hecho, los líderes de la Crida –Sánchez y Toni Morral– proceden de Iniciativa per Catalunya –el espacio predecesor de Catalunya en Comú-Podem, que ahora lidera Ada Colau–, tradicionalmente muy hostil a Convergència y Pujol.

En cualquier caso, ambas partes quedarían muy lastradas de ir por separado a las elecciones. De hecho, el antiguo espacio liderado por Pujol quedaría ahora dividido en tres partes: la Crida; el PDeCat; y, el recién nacido Partido Nacionalista de Catalunya de Marta Pascal. A nadie beneficiaría la fragmentación, sobre todo, después de la demostración de fuerza del PDeCat con el manifiesto, al que se han adherido alcaldes de ciudades importantes como Reus, Vilafranca del Penedès, Tortosa, Premià de Mar, Salou, Martorell o Mollerussa. Además, el partido heredero de Convergència conservaría una fuerte estructura territorial –ahora tiene 14.000 asociados y más de 300 alcaldes en Cataluña– y es dueña de la exitosa marca de JxCat. La Crida, que está tratando de acelerar el proceso de reorgnaización para ponerse a punto de cara a las elecciones, se quedaría con Puigdemont como principal activo –el liderazgo del expresident nadie lo cuestiona, ni en la Crida ni tampoco en el PDeCat, pese a las diferencias–.